(Minghui.org) Cuando la joven de 17 años Yin Jun comenzó a practicar Falun Gong en 1997, estaba feliz de ver todos los cambios positivos que le trajo a su vida. Todo era maravilloso para ella, su futuro era brillante y estaba llena de aspiraciones.
Sin embargo, dos años después, incluso antes de comenzar la universidad, sus sueños fueron destrozados por la persecución a Falun Gong lanzada por el régimen comunista chino.
La expulsaron del colegio y pasó la parte más importante de su vida detrás de las rejas por haberse parado frente al régimen totalitario por su fe.
Desarrolló severos problemas al corazón cuando llegó a los 20, y su espina inferior quedó deformada debido al sufrimiento constante, la intensa tortura durante la detención.
Han pasado 19 años, no obstante la persecución continúa. La niña adolescente se convirtió en una mujer de 37 años. A pesar de que sus días de prisión han terminado, decidió no volver a su casa para no implicar a sus padres en la persecución. Con miedo y presión de ser arrestada en cualquier momento, se mantiene vagando de un lado a otro, realizando trabajo eventuales para poder vivir.
En este artículo, la Sra. Yin recuerda la persecución que ha sufrido en estos años. Espera que al hacerlo, más gente pueda entender la brutalidad de la persecución para que trabajen juntos para detenerla.
Expulsada de la escuela
Estaba en el ultimo año de la secundaria preparándome para el examen de ingreso cuando el partido comunista chino de repente lanzó la persecución a Falun Gong en 1999. La propaganda cubrió toda la sociedad, describiéndonos falsamente como personas degeneradas e inmorales.
Sabiendo que yo practicaba Falun Gong, la policía fue a mi escuela para buscarme. Forzaron al director a mis profesores a que me presionaran para renunciar a la práctica. Cuando me negué a cumplir, el director me expulsó de la escuela y me prohibió tomar el examen de ingreso.
Arrestada por apelar por Falun Gong
En noviembre de 2000 fui a Beijing para apelar por Falun Gong. Fui arrestada en la plaza Tiananmen. La policía me golpeó y abusó verbalmente. Me pusieron en una jaula de metal y me llevaron a una instalación en un suburbio en Beijing.
Doce policías se turnaron para interrogarme e intentaron saber mi dirección y nombre. No me permitieron dormir y me forzaron a pararme de cuclillas por largos periodos de tiempo.
Dos días después, como no les dije nada, me mintieron y dijeron que me llevarían a casa. Les creí y les dije mi dirección. Pero en vez de llevarme a casa, me enviaron al centro de detención del distrito Fengtai en Beijing.
Después de unos días de detención, me llevaron a mi pueblo en la ciudad de Baishan, provincia de Jilin a la comisaría local y luego me detuvieron en el centro de detención del condado de Fusong.
Para poder forzarme a mí y otros practicantes de Falun Gong a renunciar a nuestra fe, la policía nos mantuvo durante seis horas descalzos y con ropa liviana cuando las temperaturas estaban bajo cero. Pero ninguno de nosotros dudó.
A fines de enero de 2001 cerca del Año Nuevo Chino, me liberaron. Poco después, la policía me arrestó de nuevo y me enviaron a una sesión de lavado de cerebro de diez días para continuar con sus esfuerzos de transformarme.
Problemas en el corazón por la tortura
Una noche de junio de 2001, estaba en la casa de mi abuela con mi madre. Después de ir a la cama, escuchamos que alguien tocaba la puerta fuerte. Cuando mi madre abrió, eran más de 20 policías que irrumpieron y comenzaron a buscar en cada esquina de la casa. Confiscaron mis libros y póster de Falun Gong.
Representación de la tortura esposada por la espalda
Me llevaron al centro de detención. La policía me esposó las manos con fuerza detrás de la espalda por más de una hora. Estaba sudando en todo el cuerpo. Cuando finalmente soltaron las esposas, perdí toda la sensación en mis brazos.
En el centro de detención, solo me dieron agua caliente y pan podrido y me prohibieron comprar comida. Los guardias no me permitieron dormir por la noche: si me adormecía, hacían ruido para despertarme.
Debido a las pobres condiciones de vida y al tremendo tormento mental y físico, comencé a desarrollar problemas en el corazón.
Sin ningún procedimiento, la policía me envió al campo de trabajo forzado de Changchun. Cuando el médico del campo encontró mi serio problema en el corazón, se negó a admitirme. Y no obstante el centro de detención no me dejó ir. Ellos argumentaban que no era posible tener un problema en el corazón cuando apenas tenía 20 años. Me tuvieron en custodia por otros tres meses y finalmente me liberaron después que confirmaron mi problema en el corazón con varios hospitales locales.
