(Minghui.org) Vi a varios oficiales de policía esperando en mi puerta cuando llegué a casa en la tarde del 19 de abril de 2024. Abrí la puerta, les dejé entrar y les invité a sentarse. Les conté mi experiencia practicando Falun Gong. Les dije: «Falun Gong no tiene organización ni secretos».

Mientras registraban ilegalmente mi casa, un joven agente me preguntó: «Usted se jubiló del sistema judicial. ¿Por qué nunca la despidieron? ¿Por qué no tiene miedo?». Le contesté: «¿Por qué iba a tener miedo? Sólo intento ser una buena persona. ¿Qué hay que temer?»

Me llevaron a la estación de policía y allí me detuvieron. Aquella noche aclaré la verdad a todos los agentes que conocí. A la mañana siguiente, grité: «¡Falun Dafa es bueno! Verdad-Benevolencia- Tolerancia es bueno».

Más tarde me llevaron al principal departamento de policía de la ciudad. Cuando salí del coche, el jefe de la estación de policía me empujó violentamente, me agarró del cuello y levantó la mano para golpearme. Grité: «¡Todo el mundo tomen fotos! Está a punto de pegarme». Sólo entonces me soltó. Me retuvieron en otra habitación mientras interrogaban a otro practicante. Yo gritaba: «¡Falun Dafa es bueno! ¡Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno! Dejen de perseguir a Falun Gong».

Durante el interrogatorio ilegal, le dije al agente que quería pegarme: «Soy una mujer de unos sesenta años y fui juez, pero aun así querías pegarme. Me imagino cómo tratan a la gente común. ¿Quién les ha dado derecho a perseguirnos? ¿Qué ley les permite hacer esto?». Permaneció en silencio. Después, preguntara lo que preguntara, me limité a responder: «No pertenezco a este lugar». Finalmente, me preguntó si tenía algo más que decir. Le dije: «Falun Dafa es una práctica recta. Se basa en Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Todo lo que se oponga a estos valores es malo».

Al oír esto, una oficial se levantó de la mesa de interrogatorios, se acercó a mí y me dio un pulgar hacia arriba. Me dijo: «¡Realmente no tienes miedo! ¡Increíble! Eres muy valiente y sabia». El agente que me interrogaba se apretaba el pecho, parecía que le dolía la cabeza y le faltaba el aire. Le susurró a la agente: «¿Puedo irme primero?» Entonces se volvió hacia mí y me dijo: «Trabajaste en el sistema judicial... No puedo interrogarte. Eso es todo por hoy».

Me llevaron a un centro de detención la tarde del 20 de abril de 2024. La primera celda en la que me metieron era una celda de detención temporal. Cuando entré, la reclusa encargada me preguntó por mis antecedentes familiares. Le respondí: «No he cometido ningún delito, así que no tengo nada que decirle».

Me negué a llevar el uniforme de la prisión, a hacer turnos o a realizar cualquier tarea asignada. Cada vez que me despertaba en mitad de la noche, hacía los ejercicios. Durante el día, emitía pensamientos rectos cada hora. Aparte de comer y dormir, pasaba el tiempo haciendo los ejercicios, recitando el Fa y contando a las demás la verdad sobre Falun Gong.

El ambiente en la celda era relativamente tranquilo, y la reclusa a cargo era amable. Después de obtener su permiso, empecé a hablar con las demás reclusas una por una, explicándoles la verdad y animándoles a renunciar al Partido Comunista Chino (PCCh) y a sus organizaciones afiliadas. Cuando llegó la hora de salir de la celda, todas se sentaron y me puse delante de ellas para contarles la verdad sobre Falun Dafa. Me aplaudieron y elogiaron: «¡Eso ha estado muy bien dicho! Muy bien dicho!»

Una semana después, me trasladaron a otro lugar. Antes de irme, las reclusas me dieron nueve salchichas, tres huevos y tres paquetes de verduras en escabeche. De camino, les dije a los policías: «Aunque estoy en un lugar difícil, tendré un futuro brillante porque soy una buena persona. Si puedo despertar la bondad de la gente que me rodea y ayudarles a conservar la bondad en sus corazones, ellos también tendrán un buen futuro. Eso significa que les he salvado. Las buenas acciones traen recompensas, y la causa y el efecto son reales».

Cuando llegué a la segunda celda, oí a una policía en el pasillo decir: «He oído que hay una practicante de Falun Gong aquí. Voy a echar un vistazo». Se dirigió a la puerta. Yo estaba junto a la puerta, así que le pregunté: «¿Por qué te muestras tan hostil?» Su expresión feroz desapareció de inmediato y dijo: «Oh, no es nada, nada. Sólo he oído que alguien estaba enferma y he venido a ver».

