(Minghui.org) Desde que el régimen comunista chino lanzó la campaña a nivel nacional contra Falun Dafa, una práctica tradicional de mente y cuerpo, en 1999, la Prisión de Mujeres de la provincia de Heilongjiang ha participado activamente en la persecución.

Fui testigo y experimenté la brutal persecución de primera mano cuando estuve encarcelada allí hace unos años por practicar Falun Dafa.

Había 14 pabellones en la prisión durante el tiempo que estuve allí, con los pabellones 9.º y 11.º creados específicamente para "transformar" a los practicantes de Falun Dafa. Ambos pabellones tenían una serie de divisiones para las practicantes con diferentes niveles de persistencia en la defensa de su fe. Las otras detenidas nos vigilaban todo el tiempo, incluso cuando usábamos el baño. No se nos permitía hablar entre nosotras.

Las presas solían poner durante todo el día vídeos que difaman a Falun Dafa. Cualquier practicante que se negara a ceder era obligada a sentarse en un pequeño banquito de plástico de unos cinco centímetros de altura, con el cuerpo en posición vertical, las manos apoyadas en las piernas y los ojos hacia delante. A veces, un parpadeo daba lugar a abusos verbales o a una fuerte paliza.

Lu Shuhua, la reclusa principal del 9.º pabellón, era la encargada de aplicar crueles métodos de persecución a las practicantes de Falun Dafa. Muchas reclusas siguieron su ejemplo para participar en la persecución, con el fin de obtener reducciones de la pena de prisión o un entorno de vida más relajado. También extorsionaban a las practicantes para comprar comida extra o necesidades diarias para ellas mismos.

He aquí algunos casos de tortura de los que fui testigo.

La Sra. Zheng Yingchun recibe una brutal paliza

Durante la primera semana después de que la Sra. Zheng Yingchun fuera asignada a la división "Rompiendo la nuez dura" (designada para los practicantes más firmes), no se le permitió dormir en una cama ni usar el baño. También la obligaron a sentarse en un pequeño banquito durante mucho tiempo, lo que hizo que sus nalgas se llenaran de llagas y sangraran. Las reclusas que la vigilaban le prohibían cerrar los ojos. La abofeteaban, la pellizcaban, le rociaban la cara con agua fría o la golpeaban cuando la veían cerrar los ojos. A veces incluso le pinchaban la cabeza con palillos. La sangre goteaba a lo largo de su mejilla y en su cuello.

En una ocasión, la reclusa Li Yingxiu vio el cuerpo de la Sra. Zheng inclinado hacia un lado mientras estaba sentada en el pequeño banquito. Se puso detrás de la Sra. Zheng, empujó sus rodillas contra la espalda de la Sra. Zheng y luego tiró de sus orejas hacia arriba con fuerza. La Sra. Zheng tembló de dolor y se le arrancó la piel de las orejas. Cuando se le formaron costras al cabo de unos días, otras reclusas le tiraron de las orejas y le hicieron sangrar de nuevo. Repitieron esta tortura muchas veces durante más de cuatro meses.

Más tarde, dejaron que la Sra. Zheng durmiera de las 3 a las 5 de la mañana, y luego aumentaron sus horas de sueño gradualmente, hasta que, tres meses después, la dejaron dormir a horas normales.

Las reclusas Lu Shuhua, Li Yingxiu, Huang Liyan y Li Shumei llevaban a menudo a la Sra. Zheng a un pequeño calabozo y le ordenaban que renunciara a su fe. Al no haber cámara de vigilancia, la golpeaban sin contemplaciones. Como consecuencia de las palizas, sufrió una insuficiencia cardíaca y una bajada de presión arterial. Sin embargo, los reclusos no dejaron de golpearla, ni los guardias hicieron ningún intento por detenerlos.

La Sra. Zheng fue golpeada todos los días durante los cuatro meses que estuvo detenida en la división. Su pierna derecha, desde la rodilla hacia abajo, se hinchó y se llenó de moretones a causa de estar sentada durante mucho tiempo en el banquito. No le cabían los zapatos y tenía que llevar zapatillas. También se lesionó el cuello y apenas podía levantar la cabeza.

La Sra. Liu Yanhua atada a un poste durante ocho días

Cuando la Sra. Liu Yanhua se negó a llevar el uniforme de la prisión en señal de protesta, Lu Shuhua ordenó a las reclusas Huang Liyan y Ma Jingwen que la arrastraran a un pequeño calabozo. La golpearon y la maltrataron verbalmente durante mucho tiempo, con la boca encintada y las manos y pies atados.

