(Minghui.org) Cuando comencé a practicar Falun Dafa en junio de 1996, tenía tres deseos. En aquel momento, los consideré una ilusión. Me gustaría contarles cómo se hicieron realidad.

Primer deseo: reunirme con mi hijo

Mi madre falleció cuando yo era joven. Después de que mi padre se volviera a casar, tenía miedo de mostrar preocupación por nosotros. Cuando mis hermanos y yo volvíamos a casa durante el Año Nuevo Chino, mi madrastra no nos dirigía la palabra.

En la primavera de 1995, por diversas razones, estuve al borde de un colapso mental. Le dije a mi marido que no quería seguir viviendo. Vamos a divorciarnos, le dije. Él estuvo de acuerdo, ya que había observado que yo vivía con dolor desde hacía mucho tiempo. Fuimos al juzgado a presentar los papeles del divorcio.

Como no tenía casa, ni ingresos estables, no tuve más remedio que dejar a mi hijo con mi marido. Justo cuando estaba a punto de irme de casa, el hermano de mi marido vino y montó una escena.

Me importaba mucho lo que los demás pensaran de mí. Ya era una gran vergüenza estar divorciada. No quería que mis compañeros de trabajo y mis alumnos del colegio vieran a mi cuñado montando una escena a las puertas del colegio.

Había escasez de profesores en la asignatura que yo impartía. Llevaba tres años enseñando en la escuela. Sin embargo, como no hacía regalos (sobornos), no se aprobó mi solicitud de traslado. Me vi obligada a dejar mi trabajo de profesora.

Para mantenerme y salvar la cara, con la ayuda de un familiar, me contrataron para trabajar lejos de casa. Más tarde supe que nos vendían como mano de obra barata. El intermediario sacaba 300 yuanes de cada uno de nosotros. Era una gran suma de dinero en aquella época.

En la fábrica nos vigilaban de cerca y las condiciones de trabajo eran duras. Ansiaba ver a mi hijo y empecé a odiar a mi exmarido. Aunque sabía que no era una mala persona, le culpaba de mi situación. Una noche soñé que mi hijo tenía una madrastra y que ella le agarraba la cabeza y la golpeaba contra la pared. Me desperté llorando. En la oscuridad encontré un bolígrafo y un papel y escribí esto: "¡Dioses que controlan mi destino! Haré el bien para siempre si puedo reunirme con mi hijo".

Muchos de mis familiares trabajaban para el PCCh (Partido Comunista Chino) y la mayoría eran miembros del Partido. Desde la infancia me enseñaron que no había Dios y, por tanto, era atea. Nunca pensé que un día pediría ayuda a Dios y a Buda. Mi deseo era una petición de ayuda desde el fondo de mi corazón. Sin embargo, sentí que era una ilusión poder reunirme con mi hijo. En aquella época, vivía un gran tormento.

Segundo deseo: un lugar propio para mostrar respeto al Maestro

Comencé a practicar Falun Dafa en junio de 1996. Gracias a Dafa, comprendí el propósito de la vida y aprendí que las desgracias de las personas provienen del yeli (karma) generado en vidas pasadas. Poco a poco dejé atrás mi resentimiento hacia quienes me habían hecho daño en el pasado. Experimenté una gran transformación física y espiritual. Estaba de buen humor todos los días.

En 1997 vivía en un dormitorio proporcionado por mi lugar de trabajo. Me las arreglaba para hacer los ejercicios y leer el Fa todos los días. El hijo de mi patrón, que estudiaba en la universidad, vino a casa de vacaciones. Mientras charlaba, se enteró de que yo practicaba Falun Dafa y me dijo que había un lugar de práctica fuera de la fábrica. Cuando se enteró de que no podía salir a hacer los ejercicios por la mañana porque el dormitorio estaba cerrado por la noche, consiguió las llaves y me las dio. Dos practicantes que vivían cerca me dijeron dónde había sitios de ejercicios en grupo y grupos de estudio. Me di cuenta de que el Maestro Li (el fundador de Falun Dafa) estaba siempre cuidando de mí.

Después de comenzar a practicar Dafa, me esforcé por poner en práctica las enseñanzas. Mi jefe y mis compañeros de trabajo confiaron en mí y tres compañeras de trabajo también empezaron a practicar. A mis compañeras de habitación les encantaba escucharme leer los libros de Dafa. Quemaban incienso por la mañana para mostrar respeto a Shifu. Puse un retrato del Maestro en un mueble sobre mi cama, pero sabía que no era muy respetuoso en ese entorno.

