(Minghui.org) Nota del editor: La Sra. Chen Jing, una talentosa graduada universitaria, fue perseguida cuando tenía poco más de 20 años, simplemente por mantener su fe en Falun Dafa, una disciplina espiritual perseguida por el régimen comunista chino desde 1999. Fue sometida a arresto domiciliario en la universidad y amenazada con la expulsión y el encarcelamiento. Tras graduarse, la despidieron de su buen trabajo en un hospital. Se vio obligada a desplazarse para evitar la persecución y vivió con miedo durante años. A los 37 años la detuvieron y la condenaron a cinco años de prisión. Fue sometida a varios tipos de tortura brutal en los centros de detención y en la prisión.

Sra. Chen Jing

La Sra. Chen relata con detalle cómo fue perseguida tanto física como mentalmente.

(Continuación de la parte 1)

Trasladada a un centro de detención

Bajo mi enérgica protesta, no me llevaron a la comisaría el 4 de febrero. No tenía apetito y también tenía los intestinos flojos. Li Zhongyi vino al centro de detención por la mañana temprano y me amenazó todo el día. Me dijo que podían condenarme a una fuerte pena, y a una aún mayor si buscaba la ayuda de un abogado de derechos humanos, a los que tachaba de mentirosos. Me dijo que, si seguía siendo tan testaruda, tal vez no podría volver a ver a mis ancianos padres. En cambio, si cooperaba con ellos, podrían liberarme inmediatamente.

Me llevaron al hospital para un chequeo alrededor de las 5:00 p. m., y luego me llevaron al Centro de Detención de la Ciudad de Jiamusi a las 7:00 p. m. para una detención criminal con el cargo de "insulto a la bandera nacional".

El ambiente en el centro de detención era muy malo, con una celda con más de 20 personas. La ropa de cama era tan vieja que el relleno se amontonaba y acostarse en la superficie irregular era insoportable. Apestaba y olía a pescado podrido. Los bollos de harina de maíz de mala calidad y la sopa aguada que contenía arena eran el alimento básico. No había agua caliente para beber. Si quería comer algo mejor, tenía que pagarlo, y el precio era mucho más alto que en un restaurante.

El centro de detención utilizaba a los detenidos como esclavos y los obligaba a realizar trabajos para obtener beneficios. Uno de los trabajos consistía en envolver las puntas de los palillos con papel de colores brillantes, que se utilizaba para comer fruta o comida para picar. Cada detenido tenía que terminar 10.000 palillos al día. Quien no podía completar su cuota tenía que trabajar horas extras, a veces toda la noche.

A algunos detenidos solo se les permitía dormir dos o tres horas por noche. A otros se les castigaba haciéndoles sentarse en tablas de madera y no se les permitía ir al baño ni comer. La cuota de trabajo de los detenidos se reducía si sus familias sobornaban a los guardias.

Me negué a realizar los trabajos forzados porque no había cometido ningún delito. Pero la tortura mental que sufrí fue mucho más perjudicial que el castigo físico.

Li Zhongyi vino al centro de detención el 8 de febrero, día del Año Nuevo Chino, y me interrogó. Quería comprobar si mi espíritu estaba doblegado por las malas condiciones de vida en el centro de detención. Me preguntó por qué había viajado a Hong Kong. Pensé que quería acusarme de confabulación con fuerzas extranjeras, pero no me sacó nada en claro.

Les dijo a los funcionarios del centro de detención que prestaran especial atención a mi vigilancia, ya que así lo habían ordenado el Ministerio de Seguridad Pública del gobierno central y el Departamento Provincial de Seguridad Pública de Heilongjiang. Dijo que yo era una persona importante entre los practicantes de Falun Dafa. También les pidió que me trasladaran a una celda sin practicantes de Falun Dafa y que dispusieran que alguien me vigilara y me persuadiera para que cooperara.

El truco del 'afecto' familiar

Yang Bo y otros dos oficiales de la Policía Provincial de Heilongjiang estudiaron mi caso durante mucho tiempo. Investigaron todos los archivos sobre mi familia y sobre mí. Investigaron a mi hermana e incluso investigaron su matrimonio. Li Zhongyi se puso en contacto con mis compañeros de universidad y colegas para averiguar mis intereses y aficiones personales.