Al día siguiente, las reclusas ataron las manos y los pies de la Sra. Liu al poste metálico de una cucheta y ordenaron a las practicantes Sra. Zheng Yingchun y Sra. Li Zhanyun que le dieran de comer y la ayudaran a orinar. Cada vez que sorprendían a la Sra. Liu cerrando los ojos, las internas Ma Jingwen y Wang Wei la golpeaban y abusaban verbalmente de ella, y la abofeteaban. En una ocasión, Ma pisó repetidamente los pies de la Sra. Liu, haciéndola temblar de dolor. La soltaron del poste después de ocho días.

La Sra. Liu intentó denunciar la tortura al director de la prisión, Shi Gonghui, cuando este visitó su celda. Shi preguntó a las reclusas si lo habían hecho ellas. Como las reclusas dijeron que no, Shi ignoró a la Sra. Liu. En represalia, Lu ordenó a las reclusas que le quitaran la ropa a la Sra. Liu en diciembre, y le dijo: "¿Te has negado a llevar el uniforme? Entonces no te pongas nada". Ma también abrió todas las puertas y ventanas para que el viento helado soplara sobre la Sra. Liu.

Casos de tortura a practicantes ancianos

La Sra. Liang Cuirong, de 70 años, fue vigilada por reclusas de entre 20 y 30 años. Estas jóvenes reclusas la obligaban a ponerse en cuclillas tirando de sus brazos y arrastrando sus piernas. El hecho de estar en cuclillas durante mucho tiempo la incapacitó para mantenerse erguida. Cuando la Sra. Liang inició una huelga de hambre para protestar, la alimentaron a la fuerza a través de una sonda nasal durante más de un mes.

Las Sras. Zheng Yingchun y Li Guiyue intentaron detener la tortura gritando en el pasillo: "¡Paren de perseguir a Liang Cuirong!". Cinco reclusas las arrastraron a su celda y las golpearon. Jing Shaoqin y otra reclusa inmovilizaron a la Sra. Zheng con el vientre contra la barandilla de la cama con tanta fuerza que no pudo hablar.

La Sra. Zhao Chunyan, de casi 70 años en ese momento, vomitaba después de cada comida y estaba demacrada. Pero los funcionarios de la prisión se negaron a ponerla en libertad hasta que exigieron una gran cantidad de dinero a su familia. La Sra. Zhao falleció 20 días después de volver a casa.

La Sra. Qu Shuxia, de más de 70 años, exigió una vez hablar con un guardia de la prisión, pero las reclusas Jing Shaoqin y Guo Yang la golpearon con un palo de escoba, dejando marcas rojas en la cara. Le advirtieron que no volviera a hacerlo. Más tarde la golpearon dos veces más.

Más casos de torturas

Las reclusas Jiang Mingqiu, Han Lijun, Tian Yanru y Sun Shuhua abusaron de la Sra. Li Guiyue desde el primer día de su encarcelamiento. Han utilizó casi 2.000 yuanes (279,45 USD) en la tarjeta de compras de la Sra. Li. La Sra. Li denunció a Han por robar su dinero, pero los guardias nunca lo investigaron.

La reclusa Xu Wei vio a la Sra. Tan Yurui leyendo una conferencia de Falun Dafa y la denunció. Entonces, la reclusa Duan Heng y varias otras llevaron a la Sra. Tan al calabozo y la golpearon. En otra ocasión, la Sra. Tan sugirió a una reclusa que estaba enferma que repitiera algunas frases de Falun Dafa que le ayudarían (que han dado lugar a beneficios a muchas personas), pero fue denunciada. Lu Shuhua ordenó a un grupo de reclusas que la llevaran de nuevo al calabozo y la golpearan. Le advirtieron que no hablara con ellas sobre Falun Dafa en el futuro.

La Sra. Xiao Kun dijo una noche al guardia Wang Shanshan que es su derecho constitucional el practicar Falun Dafa. Wang ordenó a Lu Shuhua que llevara a la Sra. Xiao a una celda solitaria, donde Lu y varias reclusas la torturaron durante más de un mes.

La Sra. Cui Huifang se negó a memorizar las reglas de la prisión en protesta por la persecución. El guardia Tao Shuping la encerró en una celda solitaria y abusó de ella durante más de 20 días. Después no pudo caminar y tuvo que ser sacada en brazos por una reclusa.

Las reclusas Li Shumei, Huang Liyan, Li Yingxiu y Bai Ronghuan llevaron a la Sra. Li Yanfei a una habitación y le ordenaron que renunciara a su fe. Las reclusas la maltrataron verbalmente en voz tan alta que se podía oír en otras celdas. La Sra. Li vomitó sangre poco después y fue enviada al hospital. No regresó a la prisión y se desconoce su situación.

La Sra. Zhang Haixia, que gozaba de buena salud en el momento de su ingreso, fue perseguida hasta el punto de desarrollar un desequilibrio mental tras un año de encarcelamiento.