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Luego de haber sido arrestada ilegalmente y sentenciada a trabajo forzado dos veces, Zhao Cunyan de más de 60 años de edad, fue sentenciada a cinco años en prisión por el tribunal del distrito de Hengshan el 28 de octubre de 2013. Ya ha sufrido mucha persecución y su familia está extremadamente preocupada por ella.

Para protestar por la persecución, llevó a cabo una huelga de hambre mientras estaba detenida y obviamente se encontraba muy débil durante el juicio. Esto no evitó que el tribunal la sentenciara a cinco años en prisión.

Zhao, que es del distrito de Hengshan en la ciudad de Jixi, ha practicado Falun Gong desde el otoño de 1997. Su reumatismo, enfermedad cardíaca y hasta neurosis desaparecieron con la práctica. Aunque no ha quebrantado ninguna ley, ha sido perseguida y acosada muchas veces.

El 29 de junio del año 2000 fue arrestada por el jefe de la estación de policía de Fendo Sun Mengshan y el oficial Xu, y detenida por 24 días. Fue detenida nuevamente en noviembre del 2000 por 52 días. Tres días después de ser liberada, el jefe de policía Sun Menghsna la llevó al campo de trabajo forzado de Wanjia. Allí estuvo detenida y se le forzó a realizar trabajo forzado por un año más.

El 29 de noviembre, ejerciendo su derecho constitucional como ciudadana, intentó asistir al juicio de un practicante de Falun Gong en el tribunal de Mudanjiang. La policía de la división de seguridad doméstica de Hengshan la arrestó, y fue sentenciada a un año y medio de trabajo forzado y llevada al campo de trabajo forzado de mujeres en rehabilitación por adicción a las drogas en Heilongjiang. Se le extendió el período a seis meses y nueve días.

Antes de ser sentenciada el 28 de octubre 2013 fue arrestada en su casa. La policía saqueó su domicilio cuando nadie estaba allí.

En los últimos 14 años, bajo la dirección del comité de asuntos políticos y legales de la ciudad de Jixi y la oficina 610, alrededor de 1250 practicantes locales han sido arrestados y puestos en prisión. 240 de ellos fueron sentenciados a trabajo forzado, 156 fueron sentenciados a prisión, y 96 fueron forzados a asistir a sesiones de lavado de cerebro. Al menos 50 practicantes murieron a causa de esta persecución. Algunos murieron porque sus órganos fueron removidos mientras estaban vivos, y otros murieron a causa de una violenta alimentación forzada. Otros murieron a causa de maltratos (golpizas y hambruna) en centros de detenciones, campos de trabajo forzado y centros de lavado de cerebro, así como también torturas extremas. A algunos practicantes les dieron drogas experimentales desconocidas y murieron. Otros sufrieron colapso mental. Algunos murieron debido al estrés de los arrestos frecuentes, el acoso y la intimidación.