(Minghui.org) Mi esposo y yo practicamos Falun Dafa desde hace más de 20 años. Cuando presentamos la práctica a las personas de nuestro entorno, muchas de ellas tuvieron opiniones positivas sobre ella o la comenzaron a practicar. A continuación relato la historia de mi suegra y las bendiciones que recibió por creer en Falun Dafa.

Mi suegra no había recibido educación formal. Era una persona tranquila y trataba a los demás con amabilidad y honestidad. Trabajaba duro y no se quejaba cuando tenía dificultades. Mi esposo es el mayor de sus cinco hijos. Cuando falleció mi suegro, le pedimos que viviera con nosotros para poder cuidarla.

En los siete años que vivió con nosotros, fue testigo de cómo pasé de ser una persona enfermiza a estar sana, optimista y llena de energía. También vio cómo superábamos las dificultades con la guía de las enseñanzas de Falun Dafa. Ella creía de verdad que Falun Dafa es bueno.

Vivimos en una ciudad lejos de nuestro pueblo natal. Un día decidió volver a su casa porque creía que era el lugar al que pertenecía. Hicimos lo que ella quería y la trasladamos allí. Un día recibimos una llamada diciendo que tenía cáncer de vejiga y que la habían hospitalizado. Mi esposo corrió a casa y organizó un tratamiento integral para ella. Al cabo de un rato me llamó y me expresó que tal vez no sobreviviría. La bolsa de drenaje de orina que llevaba estaba llena de tejido muerto y el médico declaró que le quedaban tres meses de vida.

Le dije a mi esposo que no se asustara y que le hiciera recitar las frases: "Falun Dafa es bueno, Verdad, Benevolencia, Tolerancia es bueno". Mi suegra lo hizo con gusto porque creía que Falun Dafa es un sistema de cultivación recta. Sus dolores y síntomas fueron desapareciendo poco a poco.

Su médico le dio el alta hospitalaria, ya que no podía ser operada ni había otros tratamientos adecuados. Le recordó que no se quitara la bolsa de drenaje y que cambiara con frecuencia la sonda uretral. Un mes después de volver a casa, se sacó accidentalmente la sonda y se dio cuenta de que podía orinar sin ella. Cuando la llevamos al hospital para una revisión, nos sorprendió que nos dijeran que el cáncer de vejiga había desaparecido.

Creyendo que había sido bendecida por Dafa, mi suegra llevaba un amuleto de Dafa que le había regalado un practicante y a menudo se arrodillaba en su cama para dar las gracias a Shifu y a recitar las dos frases.

Cuando supo que su hermana mayor estaba enferma y había perdido la vista en ambos ojos, se arrodilló en su cama y pidió a Shifu que ayudara a su hermana. Más tarde, su hermana nos contó que se sentía mejor y que había recuperado la vista en un ojo. Cuando mi suegra nos contó la historia, nos alegró saber que había vuelto a demostrar su inquebrantable fe en Dafa.

En sus últimos años, mi suegra, aparte de algún resfriado ocasional, llevaba una vida feliz y sana. Un día se cayó y se rompió el hueso de la cadera. El médico le indicó que se curaría sola. Mientras estaba en el hospital, el médico le hizo unos análisis de sangre rutinarios y todos los resultados fueron normales.

Una noche de verano la temperatura era más alta de lo normal. Se fue a la cama después de cenar y comer unas uvas, que eran su fruta favorita. A medianoche, mi hermana pequeña fue a despertarla para que orinara. No se despertó. Nos había dejado mientras dormía, sin dolor ni sufrimiento. Ese año cumplió 91 años. Ella fue bendecida con una buena vida y longevidad debido a su firme creencia en Falun Dafa.