(Minghui.org) Fan Huiming, miembro del personal de la oficina 610 en la provincia de Shanxi, estuvo muy activo en la persecución a practicantes de Falun Gong. En noviembre de 2011 llevó a cabo 4 sesiones de lavado de cerebro consecutivas y dijo a un practicante propietario de una pequeña empresa: “Preséntese al centro de lavado de cerebro, de otra forma voy a destrozar su tienda”.
Cuando los practicantes le advirtieron que respetara las leyes en vez de hacer daño a inocentes, Fan dijo que no tenía opción: “Tengo que seguir las órdenes que vienen de arriba”.
Este tipo de cosas suceden con mucha frecuencia durante la persecución a Falun Gong.
El año pasado, por ejemplo, unos abogados fueron acosados y detenidos por la policía solo porque se atrevieron a defender a practicantes de Falun Gong. Wang Jingjun, juez a cargo del tribunal Jiansanjiang en la provincia de Heilongjiang, recibió muchas llamadas telefónicas exigiendo una explicación. ¿Cuál fue su respuesta común? “No depende de mí, solo hago este trabajo para ganarme la vida”.
Al parecer, los funcionarios suelen pensar que las órdenes de arriba justifican la persecución a ciudadanos inocentes, y su lógica es la siguiente: “No estoy en falta, solo sigo las órdenes”, o, “No soy culpable, lo hago para mantener a mi familia”.
Las consecuencias de esta falsa lógica en China, donde el poder es ejercido por un régimen totalitario, son reales e inmediatas, aunque sean difíciles de ver en Occidente.
Cómo un país puede ser usurpado
La tradición en estrategias de secuestro del partido comunista chino (PCCh) se remonta hasta su período fundacional. El cuarto ejército rojo fue una de las fuerzas militares más importantes a principios de la década de 1930 en China. Su manual para la recaudación de fondos enumera las siguientes tácticas para secuestrar a terratenientes adinerados y extorsionarlos por dinero:
. Investigación minuciosa
. Secuestro planeado en detalle
. Estimación precisa de la cantidad de dinero que podrán pagar
. Difamación a los terratenientes para aterrorizarlos
. Disponibilidad de agentes de múltiples talentos para realizar la extorción
Chen Yi, uno de los 10 generales de aquel tiempo, dejó confirmado en sus memorias que “si la cantidad no era pagada a tiempo, las casas [de los rehenes] serían incendiadas”.
Luego de que el PCCh tomó el poder, los secuestros no se terminaron. En cambio, se extendieron y se volvieron más sofisticados y oficiales.
Por ejemplo, en el movimiento de reforma agraria a principios de la década de los 50, los funcionarios persuadieron a los campesinos para que violentamente robaran las tierras y otras propiedades a los terratenientes. Una década después, durante la revolución cultural, el PCCh movilizó a la juventud del país para destruir la cultura tradicional y maltratar a los intelectuales.
En ambos casos, el PCCh empujó a grandes grupos, junto a la sociedad en general, hacia una línea de frente para poder quedarse con el poder. De este modo, no sólo las víctimas fueron aplastadas por el poderoso régimen totalitario. La gente que llevó adelante todos los hechos malos también se convirtió en rehén de las deudas sangrientas del PCCh, forjándose un futuro sombrío.
Una decisión moral que concierne a todos
Después de numerosas prácticas y ensayos, las tácticas de secuestro del PCCh llegaron a un estadío sin precedentes, como puede reflejarse en la persecución a Falun Gong.
En comparación con los movimientos políticos anteriores, estos secuestros alcanzan casi cada rincón de la sociedad y embisten contra obligaciones morales aún más profundas.
Muchas personas estaban confundidas acerca del por qué Jiang Zemin prohibió una práctica pacífica de meditación como Falun Gong. Puede que esto no sea tan accidental como parece. El mandato del PCCh está basado en la violencia y las mentiras, lo que contradice fundamentalmente los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia de Falun Gong. El rápido crecimiento de esta práctica la convirtió al instante en un blanco para el régimen.
