(Minghui.org) El Partido Comunista Chino (PCCh) anunció el 30 de noviembre de 2022 que su exlíder Jiang Zemin había muerto ese día. Según las leyes penales modernas, por lo general, una persona fallecida ya no puede ser considerada penalmente responsable. Por eso Adolf Hitler no fue juzgado en los juicios de Núremberg: se había suicidado.

Sin embargo, los juicios póstumos (celebrados después de la muerte del acusado), aunque raros, tienen precedentes tanto en la Antigüedad como en la Edad Moderna. Juana de Arco (1412-1431), santa patrona de Francia, fue condenada por hereje y ejecutada. Décadas más tarde se presentó una apelación formal, y su condena fue anulada en 1456. Manente degli Uberti (1212-1264), aristócrata y líder militar italiano, fue exhumado y juzgado por herejía en 1283. Fue declarado culpable y sus restos fueron sometidos a una ejecución póstuma. Henry Plummer (1832-1864), forajido del Oeste estadounidense acusado de matar a varias personas, fue juzgado a título póstumo (posteriormente se declaró nulo el juicio) en 1993. Sergei Magnitsky (1972-2009), asesor fiscal y abogado en Rusia, fue condenado por evasión fiscal en 2013, pocos años después de morir en prisión en 2009. Su condena injusta provocó la condena de la comunidad internacional. A finales de 2012, el Congreso de Estados Unidos promulgó la Ley Magnitsky para castigar a los funcionarios rusos responsables de su muerte. La Ley se amplió posteriormente para perseguir a los infractores de los derechos humanos en general. Varios otros países, entre ellos el Reino Unido, Canadá y la Unión Europea, han seguido su ejemplo aprobando leyes similares.

Los ejemplos anteriores indican que la muerte de un acusado no pone fin necesariamente a su procesamiento. Es perfectamente posible condenar al infractor o anular una condena injusta a título póstumo.

Además del castigo impuesto por el tribunal, también han existido otras formas de castigo póstumo contra el infractor. Por ejemplo, Qin Hui, canciller de la dinastía Song, fue uno de los funcionarios imperiales más notorios de la antigua China. Tras su muerte en 1155, Qin recibió dos títulos póstumos despectivos, uno de ellos miu chou ("traidor", por parte del emperador Ningzong en 1206) y otro miu hen ("perverso y brutal", por parte del emperador Lizong en 1254). En la Historia de la Dinastía Song, se lo incluyó en las "Biografías de traidores".

Teniendo en cuenta lo anterior, creo que una evaluación justa y equitativa de los crímenes cometidos por Jiang, que ordenó la persecución contra Falun Gong en julio de 1999 y dirigió la nación mediante la corrupción, está justificada para consolidarlo como uno de los líderes más corruptos, promiscuos y malvados de la historia.

Minghui ha publicado recientemente numerosos artículos sobre Jiang, entre ellos "Jiang Zemin es responsable de la corrupción moral generalizada en China", "El legado de Jiang Zemin a China: destrucción incalculable", y "El boletín de notas de Jiang Zemin muestra todo ‘Reprobado’".

Me gustaría compartir mis ideas sobre por qué debemos seguir responsabilizando a Jiang después de su muerte en esta serie de tres partes.

1. Impacto sobre el sistema legal

El sistema jurídico chino, desde que el Partido Comunista Chino (PCCh) tomó el poder en 1949, ha sido un híbrido de marxismo, leyes occidentales y tradiciones chinas. Tiene muchos defectos. Por ejemplo, el artículo 1 de la Constitución afirma: "El sistema socialista es el sistema fundamental de la República Popular China. El liderazgo del Partido Comunista de China es el rasgo definitorio del socialismo con características chinas. Está prohibido que cualquier organización o individuo dañe el sistema socialista".

Bajo esta premisa, cualquier individuo o grupo podría ser objetivo del PCCh a voluntad, lo que contradice el Artículo 2, "Todo el poder en la República Popular China pertenece al pueblo".

Entendimiento general del bien y el mal subyacente a las leyes

Lo que está implícito en la Constitución china es diferente de la eterna equidad y justicia de las tradiciones occidentales, que se remontan a Zeus (antigua Grecia), Shamash (antigua Babilonia) y la Biblia. Del mismo modo, Dong Zhongshu, un erudito de la dinastía Han creía que "Si el Cielo permanece, el Tao no cambia". Esto significa que aunque una dinastía diera paso a otra, la comprensión básica del bien y el mal sería la misma.

