(Minghui.org) Saludos, estimado Maestro y compañeros practicantes.

Me gustaría compartir algunas de las experiencias de cultivación que encontré durante el año pasado. Mirando hacia atrás, no ha ocurrido mucho durante el último año fuera de mi rutina diaria, pero al mismo tiempo, parece que tampoco he tenido muchos días tranquilos. Casi todos los días hay muchas oportunidades para que mis apegos se muestren, lo que significa que casi siempre estoy en desacuerdo conmigo mismo de una u otra manera.

Espero que mis experiencias a continuación puedan ser útiles para que otros practicantes superen los mismos problemas.

Vacunándome

A principios de abril, tuve que vacunarme para un evento al que asistiría en mi trabajo de persona común, y también porque podría necesitarla para ayudar en Shen Yun en mayo. Aunque sabía que vacunarse era algo que podíamos hacer, me inquietaba la perspectiva de vacunarme.

En mi tiempo libre, hago trabajo voluntario para otro proyecto de los medios escribiendo publicaciones de marketing. Por ello, a menudo intento mantenerme al día de las últimas noticias que interesan a los lectores para poder comunicarme mejor con ellos. Uno de estos temas candentes era el de la seguridad de las vacunas. Me atrajo este asunto y comencé a investigar más al respecto.

Como resultado, cuando llegó el momento de que me aplicaran la vacuna, me sentía abrumado de tanta información que se había acumulado en mi cabeza -sobre cómo las compañías farmacéuticas no seguían el protocolo, sobre los efectos secundarios y sobre la muerte de jóvenes después de la inyección. Cuando entré en la farmacia, estaba luchando con estos pensamientos entre hacer lo que se suponía que debía hacer y rendirme al miedo irracional.

Una y otra vez, recitaba el Fa en silencio en mi cabeza, pero más por desesperación que por otra cosa. Recitaba el Fa porque sabía que, si no lo hacía, el miedo se apoderaría de mi mente.

Este estado continuó hasta después de recibir la inyección y volver a casa. Sin embargo, unas horas más tarde, empecé a sentir que este estado no era correcto. Sentí que no debería estar tan tenso. Al fin y al cabo, este miedo no formaba parte de mi verdadero ser y no tenía por qué estar en mi espacio. A partir de ese momento, empecé a tratar este miedo de forma diferente: no como un igual, sino como algo externo e inferior a mí. Cada vez que surgía una duda o un pensamiento, me lo imaginaba como un niño que hace una rabieta y lo ignoraba, y poco a poco los pensamientos se volvieron menos intrusivos y más manejables.

Sin embargo, más tarde ese mismo día al estudiar el Fa, mi comprensión de la situación volvió a cambiar. Me di cuenta de que, en lugar de luchar contra este miedo como una amenaza externa únicamente, también debía buscar qué otras nociones había en mi interior. Si no tuviera deficiencias en este sentido, no se permitiría ninguna interferencia en mí.

Ese día encontré dos apegos que causaron esta tribulación. Uno era el apego a querer conocer el futuro y a que el futuro siguiera mis planes. Esto condujo directamente a la incapacidad de creer firmemente en el Maestro y en el Fa, porque había dictado subconscientemente cómo debía desarrollarse el futuro en situaciones en las que necesitaba la ayuda del Maestro, y si las cosas no cumplían mis expectativas, creía que el Maestro no se ocupaba de mí. En retrospectiva, este es un pensamiento sumamente irrespetuoso hacia el Maestro y el Fa, una arrogancia que presume que yo sé mejor que el Maestro cuál debe ser el plan para mí.

El Maestro dijo:

“¿Cómo podría alguien que va a ser salvado escoger la forma de ser salvado? Es como si él cayera al agua y al intentar alguien salvarle, le dijera: “No puedes salvarme directamente con tus manos, tienes que salvarme con un barco que me guste”. ¿Cómo sería posible?” (Exponiendo el Fa en el Fahui de Filadelfia, Estados Unidos, 2002Colección de Enseñanzas del Fa, Vol. II).

El párrafo anterior se refería a las viejas fuerzas, pero era un tipo de pensamiento similar el que causó mi miedo.

