(Minghui.org) Cuando el Partido Comunista Chino (PCCh) comenzó a perseguir a Falun Dafa, los practicantes de nuestra zona seguían yendo a Beijing para apelar. El PCCh arrestó a muchos de ellos y los envió a centros de detención.
Director de un Centro de Detención
Había un director en un centro de detención que acababa de retirarse del ejército. Era joven y ambicioso, y quería hacer algo para progresar en su carrera. Así que seguía las instrucciones de sus superiores y era muy cruel con los practicantes detenidos, golpeándolos cuando quería. Sin embargo, después de un tiempo, la conducta compasiva de los practicantes de Dafa lo inspiró. Poco a poco cambió, dejó de golpear a los prisioneros y se esforzó por tratarlos con amabilidad.
Cuando estuve detenida allí, a veces me llamaba para hablar. Le conté mi experiencia cultivando Dafa y cómo Dafa enseña a las personas a cultivar su mente y ser buenas personas. Se conmovió y dijo: “La primera tanda de practicantes que detuvieron aquí (refiriéndose a los coordinadores que fueron arrestados en varios lugares el día anterior al 20 de julio de 1999) me impresionó mucho. ¡Sus estándares morales eran muy altos! Nunca había visto gente tan buena. Después de ver su comportamiento, cambié. Ya no golpeaba a los prisioneros e hice todo lo posible por persuadirlos y educarlos”. También me habló de su vida y su carrera, y comentó sobre el lado oscuro de la sociedad actual. Le aconsejé que mantuviera su amabilidad y continuara tratando a los practicantes de Dafa con respeto.
Posteriormente, trató a los practicantes de Dafa con amabilidad e hizo todo lo posible por ayudarlos dentro de su autoridad. Por ejemplo, cuando algunos practicantes de Dafa hicieron huelga de hambre, denunció su situación a las autoridades superiores y solicitó su liberación, alegando que no podía hacerse responsable si sus vidas corrían peligro. Los practicantes fueron liberados a los tres días.
Cuando los practicantes querían escribir cartas para advertir a las autoridades que dejaran de perseguir a Dafa, el director les proporcionaba papel y bolígrafos. Cuando los practicantes leían el Fa y practicaban los ejercicios, fingía no verlo.
Un compañero practicante se lo encontró una vez por casualidad en la calle y lo invitó a cenar. Aceptó. Yo también los acompañé. En la cena, lo ayudamos a renunciar al PCCh y sus organizaciones afiliadas. Durante su mandato, cuando había practicantes detenidos en el centro de detención, a menudo le preguntábamos sobre su situación y los ayudaba cuando podía.
La historia de dos policías
Tras el inicio de la persecución, mantuve el contacto con dos policías locales. Uno era un veterano que se jubilaría en pocos años. Era amable y, cada vez que venía a mi casa, le aclaraba la verdad. Me escuchaba atentamente sin decir nada, y sentí que aceptaba mis palabras. Nunca me puso ninguna dificultad, ya que solo cumplía con los trámites que le indicaba su superior. Siempre que me lo encontraba en la calle, nos saludábamos cordialmente y charlábamos.
Una vez lo vi inflando las ruedas de su bicicleta en una intersección, así que me bajé y lo saludé. Entonces le hablé de Dafa y le aconsejé que renunciara al PCCh y a sus organizaciones afiliadas. Le puse un apodo y lo ayudé a renunciar al PCCh. Lo repitió y sonrió. Sentí que su alegría provenía de su lado divino, que conocía la verdad y ansiaba ser salvado.
Un día, mientras distribuía materiales para aclarar la verdad, me siguió un agente de paisano. Logré escapar, pero dejé mi bicicleta y un bolso con mis datos personales. No volví a casa después y estuve fuera de casa durante dos meses. Durante esos dos meses, ningún agente fue a buscarme. Más tarde supe que este agente no presentó mi caso. Decidió hacer lo correcto tras comprender la verdad sobre Dafa.