En invierno, no había trabajo para nosotras y tenía tiempo para leer el Fa. Además del estudio en grupo y los ejercicios, tenía tiempo para leer Zhuan Falun. Todos me trataban muy bien. ¿Cómo no iba a ser feliz?

Sin embargo, tenía un deseo: ¡qué bueno sería si tuviera un lugar para mostrarle respeto al Maestro! ¡Qué bueno sería que mi hijo también pudiera practicar Dafa! Algunas personas podrían pensar: ¿Qué hay de difícil en esto? Sin embargo, para mí era una ilusión en ese momento.

Tercer deseo: un espacio privado para hacer materiales de aclaración de la verdad

En octubre de 2008, me trasladé a regañadientes a otro lugar en busca de un trabajo mejor remunerado para pagar las tasas universitarias de mi hijo. Amigos y familiares me recomendaron varios trabajos. Después de pensarlo, decidí ir a Beijing. Como discípula de Dafa, no debía pensar en ganar más dinero mientras otros practicantes sufrían la persecución. Al menos, en Beijing podría enviar pensamientos rectos muy cerca de la sede del PCCh.

Acudí a una agencia de trabajadores domésticos. Me dije que no elegiría y que aceptaría el primer trabajo que me ofrecieran, ya que estaría arreglado por Shifu.

Mi primer trabajo fue cuidar a un bebé de cinco meses. El sueldo no era muy alto, pero me atenía a los altos estándares requeridos para un discípulo de Dafa. Después de trabajar allí durante una semana, la familia me pidió que me quedara permanentemente. Les dije que era una persona de confianza porque practicaba Falun Dafa, y que nuestro Shifu nos enseña a ser buenas personas. La persecución era rampante, pero mis empleadores pensaban bien de mí y de Dafa, y me aumentaron el sueldo. En efecto, se trataba de personas con una relación predestinada arreglada por el Maestro.

Me encontré con muchas pruebas en el trabajo. Cuando me sentía injustamente tratada o estaba molesta, recordaba las palabras del Maestro:

“¿Sabes que para salvarte el Fo una vez mendigo por comida entre la gente común?” (Cultivación genuina, Escrituras esenciales para mayor avance).

Me sentí mejor de inmediato. Ayudé a mis amigos, familiares y visitantes a renunciar al PCCh.

Durante el Año Nuevo Chino, tuve días libres en el trabajo. Compré materiales para hacer pancartas con mensajes sobre Dafa. Para no preocupar a mis empleadores, trabajé en las pancartas después de medianoche, cuando todos dormían. Cerré la puerta, extendí los materiales sobre mi cama y escribí las palabras: "Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno, devolver la justicia a mi Maestro". El bebé solía despertarse a las cuatro de la mañana, pero la madre se encargaba de cuidarlo, por lo que yo tenía más tiempo para descansar por la noche. Continué trabajando en las pancartas.

Pensaba: Cómo me gustaría tener un espacio privado para hacer materiales de aclaración de la verdad. Sabía que muchos practicantes querían ir a Beijing para validar el Fa, pero no podían. Serían arrestados, o detenidos y torturados en prisión. Esta es la capital, y los apartamentos son caros. ¿Cómo podía esperar yo, una trabajadora doméstica, tener mi propia casa? Era una ilusión.

Mis deseos se hacen realidad

Permíteme volver a 1997. A medida que estudiaba más el Fa, fui capaz de dejar de lado mi resentimiento hacia mi exmarido. Le dije a mi hermana: "Ya no lo odio. Si lo vuelvo a ver, le hablaré de Falun Dafa".

Solo te he contado una pequeña parte de la dura vida que pasé antes de comenzar a practicar. Un día y una noche no son suficientes para entrar en detalles de mi difícil y miserable vida. El Maestro soportó mi yeli (karma) y cambió mi camino en la vida. Pero en cuanto a una persona común que no practica Falun Dafa, nadie cambiará su destino, este es fijo.

Después de que realmente dejé atrás mi odio hacia mi exmarido, dos semanas más tarde, recibí la noticia de su fallecimiento. Conmocionada y arrepentida, decidí verle por última vez. Cuando le dije que quería llevar a mi hijo a casa, el padre de mi marido se mostró encantado. Pero inmediatamente me dijo que mi exmarido no había dejado ni un céntimo. Así, me reuní con mi hijo.

Más tarde, me pregunté cómo pude tomar la decisión con tanta calma. Cuando era joven, oía a menudo a los ancianos decir: "Hay que dejar dinero para situaciones de emergencia". De repente me di cuenta: "Ya no tengo que preocuparme por estar enferma porque soy practicante de Dafa. ¿Por qué debería tener miedo de no tener dinero?".

