(Minghui.org) Nota del editor: La Sra. Chen Jing, una talentosa graduada universitaria, fue perseguida cuando tenía poco más de 20 años, simplemente por mantener su fe en Falun Dafa, una disciplina espiritual perseguida por el régimen comunista chino desde 1999. Fue sometida a arresto domiciliario en la universidad y amenazada con la expulsión y el encarcelamiento. Tras graduarse, la despidieron de su buen trabajo en un hospital. Se vio obligada a desplazarse para evitar la persecución y vivió con miedo durante años. A los 37 años la detuvieron y la condenaron a cinco años de prisión. Fue sometida a varios tipos de tortura brutal en los centros de detención y en la prisión.

La Sra. Chen Jing

La Sra. Chen relata con detalle cómo fue perseguida tanto física como mentalmente.

(Continuación de la parte 2)

Apoyo desde el exterior

Un día de julio de 2018, la jefa de la prisión, Tao Shuping, me llamó a su oficina. Eso me sorprendió, ya que durante mucho tiempo traté de encontrar una oportunidad para informarle sobre los malos tratos que recibía en la cárcel. Aproveché esta oportunidad para expresar mis verdaderos pensamientos. Ella fingió estar tranquila, pero no pudo ocultar su nerviosismo.

Al mes siguiente me volvieron a citar en la oficina de la jefa de la prisión. Había un visitante, probablemente del departamento de policía provincial. La jefa Tao Shuping y la subjefa Wang Shanshan le hablaron con respeto. Supuse que me habían convocado allí para ser "educada" por este visitante. Le dije directamente que los guardias de la prisión y los reclusos ya habían hecho todo lo que él pretendía hacer, pero en vano, así que, él no tenía necesidad de decir nada hoy.

Tao volvió a llamarme a su oficina, unos días después. Se veía enojada y me reprendió por haber contratado a un abogado para demandar a la prisión y a la administración penitenciaria. Me pidió que despidiera inmediatamente al abogado, amenazando con torturarme todos los días como al principio, cuando llegué.

Quedé asombrada al escuchar esto, pero al mismo tiempo me sentí emocionada y animada. Sabía que otros practicantes habían contratado al abogado por mí y seguían buscando justicia para mí. Me habían aislado por completo del mundo exterior durante más de un año. En un entorno lleno de mentiras y violencia, la noticia de que volvía a estar representada por un abogado me dio mucho ánimo y esperanza. Le dije con firmeza y tranquilidad que era inocente y que necesitaba un abogado para apelar y que yo tenía derecho a hacerlo.

Tao me preguntó, qué pretendía hacer el abogado exactamente. Como no lo sabía, ya que no se me había permitido conocer a mi abogado, le dije mis tres peticiones: Presentar cargos contra los policías que me torturaron y anularon mi testimonio; acusar a los policías que irrumpieron en mi casa, lo que provocó la pérdida de mis objetos personales; y retirar todos los cargos contra mí, ya que no cometí ningún delito por practicar Falun Gong.

Aunque no se me permitió ver a mi abogado, la noticia me animó y me dio más fuerzas para seguir manteniéndome firme a pesar de la persecución.

Compasión por los represores

Como parte de la tortura de larga duración, mi capacidad de movimientos se redujo. Cuando me obligaron a sentarme en un pequeño taburete, un día de febrero de 2019, de repente tuve un fuerte dolor en una de mis piernas y no podía caminar. El dolor era tan intenso que no pude dormir durante 15 días. Me quedé postrada en la cama durante tres meses. Intenté no comer ni beber para no molestar a los demás en busca de ayuda cuando necesitaba ir al baño. Más tarde, me animé a practicar los ejercicios de meditación y me recuperé milagrosamente.

Como me negaba a hacer el trabajo, la jefa de mi grupo, Li Qiujun, me denunció al jefe de la prisión y me culpó de afectar a la transformación de otros practicantes de Falun Gong.

En octubre me trasladaron a otro grupo. La nueva líder de las reclusas, Chen Hulan, era conocida por golpear violentamente a las guardias de la prisión. Ninguna reclusa quería estar en su grupo, así que solo había dos reclusas a su cargo cuando me llevaron allí.