Pero no era libre aún después de ser liberada: la policía continuó vigilándome en casa. Me forzaron a dejar mi casa y comencé a vagar.
Arrestada por hacer materiales con información sobre la persecución
Me quedé en el pueblo de Songjianghe en el condado de Fusong y comencé a hacer materiales para exponer la persecución que sufrí. La policía lo descubrió, y me arrestaron de nuevo después de confiscar mis computadoras, impresoras y otros materiales.
La policía me detuvo en el centro de detención de Linyeju. Me ataron a una silla y me esposaron. Durante el interrogatorio, me dieron bofetadas en la cara, y aplicaron descargas eléctricas y golpearon.
Ilustración de la tortura alimentación forzada.
Me encerraron en confinamiento solitario donde comencé una huelga de hambre para protestar por la persecución. Varios guardias y reclusas me alimentaron a la fuerza con un tubo. Sin entender nada sobre anatomía humana, me empujaron el tubo por la garganta, causando que sangre profusamente. Me alimentaron con una mezcla de maíz salado. Después de esto tenía mucha sed, y mis labios se partieron.
Durante una sesión de alimentación forzada, comencé a tener problemas para respirar, y los latidos de mi corazón bajaron alarmantemente. No podía abrir los ojos, pero seguía consciente. Le pedí ayuda a mi Maestro, el Maestro de Falun Gong –“Shifu, no puedo morir”. Entonces, sentí un golpe en el corazón, y logré respirar de nuevo. Estaba tan agradecida porque Shifu salvó mi vida.
Enviada a campo de trabajo forzado
En 2002 me sentenciaron a tres años de prisión en el campo de trabajo forzado de Heizuizi en Changchun. Fui forzada a trabajar 16 horas todos los días y muchas veces hasta medianoche. Me dolía el cuerpo por las largas horas de trabajo.
El tiempo para comer, ducharse o usar el baño estaba estrictamente controlado en unos pocos minutos. Si no podíamos terminar a tiempo, los guardias nos paraban sin importar qué. En el invierno, solo nos permitían usar agua fría para lavar.
Enflaquecimiento y fallas en el corazón después de la tortura y lavado de cerebro
Durante los primeros meses en el campo de trabajo, fui sometida a un intenso lavado de cerebro. Los guardias no me permitían dormir a la noche pero me forzaban a realizar largas horas de trabajo durante el día.
En el “informe de pensamientos” que te pide el campo, escribí historias sobre cómo practicar Falun Gong me benefició. Como resultado, los guardias me golpearon hasta que quedé llena de moretones con una cojera al caminar. También me aplicaron descargas eléctricas, dejándome hinchazones y muchas quemaduras en el cuerpo. A pesar del intenso dolor, me forzaron a continuar trabajando.
Protesté la persecución varias veces con huelgas de hambre. Pero me alimentaban a la fuerza. Usaban un abrebocas y tiraban la mezcla dentro. Si no lo tragaba, me apretaban la nariz para que no respirara. A veces los guardias me pateaban las piernas durante la alimentación forzada. Muchas veces vomitaba y tosía por la tortura.
En la persecución a Falun Gong, la alimentación forzada se usa rutinariamente para torturar a los practicantes. Muchos practicantes han muerto como resultado.
Medía casi 1.70 metros, y pesaba menos de 50 kilos mientras estuve en el campo de trabajo forzado. Cuando los guardias me llevaron a realizarme un examen físico, encontraron signos de fallas en el corazón y mi presión sanguínea era extremadamente baja.
Desde entonces, los guardias me tomaban la presión dos veces al día y me forzaban a tomar un medicamento desconocido. Si me negaba, me aplicaban descargas eléctricas.
Todos los practicantes de Falun Gong detenidos allí eran sometidos a torturas similares o peores. Algunos murieron por las torturas.
Dos años después, comencé a tener fiebres altas que no bajaban ni con inyecciones. Dejé de hacer trabajo forzado, pero los guardias continuaron la tortura forzándome a sentarme en un banco pequeño sin moverme. Eventualmente me enviaron a un hospital militar para un examen, donde el médico descubrió que tenía cálculos biliares e inflación severa en la vesícula.
Temiendo que muriera en el campo, los guardias me liberaron condicionalmente para recibir tratamiento médico.
Sentencia de prisión
Al regresar a casa, continué mis esfuerzos para generar conciencia sobre la persecución. Me denunciaron a la policía; poco después, invadieron mi hogar y confiscaron mi computadora e impresora una vez más.
