(Minghui.org) El Sr. Xie Yujun, residente de la ciudad de Xingning, provincia de Guangdong, de 56 años de edad, fue juzgado el 18 de octubre de 2024 por practicar Falun Gong, una disciplina espiritual perseguida por el régimen comunista chino desde 1999. Su hija se declaró inocente en su nombre y relató el suplicio que ha sufrido la familia durante los últimos 25 años de persecución continua al Sr. Xie por sus creencias. 

Un grupo de agentes del Departamento de Policía de la ciudad de Xingning irrumpió en el domicilio del Sr. Xie el 24 de abril de 2024. Como él no estaba en casa, la policía retuvo en su lugar a su esposa y a su hija de diez años. Tras la detención del Sr. Xie al día siguiente, la policía continuó vigilando a su esposa e hijo después. Un agente maltrató verbalmente al niño cuando preguntó por su difunta madre biológica (fallecida dos años antes) y dos miembros del comité residencial siguieron al niño cuando iba al colegio. 

El Sr. Xie, que se encuentra detenido en el Centro de Detención de la ciudad de Xingning, compareció ante el Tribunal del distrito de Meixian el 18 de octubre de 2024. Se fijó una segunda audiencia para el 12 de noviembre.

En los últimos 25 años, el Sr. Xie ha cumplido dos sentencias en campo de trabajo, por un total de 4,5 años, y una sentencia en prisión de 5 años. Fue sometido a torturas durante su detención, como aislamiento, descargas eléctricas, palizas, privación del sueño, administración forzada de fármacos, alimentación forzada y otros abusos. 

Su hija, la Sra. Xie Xiaoting, sólo tenía un año cuando el Sr. Xie fue sentenciado a la segunda condena en el campo de trabajo. Su condena se produjo poco después de que ella cumpliera seis años. Vivía atemorizada y preocupada constantemente por si volvían a detener a su padre. Recibió un duro golpe cuando su madre falleció en 2022, sucumbiendo a la presión mental y a años de duro trabajo cuidando de la familia. Su hermano pequeño luchó por salir adelante y todavía pregunta a menudo dónde está su difunta madre. El padre de los hermanos volvió a casarse más tarde.

La Sra. Xie, que ahora cursa el último año en la Universidad Farmacéutica de Guangdong, también está en el punto de mira de las autoridades por su fe en Falun Gong. 

A continuación reproducimos parte del alegato de defensa de Xie.

*** 

Desde que tengo uso de razón, siempre fue mi madre la que cuidó de mí y rara vez veía a mi padre. A menudo le preguntaba a mi madre: «¿Cuándo volverá papá a casa?».

En junio de 2000, mi padre fue a Beijing a apelar por Falun Gong y la condenaron a dos años en el Campo de Trabajo Forzado de Sanshui. Las autoridades hicieron que mi tío y mi tía intentaran convencerle de que renunciara a Falun Gong o de que no volviera a ir a Beijing. Él mantenía que no había hecho nada malo. Cuando expiró su condena, la policía no lo puso en libertad, sino que lo llevó al Centro de Detención de Xingning. Mantuvo una huelga de hambre y finalmente le permitieron volver a casa. Más tarde fue a Shenzhen en busca de trabajo, pero allí lo detuvieron y lo enviaron de vuelta a Xingning. 

En septiembre de 2002, sólo unas semanas después de que mi padre regresara a casa, la Oficina 610 de Xingning lo llevó a un centro de lavado de cerebro. Tres meses después, lo trasladaron a un lugar desconocido, donde permaneció retenido otro mes. La Oficina 610, la policía local y el comité residencial continuaron acosándolo tras su liberación. 

Por esa misma época conoció a mi madre y se casó. Yo nací en septiembre de 2003. 

Una vez, en el trabajo, un compañero estaba siendo poco razonable y mi padre comentó su comportamiento. Esa persona montó en cólera y abofeteó a mi padre delante de los demás. Mi padre se dio cuenta de que no debería haberle juzgado y le pidió disculpas. Esa persona no esperaba que mi padre respondiera así. Se sintió avergonzado y se marchó.

El 19 de enero de 2004, cuando sólo tenía cuatro meses, un grupo de agentes de la Oficina 610 irrumpió en nuestra casa, hizo una redada y volvió a detener a mi padre. La policía también difundió rumores que difamaban a mi madre entre su familia y amigos, lo que la estresó mucho. 

Como mi madre no podía permitirse enviarme a la guardería, me llevaba al trabajo todos los días y sus compañeros a veces le ayudaban a darme de comer. En sus días libres, iba a la estación de policía a pedir justicia para mi padre. La policía acudía a menudo a nuestra casa para acosarla y la perseguía. Para evitar que la detuvieran, dejó su trabajo y se escondió conmigo. La policía la incluyó en la lista de personas buscadas y puso recompensas para que la gente denunciara nuestro paradero. Fue muy duro para mi madre cuidar de mí mientras esquivaba a la policía durante esos meses. 

El 10 de julio de 2004, poco después de que mi padre fuera puesto en libertad, encontró un trabajo reparando motocicletas, sólo para ser denunciado y arrestado por hablar con el propietario de una motocicleta sobre Falun Gong. Le sentenciaron a dos años y medio en el Campo de Trabajo Forzado de Sanshui, donde le aplicaron descargas eléctricas, le privaron del sueño, le obligaron a realizar trabajo forzado sin remuneración y lo sometieron a otros malos tratos corporales. No puedo imaginar cómo sobrevivió.

