(Minghui.org) Karl Marx y el Partido Comunista Chino (PCCh) están en contra de todas las religiones. Sin embargo, el PCCh y sus organizaciones menores –la Liga de la Juventud Comunista y los Jóvenes Pioneros– exigen a sus miembros que juren que "se dedicarán y seguirán a las organizaciones para siempre [en esta vida y más allá]".

En este artículo, exploramos por qué el PCCh, que es ateo, quiere que sus miembros juren lealtad perpetua.

La esencia del ateísmo comunista

"La religión es el opio del pueblo", escribió Marx. "El comunismo comienza donde comienza el ateísmo". Preguntémonos por qué Marx estaba en desacuerdo con la religión, que enseña a los creyentes a respetar lo divino y a ser buenas personas.

Los escritos de Marx publicados en la China comunista se basan en los publicados en la Unión Soviética. Son solo una parte de la colección completa de los Institutos Marx-Engels - Archivo Marxista de Internet que se mantiene en otros países. Una exploración más profunda de toda la colección muestra que Marx era un cristiano devoto desde muy joven. Su padre era abogado y el joven Marx llevaba una vida decente, hasta que fue influenciado por el satanismo.

El satanismo, que existió durante siglos antes de Marx, empezó como una sociedad secreta que practicaba el incesto, el sexo en grupo, el alcoholismo y las orgías. Contrariamente a los sistemas de fe tradicionales que mantienen valores morales, el satanismo forma parte de la fuerza oscura que pretende destruir la sociedad. Cree que si alguien vende su alma a Satán, este satisfará todos sus deseos. Fausto, el personaje principal de la trágica obra de Johann Wolfgang von Goethe, era una persona que vendió su alma a cambio de conocimientos ilimitados y placeres mundanos.

Marx también siguió el mismo camino que Fausto, pero fue más allá. En su poema La doncella pálida, escribió:

Por tanto, el Cielo he perdido, esto yo bien lo sé.

Mi alma, otrora fiel a Dios, seleccionada está para el infierno.

Según Richard Wurmbrand, autor de Marx y Satán, Marx vendió su alma a Satán para satisfacer sus propios deseos. En el poema "Sobre Hegel", Marx escribió:

Desde que encontré lo más alto de las cosas y también las profundidades de ellas,

Grosero soy como un Dios, oculto en la oscuridad como un Dios.

Al vender su alma a Satanás, Marx logró su objetivo: fue y sigue siendo adorado como un dios en todos los países comunistas, aunque atacó abiertamente cualquier creencia en dioses. Pero la humanidad ha pagado un precio muy alto. "Si añadimos a esta lista las muertes causadas por los regímenes comunistas que la Unión Soviética creó y apoyó –incluidos los de Europa del Este, China, Cuba, Corea del Norte, Vietnam y Camboya–, el número total de víctimas se acerca a los 100 millones. Eso convierte al comunismo en la mayor catástrofe de la historia de la humanidad", escribió el investigador principal del Instituto Hudson, David Satter, en un artículo de 2017 titulado 100 años de comunismo y 100 millones de muertos.

Pero el daño del comunismo va más allá de matar; también ha alejado al público de los valores morales. Al igual que sus predecesores en las organizaciones satanistas, Marx sabía que resaltar la conexión con Satanás era demasiado despreciable para la humanidad, por lo que lo rebautizó como ateísmo. Atacando a la religión e incitando al odio hacia lo divino, sus horribles deseos se verían satisfechos.

Juramento al Comunismo

Apuntar a la religión es solo el primer paso. "Los comunistas no predican absolutamente ninguna moral", señaló Marx. En El Manifiesto Comunista, aclaró aún más el objetivo de abolir no solo todas las religiones, sino también toda moral.

Wurmbrand remontó el juramento del comunismo al satanismo. "El centro del satanismo británico es el cementerio londinense de Highgate, donde está enterrado Karl Marx. En esta tumba se celebran misteriosos ritos de magia negra. Fue el lugar de inspiración del Vampiro de Highgate, que atacó a varias muchachas en 1970", escribió Wurmbrand. También los líderes del PCCh han presentado sus respetos a este lugar cuando han visitado Londres.

"Uno de los rituales de la iglesia satanista es la misa negra, que los sacerdotes satanistas recitan a medianoche", explicó además Wurmbrand. "Durante la misa negra se quema una Biblia. Todos los presentes prometen cometer los siete pecados capitales, enumerados en el catecismo católico, y no hacer nunca el bien. Sigue una orgía".

El juramento del PCCh va más allá, porque exige dedicar la vida para siempre al satanismo de Marx. En el budismo, cuando un laico se convierte en monje budista, se le pregunta si puede prometer "no matar ninguna vida durante el resto de su vida". En otras palabras, la prohibición de matar es una norma que los monjes deben seguir durante su estancia en el mundo humano. Pero el PCCh pretende controlar el alma de una persona no solo en esta vida humana, sino incluso más allá de la muerte, arrastrándola al infierno.

"El marxismo ha gobernado a más de un tercio de la humanidad. Si pudiera demostrarse que los creadores y autores de este movimiento eran en realidad adoradores del diablo a puerta cerrada, que utilizaban conscientemente poderes satánicos, ¿no exigiría esta asombrosa constatación la adopción de medidas?", escribió Wurmbrand en Marx y Satán en 1986.

Desde entonces, el comunismo soviético y de Europa del Este se han derrumbado. Pero la comunidad internacional olvidó rápidamente la Masacre de la Plaza de Tiananmén de 1989 cometida por el PCCh, y en su lugar proporcionó asistencia financiera y diplomática, ayudando al régimen a convertirse en una entidad económica global dominante que pone en peligro al mundo.

La censura y la desinformación del PCCh han traído un desastre sin fin a China y al resto del mundo, especialmente durante los últimos tres años de la pandemia. Es hora de que aprendamos esta lección y rechacemos la ideología comunista antes de que destruya al mundo.