(Minghui.org) Todos cometemos errores y muchos de nosotros podemos haber perjudicado a otros en el pasado. Es especialmente el caso de China comunista, donde muchos pueden haber seguido el régimen totalitario, a sabiendas o sin saberlo, que abusa de la ley y persigue a gente inocente. ¿Qué deberíamos hacer si eso ocurriera?

Doloroso recuerdo de la Revolución Cultural

Los 10 años de Revolución Cultural (1966-1976) fueron una época especial de caos. Instigada por el régimen para intensificar la lucha de clases, mucha gente se volvió contra sus propios familiares, vecinos, compañeros de trabajo, profesores y alumnos. Era habitual celebrar sesiones públicas de condena y desatar la violencia contra inocentes.

Wang Jiyu, uno de los Guardias Rojos, era moderado al principio. Tras ser criticado por su falta de ensañamiento en la lucha de clases, cambió y luchó con más violencia que sus compañeros. Al final, mató a un joven de 19 años en una pelea de grupo en 1967. Wang solo tenía 16 años entonces.

Pero esta dolorosa experiencia terminó agonizando a Wang desde entonces. En enero de 2011, decidió arrepentirse públicamente del pecado que había cometido. “Si hay represalias, me las merezco. En cualquier caso, necesito hacer público esto y guardarlo como un registro para la historia”, escribió el entonces comerciante de 62 años. “La historia no puede olvidarse”.

Lei Yinglang, residente de 68 años en el condado de Taining, provincia de Fujian, también expresó en 2013 su arrepentimiento por haber humillado a otros en la Revolución Cultural. “Reflexionando sobre lo que hice muchos años después de aquellos incidentes, ahora me doy cuenta de que mis acciones fueron despreciables y me arrepiento de haber insultado a otros”, dijo.

Chen Xilu es hijo de Chen Yi, uno de los fundadores de China comunista. También escribió una carta abierta en 2013 disculpándose por sus actos en la Revolución Cultural. “Soy responsable directo de la denuncia y la crítica, y de la reeducación mediante trabajo forzado de los líderes escolares, y de algunos profesores y estudiantes”, escribió. “Me rebelé activamente y organicé las denuncias de los líderes escolares. Más tarde, cuando fui director del Comité de la Revolución de la escuela, no tuve el valor suficiente para detener los procesamientos inhumanos”.

“Mi disculpa oficial llega demasiado tarde, pero para la purificación del alma, el progreso de la sociedad y el futuro de la nación, hay que pedir este tipo de disculpas”, añadió.

Las tragedias continúan

Mientras la opinión pública elogiaba a las personas mencionadas por su valentía al reconocer sus errores, pocos se daban cuenta de que aún no se ha corregido un error enorme cometido por el régimen comunista. Se trata de la persecución contra Falun Gong.

La China comunista comenzó la persecución a los practicantes de Falun Gong en julio de 1999 simplemente por su fe en los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. El crimen contra practicantes inocentes no ha cesado.

Un gran número de practicantes han sido detenidos, encarcelados y torturados en los últimos 23 años. Solo en 2021, 132 practicantes perdieron la vida a causa de la persecución. Al día de hoy, el número total de muertes confirmadas de practicantes de Falun Gong asciende a 4.884.

Entre los practicantes fallecidos se encontraba Jiang Guobo, exfuncionario de la ciudad de Weifang, provincia de Shandong. “Por defender su fe, Jiang fue detenido 13 veces. Sufrió 77 tipos de tortura, incluidas descargas eléctricas, la tortura “el banco del tigre” y ser alimentado a la fuerza con drogas tóxicas, mientras cumplía dos condenas en campos de trabajo y una de cinco años en prisión”, según un artículo de Minghui sobre esta muerte. “Incluso algunos reclusos dijeron que nunca habían visto a nadie torturado tan cruelmente”.

A Tuo Yuying, juez del condado de Huining, en la provincia de Gansu, le diagnosticaron cáncer tras participar en la represión. Antes de morir, pidió perdón por haber condenado a practicantes inocentes.

Un funcionario del Comité de Asuntos Políticos y Jurídicos (PLAC) de la provincia de Guizhou también tuvo consecuencias tras perseguir a practicantes por su fe. A su hijo le diagnosticaron una enfermedad incurable y estuvo al borde de la muerte. Tras conocer los hechos por los practicantes, este funcionario se arrepintió sinceramente y pidió ayuda al señor Li Hongzhi, fundador de Falun Gong. Más tarde, su hijo volvió a estar a salvo. Desde entonces, el funcionario encontró formas de proteger a los practicantes, evitando hacer daño a los demás y a sí mismo.

Desde que tomó el poder en 1949, el Partido Comunista Chino (PCCh) ha asesinado a decenas de millones de personas inocentes. La persecución a Falun Gong no es más que la continuación de su historial de brutalidad y mentiras. Rechazando al PCCh, arrepintiéndose de sus actos pasados y compensando las pérdidas, la gente será recompensada con bendiciones.