(Minghui.org) Empecé a practicar Falun Dafa, también conocido como Falun Gong, en 1997. Poco después de empezar la práctica, todas mis enfermedades desaparecieron. Durante las dos últimas décadas, me he atenido a los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, y he intentado ser siempre considerada con los demás. Cuando surgía un conflicto, primero buscaba mis propios defectos en lugar de señalar con el dedo. Al mejorar constantemente, me volví amable y desinteresada y soy capaz de mantener la calma en la mayoría de las situaciones.

Me gustaría compartir algunas historias de guardias y reclusas que aprendieron la verdad sobre Dafa, cuando estuve encarcelada, y decidieron renunciar al Partido Comunista Chino (PCCh). Al hacerlo, se han asegurado un futuro brillante y han recibido bendiciones.

"Todos los practicantes de Falun Dafa son bondadosos"

El régimen comunista chino prohibió Falun Dafa en 1999 y lanzó una persecución en todo el país contra sus practicantes. Fui detenida y condenada a un año de prisión por mi fe. Durante mi encarcelamiento, rechacé las normas y reglamentos destinados a los delincuentes, ya que no había infringido ninguna ley y era inocente. No se me permitió utilizar los baños, ni la ducha, ni hablar con nadie. Informaban de todos mis movimientos a los guardias de la prisión. Como practicante de Falun Dafa, intenté ser siempre amable y tener siempre a los demás en primer lugar, independientemente de lo mal que me trataran.

Un día, una guardia de la prisión me llamó a su despacho. En cuanto puse un pie en su despacho, me preguntó: "¿Por qué no pediste permiso antes de entrar; no te enseñó tu jefa de grupo las normas de la prisión?". Le dije que no me habían dicho que necesitaba permiso para entrar. Se enfureció y dijo que iba a castigar a mi jefa de grupo.

Le pedí que no lo hiciera. Luego le expliqué que no lo haría de todos modos, aunque me lo dijeran, porque las normas no deberían aplicarse a los practicantes de Falun Dafa. Sorprendentemente, no se enfadó más, sino que se rio y dijo: "Todos los practicantes de Falun Dafa son amables". La guardia cambió de actitud desde aquel incidente e incluso la jefa de mi grupo se volvió más amable conmigo.

No dejé que el hecho de estar recluida en el duro ambiente de una prisión me afectara. Mi único deseo era que todos los seres predestinados de allí supieran que Falun Dafa es bueno. Siempre estaba animada y me levantaba temprano todas las mañanas para hacer mis ejercicios. Una guardia me dijo: "Espero que no despiertes a las demás al hacer los ejercicios". Le dije: "No se preocupe, no despertará a nadie ni les afectará, en cambio las beneficiará". La guardia sonrió.

Las guardias sabían que los practicantes de Dafa son buenas personas y nos trataban con amabilidad. Han elegido un futuro brillante para ellas.

"No volveré a hacer nada malo después de ser liberada. Seré una buena persona"

Una reclusa que había cometido un robo de automóvil fue asignada a nuestra celda. Estaba a punto de cumplir su condena de seis meses y pronto la pondrían en libertad. Intenté hablarle de Dafa, pero no me escuchó y no creyó nada de lo que le dije. Engañada por las mentiras del PCCh, llegó a decir algunas cosas irrespetuosas. Cuando hablé con otras personas sobre Dafa, les dijo que no me escucharan. Preocupada por su futuro, le dije que Falun Dafa es el Fa de Fo y que lo que estaba haciendo le causaría daño a ella misma, pero no lo creyó. Pronto fue puesta en libertad.

Regresó en menos de tres meses. Le daba vergüenza verme, así que la saludé primero. Cuando le pregunté qué había pasado, me dijo que esta vez la habían acusado de algo que había hecho hacía mucho tiempo. Yo sabía la verdadera razón por la que había vuelto: estaba predestinada a salvarse. Iba a llegar a ella y hacerle saber que Dafa está aquí para salvar a la gente.