Pero la propuesta de Jiang de suprimir a Falun Gong se encontró con una resistencia significativa dentro del politburó. Después de todo, la naturaleza apolítica de la práctica y su consistencia con los valores tradicionales, era algo bien aceptado por la sociedad en general.
Como líder del partido, Jiang escribió una carta a los miembros del politburó, algo similar a lo que hizo Mao cuando lanzó numerosas campañas políticas. Afirmó que Falun Gong podría derrocar al PCCh y lo justificó con información de espionaje falsa, obligando con éxito a otros altos funcionarios a apoyar la represión.
Pero la determinación de los practicantes de Falun Gong en sus creencias rectas no se debilitó como predijo Jiang. La persecución brutal, frente a las maneras pacíficas de los practicantes, solo produjo simpatía hacia Falun Gong, haciendo que la gente empezara a preguntarse si la persecución realmente estaba justificada.
Sin embargo, en 2001, Luo Gan, jefe del comité de asuntos políticos y legales, planificó la inmolación de la Plaza Tiananmen bajo las instrucciones de Jiang Zemin. Con esto, la propaganda de odio alcanzó una nueva cota, dando rienda libre al genocidio de practicantes de Falun Gong. También se forzó a incontables personas, todos los días, a difamar a Falun Gong por medio de una campaña de publicidad desenfrenada a nivel nacional.
Además de implementar la política de persecución en todos los niveles, los funcionarios también tenían que obligar a cada practicante a renunciar a sus creencias; de otra forma, no solo sus carreras o porvenir correrían peligro, sino que sus familiares también podrían ser despedidos o enfrentar otras serias consecuencias.
Cuando se dijo a los funcionarios de policía y del sistema judicial que estas acciones violaban los derechos humanos básicos, sus comentarios fueron sorprendentes: “Como juez, solo escucho al PCCh y no temo a las consecuencias”, dijo Wang Dejiu, juez principal de la corte criminal del condado de Yi en la provincia de Liaoning.
“Cuento con el apoyo del PCCh, no pueden hacerme nada”. Esta fue la declaración hecha por Yang Dongsheng, segundo juez de la corte del condado de Lushan en la provincia de Henan, después de sentenciar a un practicante a 10 años de prisión.
Esto ocurrió debido a que fueron domesticados por el partido. Comparados con bandidos convencionales que toman rehenes por dinero, este tipo de secuestro mental pone a toda la nación en peligro. Son pocas las personas en China que pueden ver a través de la propaganda maliciosa, y muchos han confundido lo correcto con lo incorrecto.
El próximo paso
Volviendo a los dos ejemplos del principio del artículo, “cumplir con las órdenes de arriba” no es una excusa válida, incluso para las leyes chinas. Según el artículo 54 de la ley de la función pública: “Cuando un funcionario público cumple cualquier decisión u orden de naturaleza obviamente ilegal, estará sujeto a la responsabilidad correspondiente de acuerdo a la ley”.
En el pasado, el partido fue capaz de eludir la responsabilidad por sus campañas violentas y represivas, gracias a la captura de figuras responsables importantes y su ejecución. Así liberaron tensiones sociales y se hizo sentir a la masa que la amenaza había pasado.
La justificación de ser el sostén de la familia tampoco nos redime de las malas acciones.
Según los valores tradicionales, tanto en la sociedad china como en la occidental, la honestidad, la lealtad y el no hacer daño a otros, forman los cimientos básicos de la moralidad humana. Comportarse mal para mantener a la familia tampoco es aceptable en ninguna cultura, sobre todo cuando se relaciona con la vida y la muerte de personas inocentes, o por el solo hecho de ir en contra de la decencia humana básica.
Lo que sea cómplice del mal siempre estará condenado al fracaso. Ahora muchos creen que la única salida para los chinos es renunciar al partido comunista; que separándose del PCCh, dan un gran paso hacia un futuro brillante.
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Categoría: Opinión y análisis