Un día, a finales de febrero, un grupo de policías del Departamento Provincial de Seguridad Pública de Heilongjiang llevó a mis padres, mi hermana y mi cuñado al centro de detención. Mis padres, de más de 70 años, lloraban sin parar. Mi madre fue obligada a arrodillarse delante de mí para presionarme a que renunciara a Falun Dafa. Ella misma estaba sometida a tanta presión que le costaba respirar. Toda mi familia fue coaccionada para estar en mi contra.

Los días 5 y 6 de marzo, Li Zhongyi llevó de nuevo a mis padres y a mi hermana a la comisaría para verme y persuadirme de que cooperara. Mis padres viajaron miles de kilómetros hasta Jiamusi y tuvieron dificultades para adaptarse al entorno desconocido en el frío invierno. Cada vez que venían, mi hermana tenía que ausentarse del trabajo. Estaba muy ocupada, por lo que no era fácil para ella organizar el tiempo libre. Mi cuñado no tenía tiempo libre remunerado y además tenía que cuidar a sus padres ancianos y a un niño pequeño.

Li llevó repetidamente a mis padres a la comisaría en marzo y abril. Mis padres siempre lloraban cuando me veían. Me entristecía mucho el sufrimiento de mi familia y me entristecía aún más verlos engañados y cooperando con la policía.

Li los trataba hipócritamente con amabilidad, recogiéndolos en coches, pero al mismo tiempo los alejaba de mis amigos practicantes. Utilizó el afecto que mi familia me tenía, en mi contra. Les dijo: "Se preocupan tanto por Chen Jing, pero a ella no le importan en absoluto. Solo hace falta una frase suya para que la liberemos, pero es obvio que no quiere volver a casa. No quiere verlos".

Aunque me dolía mucho ver el sufrimiento de mi familia, sabía que no podía transigir y ceder ante el régimen. Cuando Li se dio cuenta de que no podían utilizar a mi familia para conseguir su objetivo, abandonó su hipocresía y dejó de responder a las llamadas de mis padres.

Más interrogatorios antes del juicio

Durante una sesión de interrogatorio, Li Zhongyi y otros utilizaron las confesiones de los practicantes de Falun Dafa arrestados anteriormente para engañarme y escribieron lo que quisieron en la transcripción. Li Qiang me preguntó: "No hubo golpes ni abusos verbales durante el interrogatorio, ¿verdad?". Yo acababa de ser colgada y torturada y sentía un gran dolor. Le miré fijamente y me negué a contestar. Se rio a carcajadas y luego escribió "No" en el formulario del ordenador. Me obligó a firmar y a leer la declaración mientras la grababa. El vídeo se reprodujo posteriormente durante mi juicio.

Durante las sesiones de interrogatorio en marzo y abril, Yang Bo y Li Zhongyi siguieron fumando en la sala de interrogatorio cerrada todos los días, sabiendo que Falun Dafa sugiere a los practicantes que no fumen. Se turnaban para lavarme el cerebro continuamente. Calumniaron a Falun Dafa, al sitio web Minghui y a los medios de comunicación que los practicantes de Falun Dafa fundaron para llevar al mundo noticias sin censura sobre China. También calumniaron a los abogados de derechos humanos que defienden a los practicantes de Falun Dafa.

Un día Li vino al centro de detención para reunirse conmigo. Le dije amablemente que dejara de perseguir a los practicantes de Falun Dafa. Respondió amenazándome y diciendo que arrestaría a más practicantes si no cedía. También me dijo que un practicante que yo conocía, Chuan Jing, había muerto para debilitar mi fuerza de voluntad. Le decepcionó que no funcionara conmigo.

Como resultado de la tortura y de los frecuentes interrogatorios, yo estaba muy débil. No podía mover los brazos debido a los fuertes dolores, tenía dificultades para hablar, no había tenido movimiento intestinal durante dos semanas y no había tenido la menstruación durante cinco meses.

Al ver que me negaba a responder directamente a sus preguntas, intentaron charlar conmigo y me preguntaron por mis datos personales, como cuándo había empezado a practicar Falun Dafa y a qué practicantes conocía. También me preguntaron por qué no me había casado, de dónde había sacado el dinero para comprar mi casa y de dónde procedía mi principal fuente de ingresos. Solo les dije cómo me había beneficiado de la práctica de Falun Dafa, pero no respondí a ninguna otra pregunta.

