(Minghui.org) Dos practicantes de Falun Gong desarrollaron graves condiciones de salud después de ser torturadas en la Prisión de Mujeres de Ningxia.
La Sra. Xin Linyuan, una contadora jubilada de 72 años en la ciudad de Yinchuan, Región Autónoma Hui de Ningxia, fue arrestada el 15 de mayo de 2022, pero fue liberada bajo fianza debido a su mala salud. Fue condenada a dos años y multada con 10.000 yuanes (1.400 dólares) el 4 de julio de 2024. Su apelación fue rechazada el 9 de septiembre de ese año. Semanas más tarde fue detenida de nuevo y enviada a la Prisión de Mujeres de Ningxia. Desarrolló síntomas cardíacos graves después de estar encarcelada durante solo un año.
La Sra. Yang Jie, nacida en 1970, de la ciudad de Zhongwei, fue arrestada el 24 de octubre de 2020 y sentenciada a seis años el 6 de mayo de 2023. Fue trasladada a la Prisión de Mujeres de Ningxia a finales de agosto de 2023. Para obligarla a renunciar a su fe, los guardias de la prisión la mantuvieron en una celda húmeda y fría que tenía agua que se filtraba del suelo. No había cama y tenía que sentarse, pararse y acostarse en el piso mojado. Más tarde le diagnosticaron cáncer de mama y le extirparon el seno derecho en julio de 2025.
La Prisión de Mujeres de Ningxia, ubicada en la ciudad capital de Yinchuan, es conocida por abusar de las practicantes de Falun Gong encarceladas allí por su fe.
Las practicantes son etiquetadas como "delincuentes políticos" y monitoreadas las 24 horas del día por reclusas designadas, quienes las obligan a ver, leer o escuchar materiales que calumnian a Falun Gong. Cuando se niegan a escribir declaraciones para renunciar a su fe, son sometidas a diversas formas de tortura, como palizas, sentarse en un pequeño taburete o permanecer de pie durante largas horas, y que les tapen la boca, les abofeteen o les tiren del pelo.
Para humillar a las practicantes, las reclusas de monitoreo a veces las obligan a desnudarse por completo en un minuto y luego volver a ponerse la ropa de inmediato. A algunas incluso las amordazan con su propia ropa interior o calcetines.
Las reclusas también alternan entre dar muy poco de comer a las practicantes y obligarlas a comer grandes cantidades de comida. A las practicantes tampoco se les permitía cepillarse los dientes, ducharse o lavar la ropa durante largos períodos.
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