Para hacer que me helara, Chen me obligó a dormir toda la noche en la litera superior, junto a la ventana abierta, y no pude dormir. Un día, la reclusa jefa de sección, Han Lijun, entró corriendo en mi celda y me dio un puñetazo sin motivo. Otras dos reclusas, Li Guimei y Jing Shaoqin, también entraron en mi celda y me empujaron a una esquina, que era un punto ciego para el monitor del circuito cerrado de televisión. Ellas y Chen estaban a punto de golpearme, pero hablé con firmeza y las detuve.

Inicié una huelga de hambre y exigí ver al jefe de la prisión y pedí que me trasladaran a otro grupo. Más tarde, me trasladaron al nuevo grupo de ingreso bajo el mando de la reclusa principal Duan Heng, también una persona violenta que salía con Yang Xu. En mi primera noche, ordenó a las reclusas Zhang Jian, Shi Chenliu y Wu Jie que me golpearan. Tenía la cabeza hinchada y las costillas delanteras heridas. El dolor tardó más de dos semanas en quitarse.

Razoné con Duan: "No he cometido ningún delito, así que no participaré en ninguna actividad de la cárcel. Las guardias no te ordenaron perseguir a los practicantes de Falun Gong, así que no deberías hacerlo. Es por el destino que nos encontremos aquí, así que debemos tratarnos con cortesía y convivir pacíficamente". Ella estuvo de acuerdo.

Pero los guardias de la prisión intencionalmente me crearon dificultades, porque me negué a decir que era una presa. No me permitían gastar más de 90 yuanes al mes. Pero todo estaba marcado con precios significativamente más elevados: una bolsa de papel higiénico costaba 25 yuanes; una bolsa de compresas, 11 yuanes; el jabón para la ropa, 5,5 yuanes; y la pasta de dientes, 22 yuanes. La prisión no proporcionaba suficiente comida, pero yo no podía comprar nada más para comer. Durante un tiempo estuve mareada por el hambre constante.

Sin embargo, a pesar de todo lo que pasé, seguí tratando a la gente que me rodeaba con amabilidad. No desarrollé odio hacia Yang Bo y Li Zhongyi cuando me maltrataban después de mi primer encarcelamiento allí. Bajo la guía de los principios de Falun Gong, Verdad, Benevolencia, Tolerancia, las traté con compasión. Superé grandes dificultades y llegué a estar firme y madura en mi cultivación. Al mismo tiempo, desarrollé compasión por aquellas personas que me perseguían. Valoré este vínculo especial con ellas, porque sabía que eran las verdaderas víctimas de la persecución.

Mucha gente supo la verdad sobre Falun Gong al conocerme y oír mis experiencias. Se dieron cuenta de que los practicantes no somos como nos describe la propaganda del PCCh en la televisión. Una persona me dijo: "Eres tan joven y guapa, con una buena educación y buenos modales, pero has pasado por muchas dificultades. Cuando termine la persecución, ¿cuánto quieres que te compensen los culpables?". Sonreí: "Si se arrepienten de sus malas acciones y compensan sus errores con acciones rectas, no pediré ni un centavo.

Notas del padre

Pensando en los años difíciles que vivió mi familia, ellos también soportaron mucho. Mis padres, de 70 años, dos personas comunes pero bondadosas, se esforzaron por viajar a Jiamusi y Harbin, entrando y saliendo de comisarías, centros de detención y cárceles. Así, mi madre acabó en el hospital y mi padre cuidandola. Pero ambos seguían preocupados por mí.

Con su gran fuerza de voluntad, se enfrentaron a las personas que hacían las cosas de forma irracional e ilegal, y soportaron innumerables noches de insomnio. Como no había ningún lugar donde buscar justicia, mi viejo padre grabó sus pensamientos. Él escribió:

"La experiencia personal de mi hija, me hizo ver claramente la naturaleza malvada del Partido Comunista Chino (PCCh), en contra de la humanidad. Su así llamado 'trato humano' a los practicantes encarcelados, es una total mentira. Al mantenerse mi hija firme en su fe, cuando ellos agotaron todas sus tácticas, se quitaron sus máscaras de hipocresía”.

