(Minghui.org) Liu Wenzhi, de 76 años y residente en la ciudad de Huludao, provincia de Liaoning, fue detenida en abril de 2002 y condenada a tres años de trabajo forzado por practicar Falun Gong, una disciplina de cuerpo y mente, perseguida por el régimen comunista chino desde 1999.
En el ya desaparecido Campo de Trabajo Forzado de Masanjia, la Sra. Liu fue privada de sueño, esposada y encadenada a un pilar en un cuarto y obligada a hacer sus necesidades en los pantalones. Para disimular el olor, la guardia la envolvió con plásticos que ató a las manos y los pies. Tras semanas de tortura, sufrió un colapso mental y no pudo reconocer a su familia. Tenía dolores intensos en la espalda que le impedían caminar con normalidad. Ahora sigue dependiendo de una andadera para desplazarse y ha quedado jorobada. Su estado mental tampoco se ha recuperado del todo.
A principios de diciembre de 2023, Liu presentó una demanda penal contra Su Jing, exdirectora del Segundo Campo de Trabajo Forzado para Mujeres de Masanjia, por causarle graves sufrimientos físicos y mentales.
Sra. Liu Wenzhi
A continuación está la demanda penal de la Sra. Liu. Fue presentada ante la Procuraduría Popular Suprema, el Ministerio de Seguridad Pública, el Ministerio de Justicia, la Procuraduría de la ciudad de Huludao, la Procuraduría de la ciudad de Shenyang, el Departamento de Policía de la ciudad de Huludao, el Departamento de Policía de la ciudad de Shenyang y la Estación de Policía del distrito de Longgang en la ciudad de Huludao. Shenyang es la capital de la provincia de Liaoning.
Demanda penal
Demandante: Liu Wenzhi. Mujer. Nacionalidad Han. Dirección: Nro. 114, Grupo 1, Pueblo Niuyingzi, calle Beigang, distrito Longgang, ciudad de Huludao, provincia de Liaoning.
Acusada: Su Jing, exdirectora del Segundo Campo de Trabajo Forzado para Mujeres de Masanjia.
Demanda
Yo, una campesina, sufrí una crisis mental tras ser torturada en el Campo de Trabajo Forzado de Masanjia. No podía caminar sola. También quedé jorobada. Ahora presento una demanda penal contra Su Jing para que rinda cuentas por haberme causado lesiones intencionadamente, por maltratar a los detenidos, por abuso de poder y por privarme de mi libertad de creencia religiosa. Exijo que me indemnice por mis pérdidas económicas y mi sufrimiento mental.
Hechos y razones
Me llamo Liu Wenzhi. Este año cumplo 76 años. Vivo en la aldea de Niuyingzi, calle Beigang, distrito de Longgang, ciudad de Huludao, provincia de Liaoning. El 14 de abril de 2002, Wang Ce, jefe de la Estación de Policía de Zhaolitouzishao, dirigió a algunos agentes, a que irrumpieran en mi casa y confiscaran mis libros de Falun Gong y demás objetos personales. Al día siguiente acudí a la estación de policía para que me devolvieran los libros. En lugar de devolvérmelos, Wang me detuvo y me encerró durante 15 días, antes de trasladarme al Campo de Trabajo Forzado de Masanjia para cumplir una condena de tres años.
El Campo de Trabajo Forzado de Masanjia era como el infierno en la tierra. Como me negué a renunciar a Falun Gong, las guardias ordenaron a las reclusas que me torturaran de las siguientes maneras:
- Me golpearon y torturaron en un rincón estrecho y oscuro.
- Varias reclusas me echaron agua fría al mismo tiempo.
- No me dejaron dormir durante 23 días, se turnaban para insultarme y humillarme.
- Al cabo de 23 días, me esposaron las manos a una columna y me encadenaron. Mis muñecas y tobillos se laceraron y sangraron.
- Para obligarme a renunciar a Falun Gong, intensificaron la tortura negándome el acceso al baño y obligándome a hacer mis necesidades en los pantalones. Como les disgustaba el olor, me envolvieron con sábanas de plástico y me ataron. También me golpearon en la cabeza con un palo de madera.
- Un día me desnudaron y me amenazaron con filmarme para un programa de televisión. Luché con todas mis fuerzas y no dejé que me filmaran.
Tras semanas de tortura, sufrí dolores insoportables en la espalda y las piernas. No podía enderezar la espalda ni caminar. Mi salud estaba completamente arruinada.
