(Minghui.org) “La mayoría, solo escuchan en silencio, porque después de todo, trabajan en el sistema chino donde todos los teléfonos están intervenidos”, explicó Xiao Xia. “Pero siempre cuando acabo de hablarles, me dan las gracias una y otra vez. Últimamente esto ha sucedido mucho”.

Xiao es voluntaria en el Centro de Servicio para Renunciar al partido comunista chino (PCCh) de Los Angeles. Mencionó que percibió grandes cambios en los últimos meses, mientras llama a la gente en China para informarles de la persecución que perpetra el PCCh contra personas respetuosas de la ley, como los practicantes de Falun Dafa. Cuando comenzó a trabajar como voluntaria, a menudo le colgaban el teléfono cuando realizaba las llamadas o le contestaban de forma grosera.

A medida que el mundo ha tomado conciencia sobre la brutalidad y las mentiras del PCCh, especialmente con el encubrimiento del brote de coronavirus, cada vez más funcionarios del PCCh –que conocen el funcionamiento interno del partido– van percibiendo que se avecina una crisis en China. Así que han comenzado a evaluar las posibles garantías de su seguridad. Muchos eligieron renunciar al PCCh y a sus organizaciones afiliadas para evitar que los consideren responsables cuando llegue el momento en que se lleve al PCCh ante la justicia, por los daños que ha causado a China y al mundo entero.

Juicios en Alemania Oriental

El mismo fenómeno que está sucediendo en China hoy en día, ocurrió en otros momentos de la historia. Tomemos como ejemplo Alemania Oriental.

El 4 de diciembre de 1989, cuatro semanas después de que demolieran el muro de Berlín. Arnold Vaatz, un físico que trabajaba en Erfurt, donde la policía secreta de Alemania Oriental (Stasi) guardaba sus registros, vio que salía humo de la sede del distrito de la Stasi. Él junto a otros ciudadanos se dieron prisa y sellaron la documentación y los ordenadores para proteger los registros.

Gracias a estos y otros archivos que se rescataron, la sociedad conoció que la Stasi operaba como policía secreta, es decir, cómo la agencia de inteligencia del partido comunista. Poseía 270.000 empleados, incluidos 180.000 informadores, que espiaban casi cada aspecto de la vida diaria de los alemanes orientales y también llevaban a cabo el espionaje internacional.

A través de las emisiones de televisión y del boca a boca, los ciudadanos de Alemania Oriental sabían de Occidente, así que alrededor de 2,7 millones cruzaron la frontera de Berlín en dirección a Alemania Occidental, en busca de una mejor calidad de vida y de libertad.

El líder del partido comunista, Walter Ulbricht, ordenó construir el muro de Berlín en 1961. El gobierno de Alemania Oriental dio órdenes a los guardias fronterizos de disparar a los desertores. “No duden en usar las armas de fuego, aunque los que atraviesen la frontera lo hagan en compañía de mujeres y niños; esta es una táctica que los traidores usan frecuentemente”, detallaba la orden de octubre de 1973.

Más tarde esto se convertiría en una evidencia que apuntaba a los líderes del partido comunista para que rindieran cuentas. Egon Krenz, el último líder comunista de la Alemania Oriental, fue condenado en agosto de 1997 por homicidio. “Según las autoridades, al menos 916 personas murieron tratando de escapar, durante los 41 años que existió la Alemania Oriental –de ellas 80 perdieron la vida en el muro de Berlín”, detallaba una noticia de Associated Press el 25 de agosto 1997, titulada: “Condenan al último líder comunista de Alemania Oriental por los tiroteos en la frontera”.

En total, acusaron a 160 personas por su implicación en estas muertes. “Pienso que los juicios sobre el muro deberían continuar, para que las familias que lo sufrieron puedan continuar destapando tales injusticias”, señaló Klaus Peter Eich de 56 años, quien recibió un disparo por la espalda que le paralizó la parte inferior del cuerpo, cuando trataba de escapar de Berlín Oriental en 1961.

