(Minghui.org) Li Bai, uno de los poetas más famosos de la historia de China, visitó Yangzhou cuando tenía 26 años. Debido a su generosidad, repartió 300,000 monedas de cobre (la moneda de la época). Posteriormente, resultó herido y cayó en la pobreza, quedándose sin un lugar para vivir. Con la ayuda de su asistente Dansha, Li pudo quedarse en el Templo Daming. Una noche, tuvo un sueño interesante. Cuando despertó, se dio cuenta de que extrañaba su tierra natal y escribió un famoso poema al respecto.

A continuación, los detalles.

Parte I. Lesión y pobreza

Yangzhou, donde Li Bai repartió 300,000 monedas de cobre y luego vivió en la pobreza, es un lugar terrible. Yangzhou es trabién un explendido lugar, porque allí escribió Jing Ye Si (Pensamientos en una noche tranquila), uno de los poemas más conocidos de China.

Era el año 726 d.C. y Li Bai tenía 26 años. Después de enterrar a su amigo Wu Zhinan a la orilla del Lago Dongting, viajó hacia el sur hasta el Río Miluo, donde le lloró a Qu Yuan, un antiguo erudito conocido por su integridad. Además de visitar la Montaña Yuelu y la histórica ciudad de Lingling, también viajó hacia el este hasta Jinling (hoy Nanjing) y el sitio histórico del Río Qinhuai, así como el Templo Jiming. Finalmente, llegó a la pintoresca Yangzhou.

Con pasión y manuscritos preparados, Li llevó sus poemas para visitar a varios oficiales y celebridades. En particular, colocó “Oda a Dapeng” (un legendario pájaro gigante), la obra de la que estaba más orgulloso, en el lugar más visible. Pero las cosas no salieron tan bien como esperaba. Una y otra vez, sus visitas no dieron resultado, porque la gente estaba más interesada en celebrar la visita del emperador al Monte Tai.

El desaire fue embarazoso, pero no deprimió a Li. En cambio, encontró que el aire de tristeza combinaba bien con la antigua ciudad de Yangzhou mientras caminaba por los callejones de sauces y las calles bordeadas de flores. El agua que fluía lentamente bajo los antiguos puentes, así como los paseos en bote en el Lago del Oeste Delgado, le trajeron relajación; el canto y el baile también lo inspiraron. En su tiempo libre, veía peleas de gallos, iba de caza a caballo o jugaba Cuju (un antiguo juego de pelota).

En el verde césped un día de primavera con brisa, Li y otros estaban jugando un entusiasta juego de Cuju. Vestido con una túnica suelta de cuello redondo y mangas estrechas, llevaba zapatos de tela suaves y cómodos. Usaba una bufanda fluida con una elegante cinta en la cabeza. Era un jugador hábil, a veces avanzando como un tigre y otras veces moviéndose ágilmente como una grulla. De repente, Li pateó la pelota al cielo y todos aplaudieron. Luego, accidentalmente pisó un bache, perdió el equilibrio y cayó con un ruido sordo. Cuando Li luchó por levantarse, se dio cuenta de que solo podía poner peso en su pierna derecha, arrastrando la pierna izquierda. Intentó caminar unos pasos y volvió a caer. Cuando sus compañeros de equipo se acercaron para ayudarlo, vieron que la pierna izquierda de Li se había hinchado como un tronco de árbol y casi rasgaba la pierna de sus pantalones. Li solo pudo fruncir el ceño y soportar el dolor mientras lo llevaban de vuelta al hotel.

Li pensó que volvería al campo de juego en unos días. Aunque su asistente Dansha y algunos amigos lo cuidaron bien, pasaron tres meses de verano y Li apenas podía caminar. De hecho, era más lento que alguien de 80 años. Hay un dicho que dice que se necesitan cien días para recuperarse de músculos o huesos rotos, y eso era cierto para él.

Li también estaba nervioso porque le quedaba poco dinero. El dueño del hotel a menudo se acercaba y lo miraba fríamente, así que era hora de mudarse y encontrar otro lugar donde quedarse.

Parte 2. Templo Daming

Su asistente Dansha recordó que Li era buen amigo de Jianzhen, un monje en el Templo Daming. ¿Tal vez este monje de cejas curvadas y ojos sonrientes estrechos podría ayudarlo?

A la mañana siguiente, Dansha fue al Templo Daming y vio a un joven monje alimentando a varios gansos junto a la Pagoda Xiling. Después de hablar con Dansha, el joven monje lo llevó a la parte trasera del templo y señaló a un monje que estaba regando plantas. Jianzhen tenía unos 30 o 40 años y estaba regando las verduras y flores.

Sin decir una palabra, Dansha tomó un balde y comenzó a regar las plantas junto a Jianzhen. Jianzhen entrecerró los ojos y reconoció a Dansha, por lo que comenzaron a charlar mientras trabajaban.

“Maestro, este templo se ve genial, con dinero de incienso apilado como una pequeña colina. ¿Por qué sigues cultivando tus propias verduras y flores?”, preguntó Dansha.

Jianzhen se remangó y sonrió en respuesta: “Cada centavo que nos dan nuestros benefactores es ganado con mucho esfuerzo, por lo que debemos ser considerados con ellos. Ganar dinero es como llevar tierra con una aguja y gastar dinero es como verter agua.”.

Dansha asintió y dijo: “No podría estar más de acuerdo. Supongamos que tengo 300 filas de monedas en este balde. Parece mucho y de hecho es suficiente para pagar más de 60,000 dou (un dou es aproximadamente 10 litros) de arroz. Pero si uno simplemente las repartiera sin pensar, se acabarían pronto.”.