Por ejemplo, el rey Zhou (Di Xin) fue un infame gobernante de la dinastía Shang. Inventó el "castigo de quemar la carne con una barra de metal caliente" como entretenimiento y arrancó literalmente el corazón a su tío Bi Gan (que también era un funcionario leal).

A los emperadores de la antigua China también se los llamaba tian zi (hijo del Cielo), lo que significaba que debían cumplir la voluntad del Cielo al gobernar a sus súbditos y garantizar la armonía del Cielo, la Tierra y la Humanidad. Si un emperador no cumplía su misión de llevar a cabo la voluntad del Cielo, sería juzgado póstumamente por sus sucesores. Por eso, el rey Zhou recibió el título despectivo de Zhou (brutal, que daña a los inocentes) luego de su muerte. En otras palabras, según las leyes de Shang o de las dinastías posteriores que le sucedieron, las acciones del rey Zhou siempre se consideraron criminales e inmorales. Por lo tanto, a lo largo de la historia existe una concepción coherente y subyacente del bien y el mal.

Esta idea también se reflejó en los juicios de Núremberg. Aunque el propio Hitler no fue juzgado, muchos otros oficiales nazis fueron condenados por crímenes contra la paz, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Entre los delitos considerados, los crímenes contra la humanidad normalmente solo se aplicaban a los jefes de estado, no a los funcionarios de menor rango o a los soldados que simplemente cumplían órdenes. Los juicios de Núremberg sentaron un precedente para considerar también penalmente responsables de crímenes contra la humanidad a quienes no eran jefes de Estado. "Núremberg estableció hace siete décadas que la agresión y las atrocidades contra civiles no solo eran inmorales, sino ilegales", escribió David Scheffer, profesor de Derecho de la Universidad Northwestern y primer Embajador en Misión Especial de Estados Unidos para Cuestiones de Crímenes de Guerra (1997-2001).

Sin embargo, el ordenamiento jurídico chino no permite los juicios póstumos ni otras formas de castigo. Creo que debería modificarse para dar cabida al enjuiciamiento póstumo de Jiang.

Influencia más allá de una vida

En la antigua China, la valoración de una persona continuaba a título póstumo. Una persona con virtudes recibía a menudo títulos honoríficos tras su muerte y se le concedían diferentes servicios funerarios (como un funeral de Estado en lugar de un funeral normal) en función de los títulos. Aunque estos títulos podían beneficiar a los descendientes del difunto, también podían ser revocados si posteriormente se identificaban malas acciones desconocidas. En cambio, a alguien que había obrado mal se le podían dar títulos despectivos para avergonzarlo, como los ya mencionados de Qin Hui y el rey Zhou. De hecho, a menudo era responsabilidad de un emperador evaluar a su predecesor tras la muerte de este.

Las leyes modernas de China, sin embargo, solo se centran en los derechos o privilegios de una persona, limitados a su vida. Es decir, una persona que ha cometido un determinado delito puede ser privada de la libertad física o del privilegio de participar en ciertas actividades sociales y políticas. En consecuencia, la ley solo se aplica durante la vida del individuo.

En realidad, sin embargo, el legado de una persona, bueno o malo, va más allá de su vida. Confucio, por ejemplo, sentó las bases de la cultura tradicional y fue muy respetado a lo largo de miles de años de historia. Fue honrado una y otra vez en dinastías posteriores porque la humanidad en su conjunto necesitaba mantener los valores morales; cualquier desviación podría ser catastrófica, como podemos ver por la destrucción de la cultura tradicional por parte del PCCh en las últimas décadas. Del mismo modo, la concesión de títulos negativos al rey Zhou y a Qin Hui fue fundamental porque sirvió de advertencia para que la gente se mantuviera alejada de pensamientos y comportamientos imprudentes que podrían perjudicarlos a ellos mismos y, al mismo tiempo, poner en peligro a la sociedad.

En el caso de Jiang, lo que hizo superó al rey Zhou y a Qin Hui. Jiang ascendió a la cima reprimiendo el movimiento democrático de 1989. Durante su mandato, regaló grandes extensiones de tierra fértil a Rusia, gobernó el país con corrupción y puso a la opinión pública en contra de los practicantes de Falun Gong por su fe en Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Más concretamente, estableció la agencia extrajudicial de la Oficina 610 para aplicar plenamente su política de persecución para "difamar su reputación [la de los practicantes de Falun Gong], arruinarlos económicamente y destruirlos físicamente", así como "matar a los practicantes por sus órganos". Arruinó los cimientos morales de China y silenció a otros países que intentaron cuestionarlo por sus abusos contra los derechos humanos... Sin una revisión exhaustiva de Jiang, el mundo carecería de registros fieles de este periodo de la historia [durante su mandato].

(Continuará)