(Minghui.org) En la cultura tradicional china, una persona de carácter noble siempre respeta al Cielo y adora a los Dioses, actúa con moderación y recibe la veneración de los demás.

Cuando una persona siente respeto por el Cielo y la Tierra, es menos orgullosa. Si siente temor, es menos jactancioso, y al ser cuidadoso, es menos autodestructivo.

En la China de hoy, la gente ya no siente respeto ni temor del Cielo o de la Tierra. La gente ya no adora a los Dioses o Budas debido a que bajo el dominio comunista las religiones se han visto denostadas y perseguidas durante muchos años.

Algunas personas hacen cualquier cosa por dinero y no consideran ni a los demás ni las consecuencias que conllevan sus acciones. A menudo oímos hablar de alimentos y medicamentos venenosos, como la leche en polvo contaminada con melamina y las vacunas tóxicas. Esto se debe a que los comerciantes tienen poca consideración por la vida y ningún respeto por la ley. Tampoco tienen miedo de la condena moral.

Sin respeto ni temor, los funcionarios aceptan sobornos y hacen todo lo posible para obtener beneficios. Sin respeto ni temor, los comerciantes pierden su confiabilidad e integridad, y hacen cualquier cosa para obtener ganancias. Sin respeto ni temor, la gente ya no cree en que el bien es recompensado con el bien; en cambio, se entregan a la depravación y a la lucha sin descanso.

Cuando la gente no tiene fe en los Dioses, se atreven a hacer cualquier cosa que quieren. Incluso persiguen a los cultivadores como ocurre hoy día con los practicantes de Falun Dafa. Son pocos los que saben que al perseguir a los cultivadores, se están persiguiendo a sí mismos.

Un ejemplo es Tao Yulong, director de una oficina comunitaria en la ciudad de Weifang. Tao había tomado parte activa en la persecución que los practicantes de Falun Dafa sufren a manos del régimen comunista desde 1999. Propinó palizas a los practicantes y extorsionó a sus familias. Le diagnosticaron un tumor cerebral inoperable en 2018. Desde entonces se encuentra postrado en la cama.

En la antigüedad, a los emperadores chinos se les conocía por el sobrenombre de Hijos del Cielo (tianzi) y se suponía que debían seguir las reglas del Cielo. Oraban ceremoniosamente y mostraban arrepentimiento ante el Cielo. Muchas grutas famosas con grandes estatuas de Buda en China se crearon bajo sus órdenes. Estaban convencidos de que respetar y adorar a los Budas y difundir el dharma budista, les protegería y les brindaría bendiciones, el país se estabilizaría y la gente prosperaría.

Lamentablemente, algunos chinos hoy en día no sienten respeto ni temor de nada ni de nadie. Difaman la Ley Buda y persiguen a los practicantes de Falun Dafa. No se dan cuenta de que los seres divinos se encuentran en todas partes; así que el bien será recompensado, y el mal será castigado. Los dioses están observándolo todo, y la gente acabará siendo juzgada como siempre lo ha sido.

Cuando la gente deja de aferrarse a los valores tradicionales, la cultura de las naciones se pierde. La gente sólo se preocupa de sí misma y de sus beneficios, la comida está envenenada y la medicina adulterada: Los chinos se matan entre sí. ¿Dónde hay esperanzas para una nación así? ¿Qué nos deparará el futuro?

"Desde un emperador a un campesino, nunca ha existido un valiente que no haya muerto", dijo Hong Zicheng, un monje taoísta de la dinastía Ming.

A lo largo de la historia, los que no han tenido miedo siempre acabaron encontrado la autodestrucción. Mientras la gente sienta respeto y temor vivirá bendecida por los Dioses.