(Minghui.org) Debido a que practico Falun Gong, fui sentenciada a un año en la Prisión de Mujeres de la provincia de Guangdong. A continuación se detallan las torturas que soporté o presencié durante ese tiempo:

Tortura física

Cuando me detuvieron en la sala de admisión, otra practicante fue detenida en la puerta de al lado. Los guardias le ordenaron que admitiera que era una criminal antes de permitirle comer. Ella se negó a obedecer y dijo repetidamente que era practicante de Falun Gong.

Los guardias ordenaron a todas las practicantes que escribieran “tarea” para difamar nuestra fe. A las que no lo hacían se les reducía el tiempo de sueño asignado cada día: dos horas el primer día que la practicante se negaba a hacer la “tarea” y dos horas más el día siguiente si todavía no cooperaba. En sólo unos días, a una practicante firme no se le permitiría dormir en absoluto.

Me privaron de sueño y me obligaron a permanecer de pie durante la noche. Si estaba demasiado cansada, podía pedir permiso para sentarme un rato. El mayor tiempo que estuve privada de sueño fueron 14 días. Las reclusas me dijeron que uno de los propósitos de esta tortura era confundirme. Cuando caía en un estado delirante, me tomaban la mano y me obligaban a firmar la declaración de renuncia a Falun Gong. También restringieron cuántas duchas podía tomar y por cuánto tiempo.

Los guardias no permitían que las practicantes que se negaban a renunciar a Falun Gong usaran ropa abrigada en el invierno y luego las obligaban a sentarse frente a una ventana abierta durante largos períodos. A la mayoría de ellas no se les dijo de antemano cuánto duraría el abuso.

Incapaz de soportar el frío, una practicante gritó en medio de la noche: “Sólo me dejaron usar ropa fina en un clima tan frío. ¡Me privaron del sueño y me metieron la cabeza en un balde de agua! La reclusa que fue asignada a vigilarla dijo: “Es tu culpa porque no admitiste que eras una criminal”. Varias otras reclusas criticaron a la practicante por despertarlas.

Los guardias podían ordenarnos que nos agacháramos en cualquier momento. Cuando no cumplía, seis reclusas me rodeaban y trataban de obligarme a ponerme en cuclillas.

Lavado de cerebro

La mayoría de nosotras estábamos retenidas en el 4.° Equipo del 4.° Pabellón llamado “Grupo de Estudio”. Cada practicante fue confinada en un espacio pequeño y no se le permitió moverse a voluntad. Los guardias a veces parecían ser amables con nosotras para ganarse nuestra confianza, pero fueron ellos quienes ordenaron a las internas torturarnos y “transformarnos”.

Cuando llegaba el momento de leer libros de propaganda o ver videos de propaganda, las reclusas, en su mayoría traficantes de drogas o prostitutas, nos golpeaban y abusaban verbalmente. Debido a que pude señalar las lagunas en los materiales de lavado de cerebro que prepararon, eventualmente dejaron de obligarme a leerlos o verlos.

Había una reclusa llamada Li Jing que había estado en prisión durante mucho tiempo. Los guardias a menudo la hacían torturarnos a las practicantes, porque era especialmente despiadada. En una forma de tortura de la que estuvo a cargo, sólo nos dio a las practicantes 60 segundos para terminar nuestras comidas. Cuando se acabó el tiempo, todas dejaron sus cucharas.

Otra reclusa, Liu Lihong, había sido oficial de policía antes y disfrutaba de favores especiales por parte de los guardias. También era despiadada cuando se trataba de torturar a la gente. Una vez obligó a una joven a permanecer en cuclillas durante un tiempo extremadamente largo.

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