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El 11 de julio de 2013, la Sra. Meng Lijun, practicante de Falun Gong, fue liberada de la prisión para mujeres de la provincia de Shandong después de estar detenida allí nueve años. Los guardias le hicieron las mismas preguntas repetidamente: “¿Por qué estabas encarcelada? ¿Qué desayunaste?”. A lo que la Sra. Meng contestaba: “No sé nada”. Verdaderamente no podía recordar nada en esos momentos. Uno de los guardias sonrió y dijo: “Eso es genial”.

La Sra. Meng es de la aldea de Xifanliu, pueblo de Guanzhuang, ciudad de Zhangqiu, provincia de Shandong. El 27 de septiembre de 2005, fue arrestada por su creencia en Falun Gong y a fines de diciembre de ese mismo año las autoridades de la ciudad de Jinan en la corte del distrito de Tianqiao, la sentenció a diez años de prisión.

Durante los nueve años de prisión fue brutalmente torturada con drogas desconocidas, junto con otro tipo de torturas. Al momento de ser liberada, había perdido mucho de su memoria. Sus emociones subían y bajaban repentinamente y estaba mentalmente inestable. Después de ser liberada tenía que depender de su familia para cuidarse diariamente.

Unos dos meses después de su liberación comenzó a recobrar algunos pasajes de su memoria. Poco a poco, recordó que hubo varios incidentes perturbadores sobre cómo los guardias la torturaron en la prisión. Su familia estaba horrorizada por lo que les contaba. Le preguntaron cómo es que recordó. Ella contestó: “Intentaron matarme. ¡Cómo podría olvidarlo!”.

Lo siguiente es el relato personal de la Sra. Meng sobre las torturas a las que fue sometida.

“Dispositivo electrónico instalado en mi útero” 

En la prisión me hicieron un examen ginecológico. Estaba acostada en una cama. Cuando los médicos me insertaron algo en el útero, inmediatamente escuché “woosh”, y mi sangre cayó a borbotones en un balde debajo de la cama. Instantáneamente me desmayé.

No recuerdo cuántos días estuve desmayada después de eso. Un día, cuando usaba el baño escuché un ruido de algo que se caiga al inodoro. Pero tenía miedo de que bloqueara el inodoro, así que intenté sacarlo con mucha dificultad. Cuando lo toqué, recibí una sacudida. Me quedé pasmada. Mire más de cerca. Estaba cargado electrónicamente y con un panel plano que parecía administrar drogas. Durante el tiempo que tuve el dispositivo, me sentía mareada, poco clara, ahora me doy cuenta que eran las drogas. Sin embargo, por mi estado mental nublado en ese tiempo, no me daba cuenta.  

Le dije al guardia: “La cosa que pusieron en mi cuerpo se cayó”. Pronto intentaron ponerme otro. Me resistí desesperadamente porque no quería atravesar otra vez el mismo dolor. Logré evitarlo.

“Reclusas criminales intentan sofocarme”

Una noche estaba durmiendo cuando repentinamente unas reclusas se levantaron para taparme la boca y la nariz. No podía respirar y luché desesperadamente. Era en vano. Finalmente me di por vencida y dejé de luchar. Viendo que no me movía, revisaron mi respiración bajo la nariz y examinaron mi pulso. Pensaron que estaba muerta. Una de ellas dijo: “Está muerta. Sácala”. Me sacaron y me tiraron en el pasillo. Tan pronto como se fueron, me levanté repentinamente y grité: “¡Asesinas, asesinas!”.

Los guardias vinieron rápidamente. Les dijeron a las reclusas calmadamente: “Todo está bien. Vuelvan a dormir”. Luego me llamaron a su oficina y les conté lo que había pasado.

Los guardias no hicieron nada al respecto. Ahora estoy pensando que probablemente fueran ellos los que planificaron esto con las reclusas. Si lograban matarme, seguramente les habrían reducido su sentencia.

Las reclusas continuaron causándome problemas después de eso. Eran los guardias las que las dirigían. Me dijeron que mi cama olía mal y estaba sucia, así que la tiraron. Tuve que dormir en una cama sin colchón. Después de un tiempo, trajeron unos trapos sucios como sábanas. Me preguntaron: “Te entrenaron para ser médica, ¿no te desagrada tener una cama sucia?”. Les dije que no me desagradaba. Luego de eso me dejaron usar esos trapos como sábanas.

 “Drogas peligrosas mezcladas en mi comida”

La prisión de mujeres de la provincia de Shandong era un infierno viviente para las practicantes de Falun Gong. Los guardias usaban una variedad de torturas para hostigarnos. No sé qué clase de drogas ponían en mi comida, pero muchas veces después de comer me sentía como si estuviera caminando en el aire, sin dirección alguna.

Una vez fui al baño con la cabeza confusa. Me costó muchísimo llegar a uno de los inodoros. Un guardia extendió su mano pretendiendo ayudarme. Después de usar todas mis fuerzas para alcanzar su mano, repentinamente la sacó. Me caí duramente y la parte trasera de mi cabeza golpeó el suelo. Varias personas después presionaron mi cabeza contra el suelo. Luego de eso perdí la consciencia.

Representación de la tortura inyenctando drogas dañidas por goteo.

Cuando me desperté, todo mi cuerpo estaba torcido y mi corazón latía violentamente. Vi que me estaban inyectando una droga líquida por goteo. De repente entendí qué estaba pasando. Inmediatamente saqué la aguja. El lado izquierdo de mi cabeza a menudo se siente pesado y doloroso después de eso y el ojo y brazo derechos me duelen.

Además, me aplicaron descargas eléctricas, me enviaron a confinamiento solitario, me ataron a un banco del tigre, y me sometieron a otras torturas. Un día se sentía como un año.

Informes adicionales sobre la persecución a la Sra. Meng

Un artículo corto no puede describir las torturas de nueve años que pasó la Sra. Meng. Los siguientes artículos proveen más detalles de su persecución:

La prisión de mujeres de la provincia de Shandong puso medicina dañina en la comida de la practicante Meng Lijun