Como estaba con libertad condicional, la policía demandó que el campo de trabajo me llevara de vuelta para terminar la sentencia, pero el campo se negó.
Me detuvieron en el centro de detención del condado de Fusong. Comencé una huelga de hambre y grité “Falun Dafa hao”.
Los guardias me ataron a una cama, me colocaron con las extremidades extendidas y me alimentaron a la fuerza. Me dejaron el tubo en la nariz y estómago. Para el momento en que me sacaron las esposas y sacaron de la cama, había perdido la conciencia y no pude caminar por largo tiempo.
Representación de la tortura atada con las extremidades extendidas.
La policía presentó mi caso a la corte, y me dieron otros tres años de prisión. Cuando me enviaron a la prisión para mujeres de Heizuizi en Changchun, fallé la prueba física. La policía no se rindió. Sobornaron al médico de la prisión, quien eventualmente manipuló los resultados y me aceptaron.
Me mantuvieron en un hospital y me inyectaron un medicamento desconocido todos los días. A veces me daban pastillas, pero las tiraba en el inodoro y nunca las tomé.
Tan pronto como mi estado mejoró, me transfirieron al pabellón de “educación” en la prisión, donde los guardias me lavaron el cerebro y me torturaron para formarme a renunciar a Falun Gong.
La tortura de “estirar”
Ilustración de la tortura estirar.
Después que los guardias de la prisión se enteraron que muchos practicantes estábamos leyendo las enseñanzas de Falun Gong en noviembre de 2006, detuvieron algunos en confinamiento solitario y ataron sus extremidades a una cama. El dolor era insoportable.
Aunque estábamos detenidos en diferentes pisos, podía escuchar los gritos de los practicantes sufriendo por la tortura.
Por la noche, también podía escucharlos despertarse por las pesadillas, gritando. Para mí también era difícil dormirme.
Durante el día, muchos practicantes ancianos y yo éramos forzados a pararnos frente a la pared por largos periodos de tiempo sin movernos ni hablar. A algunos los obligaban a sentarse en un banco pequeño. Cuando me sentía débil y estaba por desmayarme, los guardias me daban un medicamento y decían: “Si no tuvieras el problema en el corazón, te ataríamos a la cama”.
Después que esos practicantes salían de esa posición, no podían moverse por varios días. La cuerda que los ataba cortaba sus muñecas y tobillos, los cuales no se curaban hasta después de unos meses.
Mientras tanto, los guardias seguían torturándonos al hacernos sentar en un banco pequeño y sometiéndonos a constante lavado de cerebro. Los que se resistían al lavado de cerebro enfrentaban aún más tortura.
Para el tiempo que fui liberada de prisión en 2007, como resultado de la tortura del banco pequeño, todo mi cuerpo estaba hinchado y mi espina lumbar tan deforme que tenía un dolor extremo siempre que doblaba el cuerpo aunque fuera un poquito.
Me llevó un largo tiempo recuperar mi espina y piernas y poder caminar normalmente. Pero el daño físico era mucho menos que el trauma mental de la persecución.
La persecución también causó tremendo dolor a mis padres. Mi abuela estaba aterrorizada con la persecución y murió con una gran dolencia emocional.
Segundo término de trabajo forzado
Después que mi cuerpo se recuperó, encontré un trabajo y continué hablando con la gente sobre la persecución. Pero como la policía me seguía vigilando, fui arrestada de nuevo, y la policía confiscó todos mis cosas de Falun Gong por tercera vez.
Esta vez, me dieron una sentencia de un año y medio en el campo de trabajo forzado de Heizuizi en marzo de 2010.
El campo de trabajo apenas tenía calefacción en el helado invierno del nordeste de China. Las paredes de nuestro baño estaban llenas de hielo y nunca se derritieron.
Nos forzaron a trabajar largas horas para hacer bolsas de papel todos los días. El pegamento tenía un olor fuerte, y nos dolía la cabeza a todas después de usarlo.
Después que esa sentencia terminó, el campo de trabajo me detuvo por otros 20 días antes de liberarme en septiembre de 2011.
Comencé a vagar para evitar más persecución. La policía muchas veces acosaba a mis padres e intentaba averiguar mi paradero.
En julio de 2015 cuando fui a visitar a mis padres, la policía detuvo a mi madre y a mí por 10 y 20 días respectivamente. Le dijeron a mi padre que nos arrestaron por haber presentado una querella criminal contra Jiang Zemin, el exlíder comunista que inició la persecución a Falun Gong en 1999.
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