Después de que este agente se jubilara, una agente más joven ocupó su puesto. Cuando nos vimos por primera vez, noté que era una persona sencilla y directa. Después de contarle que los practicantes de Falun Dafa estaban siendo perseguidos, me mostró su compasión y dijo que yo era una buena persona.
Por orden de su superior, una vez vino a mi casa y me pidió el número de teléfono de mi hijo. Mi hijo trabajaba fuera de la ciudad en ese momento. Le dije que no le daría el número y que sería perjudicial para ella si se lo daba. Se puso ansiosa y empezó a llorar: "¿Qué debo hacer? ¿Qué le puedo decir a mi superior?". Al verla llorar, pensé: "Cuando el malvado Partido persigue a los practicantes de Falun Dafa, ¿no están también persiguiendo a estos oficiales? Como practicante, no debería culparla. Debo tratarla con compasión y ayudarla a recibir la salvación de Dafa".
La consolé y le dije: "No te preocupes. Eres nueva en este trabajo y no tienes experiencia; estás intentando hacer lo que te ordenan. Sin embargo, no seas tan ingenua y dejes que otros te usen. El Partido Comunista acabará por deshacerse de quienes cometen sus malas acciones.
Durante la Revolución Cultural, ninguno de los que avanzaron tuvo un buen final; setecientos u ochocientos fueron llevados a Yunnan y asesinados. No seas ingenua. El anterior oficial veterano solo cumplía con las formalidades cuando se le ordenaba hacer estas cosas. Nadie se lo tomó en serio. Además, todos saben que los practicantes de Dafa son buenas personas. ¿Acaso alguien puede ser tan devoto del PCCh como para terminar persiguiendo a gente buena? Estás aquí porque tu superior te ordenó que vinieras. Cuando regreses, puedes decirles que no había nadie en casa; entonces habrás terminado con la tarea.
“Si te pide que vuelvas, te daré un número de teléfono para que se lo des”. Ella preguntó: “¿Está bien?”. Respondí: “Por supuesto. Y como estás protegiendo a la gente buena y haciendo una buena obra, Dios te bendecirá”. Creyéndome, dejó de estar ansiosa y se fue con una expresión serena. Nunca más me pidió el número de teléfono de mi hijo.
Cuando me liberaron un tiempo después, le pregunté: "Te he contado tanto sobre Falun Dafa, ¿por qué seguiste dirigiendo a la gente a registrar mi casa?". Me respondió: "No tenía opción. Soy una agente local, ¿cómo no iba a ir con ellos? Pero no hice nada; solo miré algunas fotos".
Entonces me dijo que sus superiores la criticaron dúramente por mi culpa. Le respondí: "Si no supieran nada de mí, pensarían que estás haciendo bien tu trabajo. Pero como me protegiste, también te proteges a ti misma. ¿No te parece cierto?". Ella asintió con la cabeza.
Fue a mi casa con varios oficiales otra vez cuando yo no estaba. Mi esposo se enojó y les gritó, así que terminaron yéndose. Ella fue la última en irse. Consoló a mi esposo apretándole la mano dos veces para decirle: "Está bien, no tengas miedo, no te preocupes".
Más tarde trajo fruta a mi casa e insistió en que la aceptara. Al principio me negué, pero al ver su sinceridad, acepté su regalo. Al día siguiente, le di una tarjeta telefónica de 100 yuanes para expresarle mi gratitud.
La vi en mi barrio residencial a principios de 2024 y le expliqué: "Li Keqiang murió misteriosamente. ¡Era el primer ministro del país! Solo eres un oficial; debes ver la situación con claridad y distinguir el bien del mal”.
"¡Recuerda lo que te dije antes! ¡Que no te entierren con el malvado Partido!". Asintió repetidamente. Vi que su tez se había oscurecido y le pregunté si se había afiliado al Partido. Dijo: «Sí, tenía que afiliarme». Respondí: «Te daré un apodo y te ayudaré a renunciar al PCCh de corazón». Aceptó sin dudarlo.
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