(Minghui.org) Los cisnes son aves acuáticas con una apariencia similar a la de los gansos. Emiten fuertes graznidos y se alimentan de plantas e insectos. Aunque son aves acuáticas, son hábiles voladores.

En el capítulo «Círculos Celestiales» en Zhuangzi, un antiguo texto chino sobre los fundamentos del taoísmo, se afirma: «Los cisnes son blancos sin necesidad de bañarse a diario; los cuervos son negros sin necesidad de teñirse de negro todos los días». Según el Shuowen Jiezi, el diccionario de caracteres chinos más antiguo, un cisne (hu) es un ave que vuela alto. El carácter hu (鵠) se utiliza a menudo junto con el carácter hong (鴻, ganso salvaje) para simbolizar elevadas ambiciones.

Cuando los cisnes migran, a menudo se separan, pero permanecen leales a sus parejas. La mayoría de los cisnes se emparejan de por vida.

Nací en la provincia de Shanxi, al noreste de China. Cuando tenía diez años, mis padres me llevaron a visitar a mis abuelos en la ciudad de Yuanping, donde vi montañas por primera vez. Me emocionó muchísimo ver montañas tan grandes.

Una tarde soleada, mi padre se sentó conmigo junto a un manantial. Oímos a un pastor silbando a su rebaño y vimos a una oveja traviesa que se escapaba. El pastor tomó una piedra y se la arrojó, dándole en uno de los cuernos. Al ver lo asombrado que estaba por la habilidad del pastor, mi padre me contó una historia de su infancia.

Uno de los primos de mi padre también era pastor. Cuando cuidaba sus rebaños, siempre llevaba un rifle de caza para ahuyentar a los lobos y leopardos. Cada primavera, veía bandadas de aves migratorias que regresaban al norte. Una vez, mientras cuidaba sus ovejas en la cima de una montaña, vio dos cisnes volando sobre su cabeza. Sin pensarlo mucho, les disparó y uno cayó. Lo recogió y vio que tenía un ala rota. Le vendó el ala y se lo llevó a casa. Cuando los ancianos de la casa se enteraron de lo que había hecho, lo regañaron: «Los cazadores no disparan a los cisnes en parejas. Es terrible lo que hiciste». Sabiendo que se había equivocado, mantuvo al cisne en el patio y lo alimentó.

Cuando llegó el otoño y las aves comenzaron a migrar hacia el sur, un cisne solitario sobrevoló la zona, emitiendo un triste graznido. El cisne que estaba en el patio del primo oyó el graznido y respondió con fuerza. El cisne que volaba reconoció la voz de su compañero y, sin importarle la presencia de los humanos, aterrizó en el patio. Los dos parecieron disfrutar de su reencuentro. El que bajó era más grande, probablemente el macho. Cuando se dio cuenta de que el ala de su compañero estaba rota y que ya no podría volar con él, extendió las alas, alzó la cabeza y graznó con angustia. Los dos cisnes entrelazaron sus cuellos y murieron juntos.

Sin importar cuánto tiempo haya pasado, siempre he recordado vívidamente los momentos que pasé en las montañas de mi tierra. En los momentos difíciles, recuerdo el agua dulce del manantial, los arroyos que corrían, el nido de la urraca en el gran álamo a la entrada del pueblo, las campanas y los tambores del templo de piedra y los cisnes que volaban sobre nuestras cabezas.

Existe otra especie de ave que es fiel a su pareja: el cálao bicorne (Buceros bicornis). Una vez que una pareja de cálaos se aparea, pasa el resto de su vida junta. Durante la época de cría, el macho se encarga de alimentar a la hembra mientras incuba los huevos, y a los polluelos después de que nacen.

El águila calva, una enorme ave rapaz, también se empareja de por vida. Cuando uno muere, el otro suele morir también.

El albatros, una gran ave marina con una envergadura de 2,5 a 3,5 metros, es conocido por su fidelidad a su pareja. Los albatros pasan más del 90% de su tiempo en el aire, pero siempre recuerdan a sus parejas y la ubicación de sus nidos. Una vez confirmada la relación, permanecen juntos de por vida. Incluso si se separan durante años, son capaces de reconocer la voz y la apariencia de su pareja. Al regresar a sus zonas de cría, los que están solos comienzan a buscar pareja, mientras que los que ya tienen pareja y llegaron temprano esperan pacientemente el regreso de sus compañeros.

En la sociedad humana, tradicionalmente, el matrimonio se basa en el apoyo mutuo en los momentos difíciles y en la fidelidad incondicional. En Occidente, las personas se prometen amor y cariño en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Desafortunadamente, con el auge de teorías como la evolución y el ateísmo, el matrimonio ya no se sustenta en principios morales ni en la fe, y la infidelidad, el incesto y el divorcio son comunes. Los seres humanos, sin una brújula moral, pueden actuar peor que los animales.