(Minghui.org) No podía salir a aclarar la verdad después de que nuestra unidad de trabajo se cerrara debido al virus de Wuhan. Salía a comprar alimentos de vez en cuando, pero no encontraba la forma de aclarar la verdad a la gente ni de ayudarla a renunciar al partido comunista chino (PCCh). La situación duró más de un mes. Empecé a preocuparme porque me estaba quedando atrás en el asunto de la salvación de la gente. Aún así me decía: "No es que no quiera. Es que las condiciones no lo permiten”. Estaba mirando hacia afuera. 

Una noche tuve un sueño en el que estaba en un campo de batalla. El enemigo nos había atacado y nuestro bando se retiraba. Yo también estaba a punto de retroceder, pero el enemigo se encontraba tan cerca que no me daba tiempo a salir corriendo. Así que me hice el muerto. Sentí que un soldado enemigo me pisaba el hombro. Luego lo escuché perseguir a nuestros soldados en retirada.

Después de despertar, le conté mi sueño a mi esposa practicante. “Ponerse en cuarentena es como hacerse el muerto en el campo de batalla”, le dije. Coincidimos en decidir que teníamos que volver a salir para salvar a la gente. Si no salvamos a la gente, carecemos de compasión. Si no cumplimos con nuestros votos, ¿cómo vamos a poder regresar a nuestro ser verdadero y original? Si no hacemos las tres cosas, no estaremos escuchando al Maestro Li. ¿Seguimos siendo discípulos de Dafa? Ambos decidimos que, sin importar las circunstancias, debíamos salir a aclarar la verdad.

Aunque no era tan fácil hablar con la gente como antes, cada vez que salíamos, persuadíamos a dos o tres para que renunciaran al partido. A veces, simplemente gastaba algunos billetes –cientos de yuanes– que contenían información en anotaciones que aclaraban la verdad o repartía algunos folletos, pero era mejor que quedarme en casa "haciéndome el muerto".

Con frecuencia, compartimos nuestras experiencias y entendimientos. Nos hemos dado cuenta de que en realidad no queda mucho tiempo del período de la rectificación del Fa. Realmente estamos al final del final. Cuando acabe de verdad, no nos quedarán más oportunidades y será demasiado tarde, incluso para llorar.

Si ese es el caso, ¿qué pasará con nuestros familiares de nuestros mundos celestiales? ¿Qué pasará con los seres conscientes de nuestros mundos celestiales? ¿Y qué pasará con nosotros mismos? ¿Qué hay de los millones de años de espera a lo largo de las distintas eras? ¿No resulta aterrador? Por supuesto, encontraremos desafíos y grandes dificultades. Pero sin complicaciones, no existe virtud poderosa. Mientras mantengamos el corazón para salvar a la gente, los fashen del Maestro y los dioses rectos nos ayudarán.

Una vez pasé toda la mañana y no logré hablar con una sola alma. Me sentí triste por no poder salvar más vidas, así que le pedí a Shifu que me trajera a las personas predestinadas. De camino a casa, me encontré con una.

El Maestro es, en realidad, quien salva a la gente. Simplemente movemos nuestros labios y nuestros pies, pero el Maestro es quien nos brinda toda nuestra poderosa virtud.