Sosteniendo una cucharada de agua, Dansha miró a una orquídea como si fuera una persona y gruñó: “Por ejemplo, un joven en Yangzhou estaba en problemas y su esposa iba a tener un bebé, por lo que le pidió dinero a mi joven maestro, Li Bai,”. Dansha vertió el agua sobre la orquídea y continuó: “Mi joven maestro simplemente le dio 30 hilos de monedas y ni siquiera lo pensó.”.

Dansha tomó otra cucharada de agua, miró a los crisantemos de otoño y dijo con amargura: “El padre de otro joven en Yangzhou tiene casi 100 años y apenas puede caminar. Le pidió ayuda a mi joven maestro.”. Mientras Dansha vertía agua sobre los crisantemos, comentó. “Así que mi joven maestro le dio 30 hilos de monedas, así de simple.”.

Después de regar una flor de cactus nocturna y un lirio de araña roja, Dansha suspiró y expresó: “Un joven en Yangzhou estaba enfermo y yacía en la cama con dolor. Mi joven maestro le dio 30 hilos de monedas. Cuando murió el padre de otro joven, sostuvo la carta que le notificaba y derramó dos lágrimas, y mi joven maestro le dio 50 hilos de monedas.”.

Jianzhan sonriendo, contestó: “Li Bai es de hecho una persona generosa que valora la amistad.”.

“¡Sí, por supuesto!”, estuvo de acuerdo Dansha. “Viviendo en este mundo, todos pasan por momentos difíciles. La tierra natal de alguien se inundó, alguien se rompió una pierna al caer de un caballo, alguien perdió su trabajo en el gobierno y alguien tuvo problemas por matar a un matón. Todos sabían dónde encontrar a mi joven maestro. Vinieron con la cabeza baja y expresiones tristes en sus rostros, y mi joven maestro simplemente seguía repartiendo el dinero.”. Dansha continuó regando las coles, la bolsa de pastor, los champiñones y las espinacas.

“El padre de Li Bai es comerciante. ¡No es de extrañar que sea tan generoso!”, observó Jianzhen.

“¡Claro! Aquí hay un chiste, muy gracioso. Una vez, un joven maestro vecino gritó. Mi joven maestro no dijo nada y me dijo que le llevara 30 hilos de monedas al maestro vecino. ¿Sabes por qué esa persona gritó?”. Dansha se inclinó hacia adelante, riendo tanto que sus ojos lloraban, y murmuró: “Ese joven maestro acababa de ganar mucho dinero apostando. Cuando sus parientes y amigos se enteraron, todos vinieron a pedirle prestado dinero, así que tuvo que ir a esconderse al hotel. Cuando le di el dinero, me lo devolvió diciendo: ‘Es difícil cuando no tienes dinero, pero es más difícil cuando tienes dinero.’”.

Jianzhen no pudo evitar reír: “Solo sabía que Li Bai escribía buenos poemas; no sabía que era tan amable, como un Bodhisattva”. Jianzhen dejó de reír y reflexionó: “Tal vez tu joven maestro, como dijiste que hace, ‘me vertiera algo de agua.’”.

Levantando el balde, Dansha vertió el agua restante sobre las verduras. Luego puso el balde boca abajo y se lo mostró a Jianzhen, “Aunque había mucha agua al principio, se acaba. En este momento, estaríamos agradecidos si el dueño del hotel no echara a mi joven maestro.”.

En ese momento, varios gansos se acercaron y comenzaron a buscar gusanos en el suelo.

Los ojos de Dansha se iluminaron y dijo: “Maestro, estos gansos me recuerdan algo interesante. Eres muy conocedor y probablemente lo sepas. Estos gansos son blancos con pies rosados, delicados como niñas. Pero cuando están enojados, se atreven a picar a la gente e incluso a un tigre. Sabes que un tigre es el rey de las bestias, pero no sabe qué hacer cuando se trata de gansos. Cuando mi joven maestro enterró a Wu Zhinan junto al Lago Dongting el año pasado, salió un tigre del bosque. Yo también estaba asustado. De repente, los dos gansos que había criado volaron del agua a la orilla. Uno de ellos picoteó al tigre con su pico y el otro lo atacó con sus alas. Volaron alrededor del tigre, dejando a la bestia desorientada. Al final, el tigre huyó.”.

“Sí, cuando Li Bai enterró a su buen amigo Wu Zhinan, lloró hasta que le sangraron los ojos y no se movió ni cuando apareció un tigre,” dijo Jianzhen mientras giraba sus cuentas de rosario. “He oído hablar de esto y realmente lo admiro.”.

Dansha dijo: “Mi joven maestro a menudo dice, ‘Si uno no conoce la poesía, la mitad de su vida se ha ido; si uno no valora la amistad, la otra mitad de su vida se ha ido.’ Pero en mi entendimiento, si uno no entiende a los gansos, probablemente perderá su vida por completo.”.

Jianzhen se rió diciendo: “Eso tiene sentido. Es cierto que tu joven maestro puede saber esto sobre los gansos. Pero tengo algo para que recuerdes: Es mejor actuar con rectitud y vivir frugalmente que hacer malas acciones y vivir con abundancia. Sé por qué estás aquí: no necesitas hablar en acertijos. Si tu joven maestro no tiene inconveniente, puede quedarse en el Templo Daming a partir de mañana.”.

(Continuará)