(Minghui.org) En el undécimo pabellón de la Prisión de Mujeres de la provincia de Shandong, creado específicamente para perseguir a las practicantes de Falun Gong, las guardias utilizan una combinación de tortura física y manipulación mental para intentar obligar a las practicantes a renunciar a su fe.
Este artículo se centra en las diversas medidas que toman las guardias para intentar lavar el cerebro de las practicantes.
El 11.er pabellón se encuentra en un edificio independiente de tres plantas con un pequeño patio y está separado de los demás edificios de la prisión. La entrada parece limpia y amigable, pero los gritos que provienen del lado oeste del edificio recuerdan inmediatamente que se trata de un infierno disfrazado.
Cuando una practicante entra por primera vez en el pabellón, las guardias establecen un equipo de lavado de cerebro para vigilarla. La practicante tiene que pedir permiso para hacer cualquier cosa, incluso comer, beber, sentarse o ir al baño. Si se niega a hacerlo, primero la privan de comida y luego la alimentan a la fuerza. Las guardias también amenazan con alimentarlas a la fuerza con drogas que dañan los nervios.
Todos los miembros del equipo de lavado de cerebro son expracticantes que han renunciado a la práctica bajo presión y que ahora ayudan a las guardias a lavar el cerebro de las recién llegadas. Basándose en su conocimiento de la personalidad de la practicante, elaboran una estrategia personalizada para socabar su fe, que incluye el uso de charlas persuasivas y la reproducción de vídeos de propaganda.
Si la practicante no sucumbe al lavado de cerebro, las guardias envían a las reclusas para que la golpeen. Una practicante dijo que las reclusas la golpearon en la cara, le sujetaron los brazos a la espalda y tiraron de ellos hacia arriba. A continuación, la empujaron al suelo, le presionaron la cara contra el suelo y le sujetaron la mano para que firmara la declaración preparada para renunciar a Falun Gong.
Una vez que la practicante se compromete con la intimidación inicial y firma la declaración de renuncia a Falun Gong, comienza la siguiente ronda de lavado de cerebro.
Además de escribir informes de pensamiento diarios para vilipendiar a Falun Gong, las practicantes también son obligadas a ver vídeos que demonizan a Falun Gong todos los días. Las guardias suelen utilizar reducciones de plazo como incentivos para promover una mayor participación. Mientras tanto, al "compartir sus experiencias", las asistentes de lavado de cerebro llevan a las practicantes a culpar a Falun Gong de la persecución que están sufriendo y las ponen en contra de la práctica.
La mayoría de las asistentes de lavado de cerebro ayudan a las practicantes a escribir las declaraciones para condenar a Falun Gong. A continuación, las practicantes tienen que leer sus declaraciones en voz alta delante de otras practicantes como parte del proceso de lavado de cerebro. La mayoría de estas practicantes rompieron a llorar mientras leían sus declaraciones llenas de arrepentimiento por practicar Falun Gong y culpando a este de su encarcelamiento y separación de sus familias. Tales emociones son muy poderosas para influir en aquellas que echan de menos a sus familias o que están al borde del colapso por el aislamiento y la tortura.
Una vez que las guardias consideran que el lavado de cerebro y la conversión han tenido éxito, trasladan a la practicante a una celda normal en el mismo pabellón y disponen que otra reclusa la vigile. La practicante sigue estando obligada a escribir informes diarios sobre sus pensamientos. Las guardias también siguen haciéndoles asistir a charlas de lavado de cerebro y ver vídeos para consolidar los resultados. En esta etapa, los vídeos y las conferencias de lavado de cerebro son más detallados y cuidadosamente elaborados, incluso algunos se presentan como programas de entretenimiento.
En la pared, las guardias colocan artículos sobre valores tradicionales para confundir a las practicantes. También organizan actividades de baile y canto para alabar lo "rectas" y "justas" que son las guardias.
Las que se niegan a renunciar a Falun Gong son recluidas en régimen de aislamiento o trasladadas a una celda sin otras practicantes para que no oigan nada positivo sobre Falun Gong.
Una de las ayudantes del lavado de cerebro es Fu Guiying, que en su día fue coordinadora voluntaria de las actividades de las practicantes en la ciudad de Linyi. En una ocasión, Fu obligó a la señora Li Jianmei, que tenía un problema en las piernas, a permanecer de pie durante un mes. La Sra. Li acabó teniendo dificultades para caminar y tiene que utilizar una silla de ruedas.
Fu afirmó que las guardias eran sus modelos de conducta. A pesar de que no escatimó esfuerzos para ayudar a las guardias a "transformar" a las practicantes, las guardias también añadieron drogas tóxicas a su comida.
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Categoría: Lavado de cerebro