Mi jefa era una persona amable. Me pedía que me quedara. Pero pensé que causaría demasiados problemas a la empresa, ya que tenía que ocuparme de mi hijo, que entonces solo estaba en primaria y necesitaba llevarlo y traerlo del colegio. Decidí dejar el trabajo que pagaba el doble de lo que habría ganado en mi ciudad natal.

Algunos practicantes me dijeron: "¿Estás demasiado apegada a los sentimientos?" y "¿Por qué quieres llevarte a tu hijo a casa?". Les dije que era porque el padre de mi hijo había fallecido. Como practicante, si no cuido de mi hijo, ¿cómo puedo ser considerada y compasiva hacia los seres conscientes? Eso era lo que entendía en aquel momento. Si no hubiera sido una practicante, no habría tenido el valor de traer a mi hijo a casa.

Después de algunas dificultades, encontramos un lugar que podía alquilar. Lo arreglé y encontré un lugar para el retrato de Shifu. Mientras revisaba mis pertenencias, encontré la súplica que escribí en 1995: "¡Dioses que controlan mi destino! Haré el bien para siempre si puedo reunirme con mi hijo". Lloré inmediatamente y recordé mi segundo deseo. Ahora parecía que tal vez era mi naturaleza Buda la que emergía. Aunque en aquel momento intenté negociar con los dioses debido a mi ignorancia, Shifu me había estado ayudando todo el tiempo.

Entonces, ¿cómo cumplí mi tercer deseo? Esto es algo por lo que vale la pena alegrarse. Como practico la cultivación, cualquier milagro puede ocurrir.

A finales de 2008 me tomé unas vacaciones en el trabajo y volví a mi ciudad natal. Un practicante me presentó a un joven practicante masculino que trabajaba en Beijing y él, a su vez, me presentó a una joven practicante de mi ciudad natal que trabajaba en Beijing.

Cuando la niña que cuidaba cumplió un año, su abuela, que cuidaba a otro nieto, vino a hacerse cargo de la nieta. Seis meses antes de que terminara y estuviera indecisa sobre lo que debía hacer a continuación, el joven practicante de mi ciudad natal me llamó para preguntarme si quería mudarme a su casa, ya que su buen amigo que vivía allí tenía que mudarse a otro lugar. Después de hablarlo con la joven practicante, decidimos compartir el alquiler. Así, pude pagar el alquiler. Nunca supe cómo el Maestro arregló las cosas de forma tan perfecta.

Poco después, la cuñada del joven practicante comenzó a practicar Falun Dafa. Los tres, junto con la joven practicante, nos hicimos mejores amigos. Los cuatro estudiábamos el Fa, hacíamos los ejercicios y hacíamos la aclaración de la verdad juntos. Al madurar en la cultivación, ya no tenía muchos deseos.

Buenas noticias de mi hijo

Aquellos de mi familia que no practican Dafa me regañan a menudo por no prestar mucha atención al intento de casar a mi hijo. Sé que la vida de uno está arreglada y que debo dejar que las cosas sigan su curso natural. También pude dejar atrás el daño que mi familia nos hizo a mi hijo y a mí. Aunque mi hijo no practica Dafa, muchas veces deja pasar las cosas incluso mejor que yo. Siento que muchas de las cosas que me dice son sugerencias del Maestro. Es amable y generoso con los demás, incluso con los que le hicieron daño antes.

Hace poco, alguien le presentó una chica a mi hijo y se entendieron muy bien. Un día, mi hijo me llamó por teléfono y me dijo: "¡Mamá, tengo una gran noticia! Te lo contaré cuando llegue a casa". Corrió a casa y me dijo que había varios practicantes en la familia de su novia. Mis ojos se llenaron de lágrimas e inmediatamente ofrecí incienso al Maestro. No hay palabras para describir lo agradecida que estoy al Maestro.

Después de este incidente, pensé en escribir un artículo para compartir. Todavía tengo muchos apegos de los que necesito deshacerme. Cuando vi el anuncio del 19.º Fahui de China en Minghui, empecé a escribir este artículo. Reflexioné sobre cómo debería recorrer el camino restante de mi cultivación y hacer bien las tres cosas.

Debo hacer mi mejor esfuerzo para mantener pensamientos rectos y apreciar esta oportunidad que es tan difícil de conseguir.

Compañeros practicantes, por favor, señalen si hay algo inapropiado.