Venía a menudo a la celda. Un día le pregunté: «¿Por qué discriminas a Falun Gong?». La segunda vez que la vi, volví a preguntarle: «¿Seguirás discriminando a Falun Gong?». Me dijo que sí. Le contesté: «Si sigues haciéndolo, te denunciaré». No dijo nada.

Más tarde, ella y otros dos agentes vinieron a pasar lista. Le dije: «Recuerda esto: Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno». Te traerá paz y seguridad». Ella respondió inmediatamente: «De acuerdo». Después de eso, cada vez que me veía, me saludaba calurosamente. Todos los policías que habían interactuado conmigo me sonreían y asentían con la cabeza cuando me veían.

Cuando el personal del Tribunal vino a entregar la notificación de juicio ilegal, les dije: «Falun Gong mejora la salud y el bienestar. Sus principios son Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Al practicar Falun Gong, sigo estos valores para ser una buena persona, mejorar mi moral y purificar mi corazón. No he cometido ningún delito. ¿Qué delito hay que confesar?»

La juez asistente me pidió que firmara un aviso. Yo quería escribir «Verdad-Benevolencia-Tolerancia» en él, pero ella me arrebató rápidamente el papel y se negó a que lo escribiera. Me dijo: «¡Intentas promover Falun Gong incluso aquí!» Así que le pregunté: «Admites que “Verdad-Benevolencia-Tolerancia” pertenece a Falun Gong. Entonces, ¿qué dice eso de la supresión de Falun Gong?»

Después de un rato, ella dijo: «No tienes que practicar Falun Gong para ser una buena persona». Le contesté: «Pero los estándares son diferentes. Yo sigo estrictamente el principio de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, aunque me encarcelen, lo pierda todo en este mundo o incluso me enfrente a la muerte. No mentiré. Pero alguien que no practica Falun Gong no sería capaz de hacer eso».

La segunda vez que la juez asistente vino a pronunciar el veredicto de primera instancia, intenté de nuevo escribir «Verdad-Benevolencia-Tolerancia» en el recibo. Las personas que estaban con ella se opusieron enérgicamente y levantaron la voz. Un funcionario del centro de detención oyó la conmoción y entró a preguntar qué pasaba. Esta vez la juez asistente dijo: «Está bien, está bien. Que lo escriba».

Más tarde, esta juez asistente tuvo incluso la oportunidad de preguntarme sobre el incidente de la autoinmolación de la plaza de Tiananmen. Le dije que fue un incidente montado por el PCCh para inculpar a Falun Gong. ¡Qué maldad!

Veo a los agentes de seguridad pública, a los procuradores y a los jueces como personas a las que hay que salvar. Mi relación con ellos no es de perseguidos y perseguidores, sino de salvadores y salvados. Nunca utilizo la palabra «acusar». Simplemente les digo la verdad, les trato como amigos y discuto las cosas racionalmente. A medida que les hablaba más, fueron aceptando las palabras «Verdad-Benevolencia-Tolerancia» sin sentirse nerviosos ni asustados.

Al principio, una agente de policía ni siquiera me dejaba decir que practicar Falun Gong mejoraba mi salud. Pero más tarde, creyó en el principio de la retribución kármica, e incluso lo utilizó para educar a las reclusas detenidas. Con el tiempo, las practicantes de Falun Gong le parecieron asombrosas y repetía: «¡Las envidio! Las envidio». Admiraba lo ligera y enérgica que era, y lo feliz y alegre que me mantenía cada día. Al final, ella podía escucharme abiertamente hablar sobre Falun Gong, y seguía diciendo: «Todo lo que dices es correcto. Todo está bien».

Mi abogado me dijo: «Tengo la sensación de que el procurador y el juez se preocupan por ti y realmente no quieren sentenciarte, pero hay alguna fuerza invisible que les impide liberarte».

Después de apelar, el Tribunal de segunda instancia vino a verificar los materiales del caso. Me preguntaron si admitía la culpabilidad y aceptaba la sentencia. Respondí con firmeza: «No he cometido ningún delito. ¿Qué delito hay que confesar?» Intenté compartir la verdad sobre Falun Gong y mi experiencia practicándolo, pero el juez me detuvo. Le dije: «Estoy encarcelada porque practico Falun Gong y sigo el lema “Verdad-Benevolencia-Tolerancia”. Si usted no me permite mencionar Falun Gong o hablar de 'Verdad-Benevolencia-Tolerancia', ¿qué más hay que decir?» El juez no respondió.

Le dije: «Falun Gong beneficia a la sociedad, al pueblo, a las familias y a los individuos. Sólo trae cosas buenas». Había dicho esto en la Oficina de Seguridad Pública, en la Procuraduría y en el Tribunal de primera instancia, pero ninguno de ellos lo registró. Finalmente se incluyó en el expediente del caso de segunda instancia.