"Nunca mantuve ninguna esperanza en ellos. Al principio cuando detuvieron a mi hija, me pidieron que la visitara y me utilizaron para convencerla de que pactara. Detrás de sus rostros hipócritas, sentí sus crueles intenciones y su verdadera naturaleza de bestias. La apacible vida de nuestra familia quedó completamente destrozada, y de repente nos vimos sumidos en un abismo de dolor. No podíamos dormir por la noche y no parábamos de llorar, deseando que nuestra hija saliera cuanto antes de aquel lugar demoniaco. Muchas veces lloramos en silencio: es difícil ser una buena persona en esta sociedad. Solo espero que mi hija tenga cuidado y actúe con prudencia, de lo contrario, ¡será torturada hasta la muerte!

"Cuando estábamos desesperados y desamparados, los practicantes nos tendieron sus cálidas manos, apoyándonos económicamente y consolándonos, aunque ellos mismos estuvieran sometidos a todo tipo de presiones. Sus persistentes esfuerzos por salvar a la gente nos conmovieron profundamente. Ellos no son nuestra familia, pero actuaron mejor que familiares, con Falun Dafa uniéndonos. En contraste, los malvados miembros del PCCh han perseguido a los practicantes con frenesí. Pero su comportamiento agresivo es solo su última lucha antes de la muerte. Cuando el momento de la justicia llegue, no tendrán a dónde escapar".

"Una vez más, junto mis manos y me inclino profundamente para agradecer sinceramente a los practicantes de Falun Gong, ya sea que los conozcamos o no, locales o de lejos, por sus pensamientos y acciones rectos, desinteresados y sin miedo".

No hay paz tras la liberación

Mis cinco años de injusta detención terminaron finalmente el 21 de enero de 2021. Salí por la puerta de la prisión con el cuerpo maltrecho, pero el terror no se detuvo.

A principios de marzo de 2021, para llegar de mi casa vacía en Jamusi, compré un boleto de tren de alta velocidad en la estación de tren de Daqing del Este. Después de pasar mi tarjeta de identificación y de pasar por una serie de controles de seguridad, tres policías me pararon y registraron mi bolsa. También me pidieron que llenara un cuestionario con mi número de teléfono, dirección y lugar de trabajo. Con más de un mes fuera de la cárcel, sin ingresos, sin residencia fija y sin trabajo, no sabía cómo responder a sus preguntas. Seguí razonando con ellos durante esa hora que me retuvieron. Ellos seguían reportando a sus superiores y pidiendo instrucciones antes de que finalmente me dejaran abordar el tren.

El jefe del Comité Residencial local, donde viven mis padres, llamó a mis padres varias veces a principios de abril de 2021. Luego fue a casa de mis padres para preguntar por mi paradero. Al saber que yo seguía sin cooperar, amenazó a mis padres, de casi 80 años, diciéndoles que podrían encerrarme otros tres años.

Palabras finales

Mi familia y mis amigos se preocuparon por mí al principio: cómo yo, una persona cándida, iba a poder lidiar con el caos de la vida, desde el cielo hasta el infierno. Pero después de experimentar todo eso, quiero decirles a ellos: Sigo siendo la misma, pero más racional y madura. No he hecho nada para mi beneficio personal. El Cielo siempre bendice a la gente buena.

No tengo dinero ni poder. Estoy en la lista negra de las autoridades del PCCh. Mi experiencia me ha hecho creer que la justicia prevalecerá. Mientras las personas rectas trabajen juntas, podremos superar esta época oscura.

Me siento triste por los que han participado en la persecución. A algunos de ustedes se les ordenó hacerlo y se convirtieron pasivamente en las herramientas del PCCh. Algunos de ustedes llevaron a cabo sus tareas de forma activa. No importa cuales fueron sus circunstancias, los entiendo. Sin embargo, espero sinceramente que conozcan la verdad y dejen de hacerlo, ya que no me gustaría verlos obligados a rendir cuentas en el futuro. De todo corazón, espero que actúen con prudencia y se salven.

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