Los primeros días fueron difíciles para ella. No podía permitirse comprar lo necesario y las demás reclusas la miraban con desprecio porque había vuelto. Le compré papel higiénico y pasta de dientes en la tienda y estaba muy agradecida. Me dijo: "Tenías razón. He tenido muy mala suerte. Esta vez estoy entre rejas por algo que hice hace años. Nadie podría saberlo. ¿Cómo se enteró la policía?".

Le dije: "El Cielo vigila todo lo que hacemos. Dafa puede salvarte, pero tú no lo creíste y dijiste algunas cosas irrespetuosas. Has cometido un crimen contra Dafa. Piénsalo, ¿cómo podrías tener buena suerte?". Ella no dijo nada y durante los días siguientes parecía estar sumida en sus pensamientos y parecía preocupada. La consolé y le dije que no se preocupara. Le enseñé a recitar sinceramente "Falun Dafa es bueno. Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno". Ella aceptó.

Le dije que Falun Dafa enseña a la gente a ser amable. La despiadada persecución del PCCh contra Falun Dafa es la mayor injusticia. Todas las calumnias, ya sea la autoinmolación o el asesinato, fueron inventadas para inculpar a Falun Dafa. El PCCh recibirá su retribución por los crímenes contra el Fa recto. La única manera de no verse implicado es renunciar al Partido. Se tomó todo muy en serio en su corazón y aceptó renunciar al Partido y a sus organizaciones juveniles. En pocos días se convirtió en una persona completamente distinta. Era amable y servicial con los demás.

Dos investigadores la visitaron y parecía preocupada. Le pregunté cómo le había ido. Me dijo: "Puede que me condenen a más de dos años". Me dijo que tenía muchas cosas en la cabeza, sobre todo su familia y su hijo. "No te preocupes", le dije. "Recita 'Falun Dafa es bueno. Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno", siempre que tengas tiempo. Arrepiéntete sinceramente ante el Maestro de Dafa. Admite que te equivocaste al ser irrespetuosa con Dafa antes y que no volverás a hacerlo. Promete que serás una buena persona de ahora en adelante". Ella aceptó.

Su juicio fue bien y ella estaba feliz de contarme: "Tenías mucha razón. Tengo que darte las gracias". Le dije que se lo agradeciera al Maestro. Ella dijo: "Gracias, Maestro". Resultó que solo la condenaron a seis meses. Me alegré mucho por ella. Dijo con toda seriedad: "No volveré a cometer fechorías después de que me pongan en libertad. Seré una buena persona".

Como su corazón era puro, recibió bendiciones y tendrá un futuro brillante.

De la depresión a una vida renovada

A los seis meses me trasladaron a otra celda. Allí había una reclusa que sufría depresión. La vigilaban las veinticuatro horas del día por sus tendencias suicidas. Tenía unos 30 años y unos ojos grandes, hundidos y tristes. Las demás reclusas no podían hablar con ella, así que se sentaba sola en un rincón, indefensa. "Pobrecita", pensé al verla atormentada por semejante angustia mental.

Un día tuve la oportunidad de hablar con ella durante el recreo. Le dije que podía contar conmigo si necesitaba algo. Me miró fijamente a los ojos sin reaccionar lo más mínimo. Se esforzó por alejarse, así que le eché una mano: "No tengas miedo. Cultivo Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Soy una buena persona". Quizá el sonido de "Verdad-Benevolencia-Tolerancia" resonó en ella y despertó su verdadera naturaleza.

Desde entonces, hablaba con ella siempre que podía. A medida que desarrollamos confianza y respeto mutuo, se fue abriendo a mí. Me enteré de que tenía 36 años y un título universitario. Tenía un pequeño negocio y daba clases extraescolares. Su marido tenía una aventura. A menudo se peleaba con ella y le pedía el divorcio. Para salvar su matrimonio, le dio a su marido todo su dinero, incluidos los fondos de la escuela.

