(Minghui.org) Una contable retirada de 65 años de la ciudad de Shenzen, provincia de Guangdong, fue condenada el año pasado a cinco años y medio por practicar Falun Dafa. Esta es la tercera vez que la Sra. Nan Minmin ha sido condenada, tras dos anteriores condenas de 5 años.

Falun Dafa, también conocida como Falun Gong, es una disciplina espiritual perseguida por el régimen comunista chino desde 1999.

La Sra. Nan fue arrestada el 29 de mayo del 2020. Fue jugada el 25 de marzo del 2021 y posteriormente fue condenada. Apeló el veredicto, pero en diciembre del 2021 el Tribunal Superior decidió mantener la sentencia original. Debido a la pandemia, aun permanece recluida en el Centro de Detención de Longgang y no ha sido trasladada a la Cárcel de Mujeres de Guangzhou. Hay detalles de su caso que no están claros.

La Sra. Nan comenzó a practicar Falun Dafa en 1996 y atribuye a esta práctica la curación de sus fuertes dolores de espalda. Después de que el régimen comunista ordenó la persecución en 1999, ha sido recluida seis veces en centros de detención y dos veces en centros de lavado de cerebro. Fue condenada dos veces a cinco años, una en 2011 y la otra en 2008.

Durante las dos condenas, cumplió condena en la Prisión de Mujeres de Wuhan, provincia de Hubei. En la cárcel, los guardias la ataron sobre una tabla dura y le encadenaron las manos y los pies a la fuerza. También le tiraron del pelo, le echaron agua hirviendo en la cabeza, la azotaron con un cinturón de cuero y le patearon el estómago con sus botas militares.

Los guardias ordenaron a dos reclusos que la torturaran en una pequeña habitación. Le ataban las manos a la espalda y la colgaban por las muñecas a la puerta o al marco de la ventana, a menudo durante días. La tortura le provocó un enorme dolor en las piernas y estas quedaron totalmente magulladas. No podía ni ponerse en cuclillas ni usar el baño.

También fue privada de sueño y obligada a estar de pie por la noche durante casi tres meses. No le permitían lavarse la cara, limpiarse los dientes ni ducharse. Tenía la parte inferior de su cuerpo, desde los pies hasta el muslo, completamente hinchada. Se le arrugó la piel de las plantas de los pies y se le cayó a tiras. Incapaz de mantenerse más tiempo en pie, se agachó y su cabeza casi tocó el suelo.

Como era incapaz de andar, los reclusos la arrastraban hasta el taller y la obligaban a trabajar de pie y sin cobrar, a veces desde las seis de la madrugada hasta las doce de la noche o a veces hasta las cuatro de la madrugada, solo paraba para las horas de las comidas.

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