El pensamiento era así: "Si el Maestro está cuidándome, entonces no sufriré ningún síntoma o efecto secundario. Si veo alguna reacción adversa, entonces eso debe significar que las viejas fuerzas han detectado una laguna en mi cultivación, y el Maestro no puede ayudarme".

Estaba tan obsesionada con las manifestaciones a nivel superficial, y con el hecho de si me ayudarían o perjudicarían de determinadas maneras, que había puesto una falsa condición al apoyo del Maestro.

Todo lo que el Maestro quiere de nosotros es el corazón para que nos cultivemos verdaderamente. Mientras nos cultivemos de verdad, aunque nos equivoquemos y vayamos por el camino equivocado, el Maestro encontrará la manera de devolvernos al sendero correcto. Creer esto y dejar que guíe cada una de nuestras acciones es mi comprensión de la fe que se requiere de nosotros. Puede que no siempre nos gusten o entendamos las cosas que nos suceden, y que lo que sucede puede no desarrollarse según nuestros planes, pero siempre debemos tener fe en que nunca estamos fuera del alcance del Maestro, y que es El quien guía todo hacia el mejor resultado.

El segundo apego importante está interconectado con el primero; es el miedo al sufrimiento. La razón por la que había estado tan preocupada por lo que sucedería en el futuro -si podría desarrollar síntomas de COVID-19 o tener secuelas duraderas- es porque, en el fondo, todavía tenía miedo de que me sucedieran cosas malas en la vida.

También me reveló otro pensamiento perturbador, que no me ocupaba en cultivarme verdaderamente, sino que quería ser diligente para no tener que lidiar con cosas desagradables. Había leído historias sobre yeli (karma) de enfermedad, persecución financiera, sobre las relaciones personales dañadas en experiencias de cultivación de otros practicantes, y llegué a temer que a mí también me pasaran estas cosas si no me cultivaba bien. En otras palabras me cultivaba para proteger las cosas agradables que tenía en la sociedad de la gente común.

Este tipo de pensamiento iba en contra del principio básico de cultivación que se nos dijo en el poema: “tomar las penalidades sufridas como gozo” (Templando la mente y el corazón de unoHong Yin).

Es más, me impedía soltar mi yo en muchas situaciones, ya que la protección de mis intereses personales estaba muy arraigada en mi motivación para cultivarme.

Después de descubrir estos dos apegos, la presión sobre mi mente comenzó a disminuir. Cuando me preparaba para ir a la cama esa noche, apareció en mi mente el pensamiento de que esta vacuna ya no era un problema y que debía dejar el resto al Maestro y no pensar más en ello. Así de fácil, esta prueba por fin había terminado. Al día siguiente, me dolía la cabeza, pero nada más.

Reflexionando ahora sobre esta serie de acontecimientos, también me he dado cuenta de otros dos apegos que no había notado: estar apegada a las noticias de la gente común y estar apegada a los resultados. Ha sido una experiencia que me ha enseñado la sutileza de la cultivación y que, a veces, los apegos pueden ser tan complejos y de múltiples capas que realmente tenemos que medir cada pensamiento y cada acción con el Fa para asegurarnos de eliminar todos los apegos que podamos. Además, me ha ayudado a profundizar mi comprensión de la relación entre el Maestro, el Fa, y yo; y en qué medida nuestra cultivación se alinea en "hacer lo que el Maestro quiere".

Luchando contra el nerviosismo

Uno de mis mayores temores desde la infancia es presentarme o actuar frente a un grupo de personas. No era porque odiara la atención; era porque temía cometer un error y quedar mal delante de la gente.

En mi trabajo de persona común, anoté el hablar en público como una de las habilidades profesionales que quería desarrollar. Pronto, mi jefe me recomendó que trabajara con un instructor en oratoria asociado a nuestra empresa.

En una ocasión, mi instructor de oratoria me preguntó por qué creía que me ponía nerviosa antes de hablar. Le contesté que porque tenía miedo de meter la pata. Entonces me preguntó por qué tenía miedo de meter la pata. Le respondí que no quería que la gente pensara mal de mí. Y luego siguió preguntándome por qué repetidamente hasta que le dije esto:

"Es como si no debiera pasarme nada malo, nunca".

