(Minghui.org) Li Bai, uno de los poetas más famosos de la historia de China, visitó Yangzhou cuando tenía 26 años. Siendo una persona generosa como era, repartió 300 000 monedas de cobre (la moneda de la época). Posteriormente, resultó herido y cayó en la pobreza, quedándose sin un lugar para vivir. Con la ayuda de su asistente Dansha, Li pudo quedarse en el Templo Daming. Una noche, tuvo un sueño interesante. Cuando despertó, se dio cuenta de que extrañaba su tierra natal y escribió un famoso poema al respecto.

A continuación, los detalles.

(Continuación de las partes 1 y 2)

Parte 3. Un poema

Después de que Jianzhen dijo que podían quedarse en el Templo Daming, Dansha le agradeció y se fue. Cuando Li Bai apareció en el Templo Daming al día siguiente, Jianzhen le recibió en la entrada. Li estaba muy agradecido, pero Jianzhen dijo: “Nosotros también queremos agradecerte. Escribiste un muy buen poema sobre la Pagoda Xiling en el Templo Daming. En tu tiempo libre mientras estés aquí, por favor escribe algunos poemas para nosotros. Los buenos poemas no tienen precio”. Hizo que otro monje arreglara dos habitaciones, una para Li Bai y la otra para Dansha. 

La habitación de Li estaba decorada con un relieve alrededor de la ventana y el relajante aroma del sándalo. Había un mosquitero nuevo para mantener a los insectos fuera. La habitación de Dansha era sencilla. Tenía una ventana simple y había un pequeño agujero en el mosquitero. Pero la habitación estaba limpia y ordenada.

Pasó un mes, y Li se fue recuperando gradualmente. Una noche, mientras estaba en la cama, miraba el relieve alrededor de la ventana en trance. El relieve representaba tres conejos corriendo, uno tras otro. Curiosamente, como corrían en círculo alrededor de la ventana, compartían las orejas. Es decir, aunque cada conejo tenía dos orejas, los tres conejos tenían tres orejas. Era interesante, casi místico.

Li cerró los ojos, aparentemente capaz de escuchar a los conejos corriendo. Saltaron al patio como si le llamaran. Li se levantó y salió. En el patio, la mesa de piedra estaba quieta, la rueda de agua estaba silenciosa y el árbol de laurel se balanceaba suavemente. A Li le parecía como si él mismo fuera un conejo jugando con los otros conejos. Luego, los tres conejos saltaron al árbol de laurel y desaparecieron en las densas ramas y hojas.

Li corrió alrededor del árbol varias veces pero no pudo encontrarles. Rascándose la cabeza, estaba desconcertado. De repente miró hacia arriba y vio una nube auspiciosa, en la cual estaba una hermosa doncella celestial llevando un conejo. “Ah, ¿no es esta la legendaria doncella Chang’e?”, se preguntó.

Con los ojos muy abiertos, Li miró a Chang’e y al conejo. La doncella resplandecía suavemente a la luz de la luna, sus ojos eran sagrados y puros. Mirándola, el inquieto corazón de Li se calmó.

Después de un rato, apareció una escena espectacular en el cielo nocturno. Detrás de Chang’e con el conejo, apareció de repente otra Chang’e con un conejo, como un reflejo en un espejo. Li estaba asombrado: ¿Qué poder místico podría hacer aparecer a una segunda Chang’e?

 Mientras meditaba sobre esto, apareció una tercera Chang’e con un conejo, luego una cuarta y una quinta... Aparecieron sin cesar, como un niño soplando burbujas, cada una de ellas una Chang’e resplandeciente con un conejo. 

Poco después, había Chang’e con conejos por todo el cielo. Luego se hicieron más pequeñas y se convirtieron en grupos de puntos brillantes. Estos puntos brillantes se elevaron lentamente a la luz de la luna, girando y transformándose en diferentes formas. Decenas de miles de puntos como medusas se reunieron en la cima de la Pagoda Xiling, haciéndose más pequeños y convirtiéndose en estrellas brillantes en el cielo. Decenas de miles de estas “estrellas” danzaban en el cielo y, al final, formaron un patrón gigantesco y brillante del gran pájaro Dapeng, listo para alzar el vuelo hacia el cielo. Todo el cuerpo de Dapeng brillaba, cubriendo la Pagoda Xiling con un revestimiento de luz plateada. Todo el patio estaba iluminado como de día.

Li se sentía como un vagabundo que había pasado por interminables dificultades y había sido terriblemente herido y finalmente regresaba a su tierra natal después de una larga ausencia. La familiar pero largamente olvidada imagen de Dapeng hizo que la sangre de Li corriera por sus venas, dejándole una sensación de alegría y trayendo lágrimas a sus ojos. Li miro fijamente a la deslumbrante Dapeng en el cielo. Los ojos brillantes como estrellas de Dapeng parecían hablarle al alma misma de Li; cada pequeña y brillante “estrella” en el cuerpo de Dapeng resonaba profundamente en el corazón de Li, y sentía como si él mismo se hubiera roto en incontables piezas temblorosas, cada pieza una de las “estrellas” de Dapeng. Una tranquila felicidad llenó el corazón de Li, como un bebé que vuelve a los brazos de su madre o un animal salvaje solitario que regresa a la protección del bosque.