Normalidad, en apariencia

Ahora echemos un vistazo a la China moderna. Aunque el PCCh aparenta estar intacto, hay muchas señales que apuntan a que sobrevendrá una crisis de forma inminente.

Todos los funcionarios públicos, desde los de alto rango a los líderes locales, deben dejar sus pasaportes en sus agencias de supervisión mientras no viajen fuera de China. Cuando los funcionarios necesitan visitar otros países, suelen viajar en grupos y emplean un sistema de vigilancia mutua, donde todos se vigilan entre ellos, para que ninguno pueda huir o desertar sin que lo detecten.

Wnag Liqiang, un ex agente especial, desertó estando en Australia el 22 de noviembre del 2019. Era el primer espía del PCCh que revelaba su identidad en el extranjero, desde que el PCCh tomara el poder en 1949. Heng He, experto en asuntos de China, consideró esto como algo muy significativo ya que Wang trabajaba en la red de inteligencia que el PCCh tiene en Hong Kong, y su antiguo supervisor era uno de los principales oficiales de inteligencia del PCCh en Hong Kong.

La información que facilitó Wang detallaba cómo el PCCh controlaba Hong Kong, así como los medios de comunicación y la opinión pública en Taiwán. La infiltración del PCCh era amplia y profunda. Las declaraciones de Wang rompieron la cortina de hierro de la gran red de desinformación masiva del PCCh. Dijo que se decidió hablar porque presenció el maltrato que el PCCh dispensó a Hong Kong durante la propuesta de la ley de extradición en junio del 2019. No quería que le sucediera lo mismo a Taiwán.

Netizen 4EverHongKong dio un ejemplo del sufrimiento que padeció Hong Kong: las inusualmente elevadas cifras de “muertes por suicidio” de la gente joven en Hong Kong, durante el movimiento antiextradición. Netizen escribió: “En 2015 se suicidaron 38 estudiantes, 32 en 2016 y 25 en 2017, pero en 2019 el número aumento drásticamente”. Continuó diciendo que “muchos de las cientos de muertos por suicidio” fueron jóvenes vestidos de negro con las manos atadas. Algunos cuerpos flotaban en el agua, otros fueron abandonados en el bosque, mientras que otros cayeron desde edificios altos”. Se sabía que muchos de los fallecidos participaban en el movimiento antiproyecto de extradición. Sus familias sospechan que los mató la policía, como ocurrió en la masacre de la Plaza de Tiananmen en 1989.

La gente de Hong Kong, no son los únicos que han sufrido a manos del PCCh. Otro funcionario del PCCh proporcionó más de 400 páginas de documentos al New York Times el 16 de noviembre del 2019, detallando cómo el PCCh realizaba arrestos masivos de uigures y de otras minorías en Xinjiang, en nombre de la educación y la formación. El Consorcio Internacional de Periodistas Investigadores (ICIJ) también mostró documentos del PCCh del 24 de noviembre del 2019. Explicaban cómo el PCCh construyó campos de concentración en Xinjiang, que podrían albergar hasta un millón uigures.

El momento de despertar

Alertaron a la comisión nacional de Sanidad de china (NCH) del brote de coronavirus el 30 de diciembre del 2019, días después de que se confirmara el primer caso de contagio. Pero, al igual que hicieron otros organismos del gobierno, la NHC y sus filiales a nivel provincial y local, ocultaron la información, mientras se castigaba a los denunciantes.

A finales de octubre del 2020, la pandemia ha causado más de 46 millones de infecciones en todo el mundo y más de 1,2 millones de muertes. La pérdida de vidas humanas ha provocado fuertes reacciones en la comunidad internacional.

Arthur Waldron, historiador de China y profesor de relaciones internacionales en el departamento de historia de la Universidad de Pennsylvania, dijo que el PCCh ha iniciado un camino de decadencia y se dirige hacia un destino similar al de la Unión Soviética, que colapsó en 1991.