Pero su marido no cambió de actitud. Se quedaba fuera por la noche y rara vez volvía a casa. Ella cayó en una depresión y no pudo dar más clases. Pero no podía devolver la matrícula a las familias de sus alumnos porque todo el dinero iba a parar a su marido. Le llovieron demandas y denuncias, lo que la sumió aún más en la depresión. Empezó a tener pensamientos suicidas.

Un día llamó a la policía para entregarse y tomó una gran cantidad de somníferos. Por suerte, su madre la llevó al hospital y se salvó. Tras ser dada de alta, fue detenida y acusada de malversación de fondos. Su madre gastó mucho dinero e intentó por todos los medios sacarla de allí, pero fue en vano.

Hablaba con ella todos los días e intentaba ayudarla. Le conté historias de la cultura tradicional para animarla. Le expliqué que suicidarse es matar y que es un crimen. Me preguntó por qué practicaba Falun Dafa. Le dije que porque Falun Dafa enseña a la gente a seguir los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, y a ser buenas personas. También hace maravillas para ayudar a la gente a curarse y mantenerse en forma. Le dije que el PCCh había iniciado la persecución porque el comunismo se basa en el engaño, el odio y la violencia, y es el polo opuesto a Verdad-Benevolencia-Tolerancia. El PCCh no tolera a la gente buena ni la bondad.

Me escuchó atentamente. Me di cuenta de que reflexionaba profundamente sobre lo que le decía. Le enseñé a recitar "Falun Dafa es bueno. Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno". Le dije que recitando estas frases todos los días, pronto estaría mejor. También le dije por qué era importante renunciar al PCCh y a sus organizaciones juveniles. Estuvo de acuerdo con ambas cosas.

Mejoraba día a día y se hacía cada vez más fuerte. Empezó a sonreír y a hablar más. Un día que recitaba el Fa en voz baja, me vio murmurando y vino a preguntarme qué hacía. Le dije que estaba recitando el Fa. Estaba entusiasmada: "¿Podrías enseñarme? Yo también quiero aprender y recitar el Fa". Le enseñé los poemas del Maestro y aprendió rápido. Cuando le enseñé el poema Ser un humano de Hongyin, se quedó pensativa durante mucho tiempo y dijo: "El Maestro tiene mucha razón. He acabado aquí por culpa de mi 'sentimentalismo'".

Le enseñé todo el Fa que había memorizado y recitaba el Fa con ella todos los días. Después de aprender un nuevo poema o un párrafo de las escrituras, me lo recitaba para comprobar si lo había entendido bien. A medida que memorizaba más y más el Fa, su salud mental y física mejoraba a pasos agigantados. Ya no necesitaba que la cuidaran y empezó a ayudar a los demás. Era considerada y siempre estaba contenta. Salió completamente de la depresión.

Cuando mi condena estaba a punto de terminar, seis meses más tarde, ella sintió un sabor agridulce: estaba feliz por mí, pero no quería que me fuera. Yo la comprendí: "No te preocupes. El Maestro velará por ti". Ella dijo: "Pensé en suicidarme todos los días antes de conocerte. No quería vivir. Fue un milagro divino que vinieras a salvarme". Le dije que fue el Maestro quien la salvó. Ella dijo: "Gracias, Maestro". Me alegré de verla tan confiada y alegre.

Ella superó una gran tribulación con la guía de Dafa. Ya no sufre de depresión ni tiene pensamientos suicidas, su vida se ha renovado gracias a la poderosa virtud de Dafa.

La verdadera naturaleza de todos es bondadosa, pero por desgracia algunas personas han perdido contacto con ella. Como la sociedad actual está llena de cosas inmorales y malvadas, es difícil hacer siempre lo correcto. La gente daña a los demás y se daña a sí misma sin darse cuenta. Si uno puede reflexionar sobre sus propias acciones cuando atraviesa una tribulación, arrepentirse de verdad y cambiar su forma de actuar, tendrá la oportunidad de elegir un futuro brillante.