Li cerró suavemente los ojos y sintió una cálida corriente fluir por todo su cuerpo. Cuando abrió los ojos de nuevo, vio la imagen de Dapeng desapareciendo lentamente en el cielo nocturno. De hecho, al mirar más detenidamente, no era que la imagen estuviera desapareciendo, sino que Dapeng estaba volando más alto y más lejos. Mientras volaba, el patrón de estrellas cambiaba en los ojos de Li. A veces veía la Montaña Dakuang en su tierra natal, donde podía ver las figuras familiares de sus padres ancianos y los contornos borrosos de Wu Zhinan y el maestro Zhao Rui. A veces veía un destello de la montaña Tian Shan en su lugar de nacimiento de Suyab, donde sus compañeros de juego de la infancia galopaban en caballos Akhal-teke junto al río Chu. A medida que el último caballo se desvanecía, las estrellas se reorganizaban en la capital Chang’an, las calles se entrecruzaban en la ciudad como un tablero de ajedrez con personas tan diminutas como hormigas.

 Mientras Li miraba el palacio de Chang’an, de repente desapareció, reemplazado por un reino celestial de Yaochi como un sueño, donde viven los inmortales. Yaochi estaba rodeado por un halo dorado. El resplandeciente Dapeng había desaparecido en el Palacio de la Luna. Lo único visible en el cielo nocturno era el gran y misterioso reino de Yaochi y el dorado Palacio de la Luna.

 ¡Yaochi era realmente impresionante! Un ser divino gigantesco con cabello rizado azul y exudando un aire de paz y armonía estaba sentado en una plataforma de loto en el centro. Su expresión era compasiva y solemne, y sus ojos eran tan profundos como el mar. Detrás de él había una luz brillante que iluminaba todo el reino celestial como en un sueño.

 En la parte inferior de la escena había varios niños celestiales juguetones. Eran lindos e inocentes. Dos jugaban en el agua, aplaudiendo y riendo. Otros dos estaban tratando de trepar una hoja de loto, con sus caritas rojas por el esfuerzo.

 En el medio había un grupo de doncellas celestiales voladoras con figuras gráciles y vestidos relucientes. Algunas de ellas volaban entre edificios, sosteniendo cestas de flores y esparciendo pétalos en el aire, creando una hermosa lluvia de pétalos; otras tocaban melodías cautivadoras en instrumentos musicales.

 Arriba había instrumentos musicales que se tocaban solos. Volando en el cielo, sonaban muy agradables, lo cual, junto con el canto y la risa de los seres celestiales, presentaba una maravillosa imagen de armonía. Era sorprendente que esos instrumentos pudieran tocar tan buena música por sí mismos, como si fueran seres vivos.

 Justo cuando Li estaba mirando un kong hou (un instrumento antiguo como un arpa) que se tocaba solo, toda la escena mística desapareció, como si una burbuja hubiera estallado. Mirando alrededor, Li vio la ventana de piedra quieta y el relieve de tres conejos, rodeado por la quietud de un templo. Oh, fue un sueño.

 Levantándose y caminando lentamente hacia el patio, Li creyó ver una fina capa de escarcha en la cerca alrededor del pozo de agua. Al acercarse más, se dio cuenta de que era la luz de la luna reflejada. Mirando hacia el cielo, Li vio la luna naranja alta sobre la Pagoda Xiling aún más brillante. En la quietud de la noche, no pudo evitar extrañar su tierra natal, y un poema vino a su mente:

Jing Ye Si (Pensamientos en una noche tranquila)

En la cerca del pozo brilla la luz de la luna,
reflejándose como escarcha en la noche;
Mirando hacia arriba veo la luna brillante y redonda,
bajando la cabeza, extraño mi tierra natal.

El día que dejó el Templo Daming, Li escribió este poema en una tabla de poesía. 

Después de leer este poema palabra por palabra, Jianzhen asintió y lo elogió. Le pidió a alguien que lo colocara en el salón principal del templo.

Dansha miró el poema y lo leyó 10 veces.

“¿También haces poemas?”, preguntó Jianzhen.

“Mi joven maestro está pasando por un momento difícil y hasta sus poemas son mediocres en estos días”, respondió Dansha. “Hasta yo también puedo inventar un poema como este”. 

Jianzhen no pudo evitar admirarlo y dijo: “Como asistente del gran poeta Li Bai, no eres una persona común. ¿Podrías compartir tu poema con nosotros?”.

Así que todos los monjes en el salón principal contuvieron la respiración y escucharon respetuosamente. Dansha no dudó y, después de aclarar su garganta y sacar pecho, leyó su poema en voz alta:

Molestia a medianoche

Junto a mi almohada hay un zumbido,
constante y fuerte casi como un trueno;
Mirando hacia arriba veo un agujero en el mosquitero,
bajando la cabeza estoy ocupado matando mosquitos. 

Fin