A veces fingían que se preocupaban por mí para conseguir mi cooperación y decían que no estaban en contra de que practicara Falun Dafa. Pero cuando realmente necesitaba algo, incluso algo tan pequeño como una goma para atarme el pelo, no estaban dispuestos a dármela ni siquiera a dejarme comprarla. Se reían de mí: "Estás aquí. ¿Por qué sigues preocupándote por tu aspecto?". A veces me amenazaban y me decían que tal vez no podría mantener mi pelo largo ni llevar ropa de colores nunca más, ya que lo que me esperaba podría ser una vida carcelaria interminable.

Por muy arrogantes y superiores que se comportaran delante de mí, tenían miedo de que la gente supiera lo que me habían hecho. Yang Bo y Li Zhongyi cerraban la puerta con fuerza cada día. Un día, no podía respirar por el humo de sus cigarrillos. Finalmente abrieron la puerta ligeramente después de que se lo pidiera repetidamente. Un hombre que se había perdido en la comisaría abrió accidentalmente la puerta y metió la cabeza para buscar a alguien. Yang y Li se pusieron inmediatamente nerviosos y cerraron la puerta. Li salió corriendo y comprobó quién era el hombre.

Cada vez que venían al centro de detención para llevarme a la comisaría, siempre me tapaban la cabeza con la capucha de la chaqueta cuando me acompañaban a la salida, aunque yo les pedía que no lo hicieran porque me sentía asfixiada. Siempre aparcaban justo delante del edificio de la comisaría. En cuanto salían del coche, se bajaban la gorra y miraban a su alrededor. Al entrar en el edificio, uno siempre caminaba delante de mí y el otro detrás.

Un día, mientras Zhang Jia me interrogaba, sonó su teléfono móvil, era su hijo. La voz y el comportamiento de Zhang cambiaron repentinamente de furioso a muy amable. Charló con su hijo durante un buen rato. Después de su llamada, le dije: "Por la conversación que mantienes con tu hijo, me doy cuenta de que debes quererlo mucho y veo que eres un buen padre. Pero ¿has pensado que si un día tu hijo sabe que has torturado a una mujer que no es mucho mayor que su madre, ¿qué pensará de ti? A veces, cuando recuerdo cómo me pegabas, pienso que tú también tienes una esposa y una hermana. Yo solo soy una mujer, no te he hecho nada, no te guardo ningún rencor. ¿Cómo puedes torturarme y golpearme así?".

Después de decir esto, Zhang hizo una larga pausa. Su voz se volvió suave y dijo: "¿Crees que esto es algo que quiero hacer? Este es mi trabajo. Haré todo lo que me diga mi supervisor. ¿Por qué tengo que torturarte? De hecho, somos vecinos. Vivo en el edificio contiguo al tuyo. Puedo ver tu casa desde mi ventana en el lado norte".

Ser acusada

Me alegré de reunirme con mi abogado defensor un día a mediados de mayo. Li Zhongyi se enteró al día siguiente y se enfadó, me amenazó y me dijo que no contara a mi abogado cómo me habían maltratado. Después, dejaron de interrogarme.

Los procuradores Yang Jingjuan y Liu Wenjing, de la Procuraduría del Distrito de Jiamusi, vinieron al centro de detención el 17 de junio para hablar conmigo. Le conté a Yang cómo la policía me torturó y confiscó mis pertenencias. Se mostró muy impaciente y no grabó nada de lo que le conté. Cuando le pregunté al respecto, me respondió: "¿Por qué tengo que anotar todo lo que dices? ¿Cómo puedo saber si lo que dices es cierto o no?".

Conocí a mi segundo abogado defensor, el abogado Huang, el 26 de agosto. Solo entonces me enteré de que el anterior abogado que me representó fue inculpado y encarcelado también.

El 19 de octubre me entregaron en el centro de detención el acta de acusación del Tribunal del Distrito de Jiamusi Jiao para que la firmara. Solicité bajar para reunirme con la persona encargada de la entrega del tribunal. La persona encargada de la entrega era la jueza que presidía mi caso, Pu Xuemei, quien me dijo que la fecha de la audiencia aún no estaba decidida. Le pedí que se asegurara de avisar a mi familia y a mi abogado. Ella accedió sin dudarlo, así que firmé el documento. Pero cuando el abogado Huang vino a visitarme a finales de noviembre, no le habían dicho que yo estaba acusada.

(Continuará)

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