Mi madre encontró otro trabajo. Su salario no llegaba a los 300 yuanes (aprox. 42 dólares) al mes. Con 70 yuanes para el alquiler y 90 para mi guardería, no le quedaba mucho para pagar los servicios y la comida. A menudo se quejaba cuando tenía que gastar 90 yuanes en rellenar el depósito de gas natural para cocinar en casa.

Mi madre me contó más tarde que yo preguntaba a menudo por mi padre durante ese tiempo. Ella siempre hacía todo lo posible por consolarme. A veces escribía a mi padre, y su correspondencia le daba ánimos para seguir adelante.

El único incidente que recuerdo de antes de los cuatro años es que mi madre salió a hacer la compra mientras yo dormía. Me aterroricé cuando no pude encontrarla al despertar. Fuera llovía y tronaba. Estaba muy asustada y temía que también hubieran detenido a mi madre. Llamé a la puerta de mis vecinos y pedí ayuda. Tardé mucho en calmarme. 

En 2007, por fin liberaron a mi padre. Vivimos juntos en paz durante unos dos años, cuando lo volvieron a arrestar el 27 de octubre de 2009. Durante su audiencia judicial, no me dejaron entrar en la sala porque era demasiado joven. Me quedé en el pasillo. Cuando mi padre entró en la sala, le llamé y me sonrió pidiéndome que me portara bien en casa. Recordaré esa escena para siempre.

Más tarde, mi padre fue sentenciado a cinco años y llevado a la Tercera Prisión de la provincia de Guangdong. No podía entender por qué la policía siempre arrestaba a mi padre, simplemente porque practicaba Falun Gong para ser una buena persona. Mi madre me pidió que no odiara a esa gente, explicándome que ellos mismos eran las verdaderas víctimas.

Mi maestra de escuela también recibió órdenes de los superiores de perseguirnos. Con la excusa de visitar a mi familia, vino a nuestra casa con varios oficiales fuertes, que más tarde hicieron una redada. 

En la escuela, no me atrevía a contar a los demás que mi padre había sido encarcelado por practicar Falun Gong. No sabía si podrían entenderlo. Mi madre me dijo que la verdad siempre será la verdad; no es una vergüenza practicar Falun Gong y es la policía la que viola la ley al perseguir a la gente buena. 

Tenía mucho miedo de que arrestaran también a mi madre. La seguía a todas partes. Si ella no dormía, yo no me iba a la cama. Lloraba si la perdía de vista. Todos los días tenía pesadillas con agentes uniformados que venían al lugar de trabajo de mi madre para detenernos. No me atrevía a contarle mis pesadillas a mi madre, por miedo a que se convirtieran en realidad si las decía en voz alta. Muchas veces mi madre me abrazaba, me consolaba y me decía que no tuviera miedo. 

En la escuela, los profesores nos enseñaban a ser personas íntegras, siempre dispuestas a ayudar, tolerantes y con sentido de la justicia. También nos dijeron que la policía protege a los buenos y castiga a los malos, y que ellos son el modelo del que debemos aprender. Creo que todos los que eligieron ser policías deseaban ser así al principio, pero ¿cuántos de ellos pueden permanecer inalterables?

En las cartas mensuales que mi padre nos escribía, a menudo le pedía a mi madre que no trabajara demasiado ni se preocupara por él. Se disculpaba por no estar presente en nuestra vida. También me pedía que estudiara bien y que fuera una buena chica. A veces dibujaba cosas sencillas para animarme. Yo también le respondía con palabras sencillas o dibujos. 

Cada pocos meses, mi madre me llevaba a ver a mi padre. El viaje era bastante caro y su sueldo, bajo. Sabiendo de nuestra situación económica, nuestra familia y amigos pagaban la mayor parte de nuestra comida y mi ropa. 

A pesar de todas las dificultades, mi madre hacía todo lo posible por ayudar a los demás. Una vez encontró una cartera y esperó a que volviera el dueño. El dueño le ofreció algo de dinero como muestra de agradecimiento y ella amablemente lo rechazó. Admiraba la tenacidad, la bondad y la fe de mi madre. Cuando todo se ponía en nuestra contra, ella seguía optando por la amabilidad y mantenía la esperanza. 

Mi padre fue puesto en libertad en 2014. Pero nuestra feliz vida familiar no duró mucho. En 2022, mi madre falleció repentinamente como consecuencia de la angustia mental y el duro trabajo de todos estos años. Ante un golpe tan repentino, fueron la Verdad-Benevolencia-Tolerancia (los principios fundamentales de Falun Gong) los que nos dieron esperanza en la vida y permitieron a nuestra familia superar este difícil momento.

Más de 20 agentes irrumpieron en nuestra casa el 24 de abril de 2024, allanaron el lugar e intimidaron a mi madrastra y a mi hermano de diez años. Cuando mi hermano lloró llamando a nuestra madre biológica, la policía le acusó de estar loco. Detuvieron a mi padre al día siguiente.

Como mi padre era el único sostén de la familia, nos quedamos en una situación desesperada después de que la policía congelara la cuenta bancaria de nuestra familia. 

Hace poco me enteré de que mi hermano sufría acoso escolar debido a la situación de nuestro padre. También se ha vuelto muy sensible y tiene frecuentes pesadillas. Intento consolarlo, como nuestra madre me consoló a mí en el pasado: «No tengas miedo. Afróntalo con valentía. Puedes decirles que arrestaron a nuestro padre por su fe. No violó ninguna ley y no debemos sentirnos avergonzados por ser una buena persona». 

Creo que todo el mundo tiene un buen corazón. Espero de verdad que el juez y el procurador puedan absolver a mi padre. Nuestra familia le necesita. 

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