(Minghui.org) Creo que para los cultivadores de Dafa el tipo de pensamientos que tenemos en cada momento es lo más importante. Tener pensamientos que se alinean con el Fa es poderoso y fundamental cuando nos enfrentamos con tribulaciones.
Tengo la suerte de ser practicante desde hace más de 20 años. Durante todos estos años, en tiempos buenos o malos, he puesto mi fe firmemente en el Maestro Li (el fundador de Falun Dafa) y en Dafa. Es difícil expresar con palabras los muchos milagros que he experimentado.
Eliminar los pensamientos incorrectos
El pasado mes de febrero estaba en la peluquería lavándome el cabello y, de repente, sentí que me salpicaba el cuero cabelludo con agua muy caliente: grité. La empleada también se asustó. Mientras me retorcía de dolor, se me pasaron por la cabeza muchos pensamientos propios de la situación, como: tendré el cuero cabelludo muy quemado, se me puede caer el pelo, la peluquería tendrá que asumir la responsabilidad, etcétera. Por suerte, detuve estos pensamientos. Me recordé que era una practicante de Falun Dafa, que nada sucede por accidente y que el incidente tiene un propósito en mi camino de cultivación, así que debía tener esto bien presente.
El Maestro dijo:
“… lo bueno o lo malo surgen de un pensamiento de la persona, y la diferencia de este pensamiento también trae distintas consecuencias” (Cuarta Lección, Zhuan Falun).
Al instante, dejé de preocuparme por el dolor y de los sentimientos que siguieron al incidente. En su lugar, mi mente estaba ahora llena de las enseñanzas del Maestro, que ocupaban cada centímetro de mi espacio dimensional. El siguiente pensamiento que me vino a la mente fue el bienestar de la auxiliar. No quería que se sintiera mal ni que la culparan del incidente. Al verla en estado de shock, hice todo lo posible por calmarla. Le dije que había sido un accidente, que ella no tenía la culpa y que yo estaba bien. Para entonces, el dolor en el cuero cabelludo fue desapareciendo poco a poco. Cuando llegué a casa, ya me había salido una gruesa cicatriz en la zona quemada del cuero cabelludo, y en dos días se me había curado.
El incidente es algo positivo
El pasado mes de marzo tuve sangre en las heces. Me ocurrió cuatro veces, y dos de ellas la sangre salió a chorros, manchando el borde de la taza del váter. No me molestó lo más mínimo, sino que me sentí bastante bien porque lo consideré algo bueno. Como era algo bueno, estaba contenta, y ni siquiera se me pasaron por la cabeza pensamientos como el yeli (karma) de enfermedad, los arreglos de las viejas fuerzas, las brechas en la cultivación, el envío de pensamientos rectos para eliminar el mal, etcétera. Únicamente pensaba en que el Maestro estaba acelerando la limpieza de mi cuerpo. Con la actitud y la mentalidad correctas, mi tribulación terminó pronto.
Misión no finalizada
Una mañana, hacia las 4, me levanté para hacer los ejercicios, pero primero fui al baño. En cuanto me senté en el váter, sentí que la cabeza me daba vueltas y estaba a punto de desmayarme. Para no caerme, me agarré a la lavadora que tenía al lado.
Los pensamientos se agolpaban en mi mente. ¿Podría deberse a mi habitual falta de sueño? No, no puede ser. Tengo que negar ese pensamiento. Me estoy cultivando en la gran Vía del universo, mi cuerpo está en camino de volverse indestructible. Nada me sucederá, y nada está permitido que me suceda.
La rectificación del mundo por el Maestro no ha terminado, y mi misión aquí no ha concluido, así que no puedo morir. No tengo miedo de morir porque sé que mi alma original seguirá viviendo. Pero aún no puedo morir. Si muriera ahora, afectaría negativamente a la visión que mucha gente tiene de Falun Dafa, incluyendo a mi familia, amigos y compañeros de trabajo, e impediría que se salvaran.
Soy una genuina y devota practicante de Dafa, el Maestro no habría arreglado que su discípula perdiera la vida de esta manera indigna. Tengo que mantener la buena imagen y reputación de Dafa. Poco a poco, mi cabeza se despejó, evité caerme y sentí que esa sustancia que me mareaba se reducía. Después de descansar un poco, seguí haciendo mis ejercicios y estudiando el Fa como de costumbre. Mi día transcurrió como de costumbre, sin interrupciones. Hice las tareas domésticas y fui a buscar a mi nieto a la escuela, de modo que nadie se enteró de lo que me había pasado por la mañana.
Las deudas deben pagarse
En mis veintitantos años de cultivación, he tenido muchos sustos de salud, pero nunca pensé en ellos como enfermedades. Me he dado cuenta de que los cultivadores no enfermamos, sino que es el resultado de nuestro yeli (karma) y de las deudas que tenemos. Cultivarse es eliminar el yeli, porque las deudas hay que pagarlas. Aunque el Maestro ha eliminado gran parte de nuestro yeli (karma), todavía tenemos que cargar con parte de él. Siempre que me sentía mal o tenía algún problema físico, por grave que fuera, hacía lo posible por guardármelo para mí en lugar de preocupar a mi familia. Los cultivadores debemos ser considerados con los demás y siempre anteponer los demás a nosotros mismos.
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Categoría: Opinión y análisis