Un alto funcionario del PCCh habló una vez sobre eso con Waldron. “Me dijo: Arthur: ¿Qué demonios vamos a hacer? Todos saben que este sistema político no funciona. Hemos llegado a un ‘si hu tong’ (callejón sin salida)”, explicó Waldron en una entrevista a finales del año pasado.

El funcionario continuó diciendo: “Lo que no sabemos es cuál debe ser el siguiente paso a tomar porqué… hay minas por todos lados, y si damos un paso, podemos provocar una terrible explosión”.

Wang Qishan, vice primer ministro de China, ya lo reconoció en 2015 cuando era el secretario de la comisión central de inspección disciplinaria. “La corrupción en el partido es generalizada y grave, hasta el punto que se desintegrará”, dijo en una reunión del comité permanente de ese año, "quieran reconocerlo o no, es un hecho”.

Acabando con la pesadilla del comunismo

La situación actual en China es incluso peor que la que se vivía cuando el muro de Berlín cayó en 1989. “El muro seguirá en pie durante 50 o 100 años si no se eliminan las razones de su existencia”, decía con optimismo Erich Honecker en enero de 1989, el entonces secretario general de la Alemania Oriental.

El pesimismo abrumador de los funcionarios del PCCh también ha sido confirmado por las estadísticas del extranjero. El Centro de Investigación de Pew emitió un informe el 6 de octubre donde se reflejaba que la opinión sobre China había empeorado bruscamente en los principales países de Occidente.

“Las opiniones sobre China han empeorado aún más en los últimos años en muchas economías avanzadas, y en el último año se ha disparado una opinión desfavorable… la mayoría de los países encuestados tienen una opinión negativa sobre China”, reza el informe: “Esta mala imagen se encuentra en su punto máximo, desde que el Centro comenzara a hacer encuestas sobre este tema hace más de una década”.

Las opiniones negativas sobre China en Australia, por ejemplo, aumentaron en un 24% durante el último año y ahora han ascendido hasta el 81%. De la misma manera, en el Reino Unido el porcentaje se incrementó un 24%, disparándose hasta el 74%.

“El aumento de las opiniones negativas se produjo en medio de las críticas generalizadas sobre cómo China gestionó la pandemia del coronavirus. De los 14 países encuestados, una media del 61% dijo que China hizo una mala gestión del brote”, destaca el informe.

Coincidiendo con estas opiniones, los funcionarios del gobierno también han tomado medidas. El Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos (USCIS) actualizó su manual de normas en octubre, e incrementó sus esfuerzos, para prohibir la entrada o la residencia permanente a los miembros del partido comunista.

“No admitir a inmigrantes que pertenezcan o estén afiliados al partido comunista o a otros partidos totalitarios, forma parte de un grupo de leyes más amplio que aprobó el Congreso para hacer frente a las amenazas de seguridad de los Estados Unidos”, según explica el capítulo 3 del manual. “Su propósito original era proteger a los Estados Unidos contra las actividades antiestadounidenses y rebeldes que pudieran considerarse una amenaza para la seguridad nacional”, añade.

Después de que el PCCh aplicara la ley de seguridad nacional en Hong Kong el 30 de junio del 2020, el Congreso de los Estados Unidos aprobó –en julio– la ley de Autonomía de Hong Kong para “hacer responsable a China de las acciones agresivas contra el pueblo de Hong Kong”. Según lo dispuesto en la ley, el Departamento de Estado de Estados Unidos publicó un informe el 14 de octubre en el que “se identifica a las personas extranjeras que han contribuido materialmente o intentan incumplir sus obligaciones sujetas a la Declaración Conjunta Chino-Británica o la Ley básica de Hong Kong”, por parte de la república Popular China.

En el informe, se identificaron a diez individuos como los responsables de dañar los intereses de Hong Kong. Según una nota de prensa del Departamento de Estado de Estados Unidos, en el apartado a) del artículo 5 de la ley, el Secretario de Estado trabajaba con el Secretario del Tesoro para imponer sanciones de bloqueo de activos a cada una de las personas extranjeras que constaban en el informe.