Ante eso, mi entrenador se rió, y fue en ese momento cuando me di cuenta de lo ridículo que sonaba ese pensamiento incluso para una persona común. Pero, esa era precisamente la raíz de mi nerviosismo.

Por defecto, mi evaluación de las situaciones de la vida siempre se reducía a mi propio beneficio: qué opciones pueden maximizar mi propio beneficio, y qué opciones harían el menor daño a mis intereses personales. Me ponía nerviosa y ansiosa antes de realizar cualquier acción que pensara que podría perjudicar mis intereses personales, en términos de fama, ganancias o emoción.

Sin embargo, este nerviosismo se disfrazaba con un propósito noble. En mi trabajo ordinario me ponía ansiosa cuando estaba en reuniones con altos ejecutivos, por ejemplo, porque el nerviosismo me decía que si cometía un error vergonzoso, bajaría la opinión de los ejecutivos sobre mí, y haría más difícil aclararles la verdad en el futuro.

Pero, este era un pensamiento incorrecto basado en mi comprensión poco clara del Fa, y un pensamiento incorrecto que permitía que mi egoísmo se refugiara.

Recientemente, leí lo que compartió una compañera practicante donde cita esta sección del Fa:

El Maestro dijo:

“Así no es como se describe. Cuando ves que alguien no tiene acciones rectas, en realidad se debe a que no tiene suficientes pensamientos rectos, ya que es la mente de una persona la que guía las acciones. Cuando tus pensamientos rectos son suficientemente fuertes tus acciones definitivamente serán rectas, y cuando los pensamientos rectos no son suficientemente fuertes las acciones no serán rectas” (Exponiendo y enseñando el Fa en el Fahui del Área Metropolitana de Nueva YorkColección de Enseñanzas del Fa, Vol. III).

A grandes rasgos, la comprensión de este pasaje fue que nuestras acciones son solo una manifestación de nuestros pensamientos. A menudo, pensamos que es algo que dijimos o hicimos mal lo que causó nuestro problema, pero en realidad, esas palabras o acciones son los síntomas de pensamientos no rectos.

Del mismo modo, cuando estoy nerviosa, todos los pensamientos de mi mente son egoístas. Todos se centran en mí, en las cosas que haría, en las cosas que me pasarían o no me pasarían y en lo que los demás pensarían de mí. Apenas hay espacio para los demás. ¿Cómo podrían estos pensamientos producir acciones benévolas?

Por el momento, aún no me he librado del nerviosismo que me invade antes de tener que presentar o hablar ante desconocidos. Sin embargo, ahora sé que no es nada productivo y que no me ayudará a desempeñarme mejor. Es un apego y debe ser rechazado como tal. La única manera de dar lo mejor de mí es pensar primero en los demás y teniendo mis pensamientos alineados con el Fa; solo entonces puedo producir las acciones más efectivas.

Y si me equivoco, es solo una oportunidad para mirar hacia adentro y descubrir dónde me quedo corto en la cultivación.

Después de todo, el Maestro ya nos lo ha dicho:

“Sea lo que sea que experimenten durante la cultivación -sea bueno o malo- es bueno, ya que esto sólo ocurre porque ustedes se están cultivando” (Al Fahui de ChicagoEscrituras esenciales para mayor avance (III)).

Ahora, depende de mí tener fe y soltar mi yo y mi miedo.

Epílogo

Durante el último año, más o menos, sentí como si me empujaran hacia adelante en mi cultivación. Cada día, parece que encuentro más y más apegos dentro de mis pensamientos, incluso los pensamientos que solía considerar inofensivos.

Aunque a veces es espantoso descubrir lo profundo que son algunos de mis apegos, al mismo tiempo estoy agradecida con el Maestro por no abandonar a una practicante como yo, y permitirme participar en la rectificación del Fa. Mirando hacia atrás, he tropezado y caído en muchas ocasiones, y no me habría recuperado sin la compasiva guía del Maestro.

Solo puedo pagar al Maestro haciendo cada vez mejor mi cultivación y salvando seres conscientes.

Por favor, háganme saber si algo de lo que he compartido no está de acuerdo con el Fa.

Gracias, Maestro, por todo. Gracias, compañeros practicantes.

(Presentado en el Fahui del Equipo Minghui 2022)