Para protestar por la persecución, inicié una huelga de hambre. Al cabo de siete días, empezaron a alimentarme a la fuerza. Intenté resistirme, pero pronto perdí las fuerzas cuando varias personas me sujetaron y me alimentaron a la fuerza. Después de eso, empecé a caer en un estado delirante y estaba extremadamente débil.
Como no querían que yo muriera en el campo de trabajo, una guardia llamó a la Estación de Policía de Zhaolitouzishao para que me llevaran a casa. La policía no vino, ni informó a mi familia de mi situación. Unos días después, en el campo de trabajo llamaron a mi familia y les ordenaron que me recogieran inmediatamente. Mi familia viajó durante la noche y llegó al campo de trabajo. Yo estaba al borde de la muerte y ya no les reconocía. Cuatro personas me subieron a un coche y me llevaron de vuelta a casa.
Antes de liberarme, las guardias Wang y Dong extorsionaron a mi familia con 497 yuanes (70 dólares). Escribieron a mano el recibo: 3 yuanes por los gastos de registro en el hospital, 150 yuanes por gastos del coche, 198 yuanes por gastos de exámenes médicos, 134 yuanes por la alimentación forzada y 12 yuanes por el pan, el arroz y la sopa de arroz.
Al volver a casa, perdí la cordura y me volví loca. Me negaba a usar ropa y zapatos. Sin vergüenza, hacía mis necesidades en cualquier lugar de la casa, incluso en la cama, en la sala o en el patio. Me comía mis heces y me bebía mi orina. Golpeaba a cualquiera que intentara detenerme y le escupía las heces en la cara. A veces me escapaba de casa, incluso en mitad de la noche. Mi familia me llevó a un hospital para recibir tratamiento. Me dieron el alta al cabo de 17 días. Pero pocos días después, mi estado mental recayó. Mi familia me llevó de nuevo al hospital y estuve allí unos dos meses. El costo médico total fue de unos 20.000 yuanes (2.833 dólares).
A pesar de mi estado, la persecución continuó. El 14 de octubre de 2003, más de diez agentes de la Estación de Policía de Zhaolitouzishao y de la Oficina 610 del municipio de Beigang irrumpieron en mi casa. Dijeron que me llevaban al Centro de Lavado de Cerebro de Xingcheng por orden de los superiores. Para entonces, mi estado se había recuperado un poco. Me negué a ir e intenté razonar con ellos. Al ponerme nerviosa y emotiva, mi enfermedad mental volvió a recrudecerse.
Mi familia sacó mi historial médico y dijo a los oficiales: "La persecución la ha vuelto loca. Nos hemos gastado 20.000 yuanes en su tratamiento. Ahora quieren volver a detenerla. Ella no podrá soportar ningún sufrimiento ahora. ¿Quién se hará responsable de ella si vuelve a presentar una enfermedad mental total?".
La policía respondió: "Si vuelve a enfermar, es cosa de ustedes tratarla. Esté ella bien o no, la detendremos. No nos importa nada. Sólo nos importa cómo perseguir a Falun Gong".
Mi familia se obstinó en no permitir que la policía me detuviera. El enfrentamiento se prolongó hasta la noche. Finalmente, un agente murmuró a sus colegas: "¿No decían en el campo de trabajo que nunca pegaban a la gente? Es obvio que está como está a causa de la tortura. Ya está así, así que no es buena idea llevárnosla, pues podría causar un impacto negativo". Entonces se fueron.
Para una campesina normal como yo, sólo por mantener mi fe en los principios de Falun Dafa de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, fui sometida a una tortura tan brutal. ¿Hay justicia? Aunque mi estado mental ha mejorado, sigo sin poder enderezar la espalda y dependo de una andadera para desplazarme.
Mi historia es sólo uno de los muchos casos de tortura a practicantes de Falun Gong en el Campo de Trabajo Forzado de Masanjia. Me enteré de que Su Jing, la jefa del Segundo Campo de Trabajos Forzados para Mujeres de Masanjia, recibió una recompensa de 50.000 yuanes (7.083 dólares) por su contribución a la "transformación" de los practicantes de Falun Gong. Sus manos están manchadas con la sangre de practicantes de Falun Gong.
Como no me he recuperado del todo, sólo puedo recordar parte de mi sufrimiento de persecución y también compartir lo que me ha contado mi familia.
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Categoría: Torturas a mujeres