(Minghui.org) (Continuación de la Primera parte)

El 17 de octubre de 2003 fui llevada a la prisión de mujeres de Harbin en la provincia de Heilongjiang, sin importar el hecho de que yo no podía caminar, tenía un gran tumor y estaba extremadamente débil. Lu Qinghua, la jefa de la sala de reunión, exigió que me arrastrara para entrar en la prisión, porque yo me negué a hacerlo. Tuvieron que contratar a alguien para que me cargara para atravesar la puerta de la prisión. Cuatro prisioneras se hicieron cargo.

Sufrimiento en la sala de reunión.

Cuando me llevaron por primera vez a la sala de reunión, por no poder caminar, las dos internas asignadas para vigilarme tuvieron que llevarme al baño. Al principio, cuando me agaché y me levanté, me dolieron mucho las piernas. Esto duró más de un mes.

A las practicantes no se nos permitía hacer los ejercicios en prisión. Sin embargo, con la ayuda de una reclusa de mi ciudad natal, pude practicar los ejercicios por la noche. Poco a poco pude ponerme de pie, y lentamente pude mover hacia adelante un poco, mis piernas.

Una vez me llamaron para ver a Wang Xiaoli, la encargada de la sala, en su oficina, porque yo me negaba a responder con las palabras prescritas. Fui allí con la ayuda de las internas. Cuando le dije a Wang que me negaba a hacerlo porque no había cometido ningún delito, me abofeteó más de 20 veces. Le dije a Wang sin ningún rencor: "Los practicantes de Falun Gong somos todos buenas personas. No es bueno para ti que me pegues así”.

Unos días después, la jefa de la sala, Lu Jinghua, me llamó a su oficina y también me exigió que respondiera con las palabras prescritas. Me negué, usando la misma razón: no era una criminal. Ella estaba furiosa y me dio un puñetazo en la cara. Me golpearon en el suelo y me sangró la nariz. No pude levantarme por 20 minutos. Había sangre en mi cara, mi cuerpo y el suelo.

El 20 de diciembre de 2005, después de que las practicantes pedimos que la autoridad de la prisión nos permitiera hacer los ejercicios por las tardes, todas fuimos llevadas a celdas de confinamiento. Esa noche hice el ejercicio de meditación (el quinto ejercicio de Falun Gong) en la celda. Al día siguiente, cuando Wang Xiaoli llegó a trabajar, me preguntó qué había hecho la noche anterior, le dije que hice uno de los ejercicios. Ella ordenó a algunas reclusas, incluida Xiao Lihua, que me arrastraran a su oficina.

Mis manos me fueron esposadas en la espalda, con una mano sobre mi hombro y la otra jalada con fuerza detrás de la espalda. Estuve esposada así por un día entero. El dolor extremo me hizo desmayarme. Una reclusa de apellido Fu me dijo que tenía que hacerme la reanimación cardiopulmonar. Luego me obligaron a permanecer quieta en el piso de ladrillo durante mucho tiempo. Cuando se me permitió regresar a la celda, no pude mover las piernas. No podía ponerme en cuclillas para usar el baño. Mi muñeca tenía una herida profunda sangrando, causada por las esposas, y no pude ver con el ojo izquierdo por varios días.

Junio de 2006: sufrimiento en la sala número 6

En junio de 2006 me transfirieron a la sala Nro. 6. La presa Na Lili, una asesina, fue asignada para vigilarme. Para obligarme a renunciar a mi creencia, ella me obligó a sentarme en un pequeño taburete de plástico después del desayuno todas las mañanas. Tuve que sentarme derecha, sin apoyar la espalda contra la pared. No me permitía cerrar los ojos ni moverme. Si no seguía las órdenes, me golpeaba. Ella me atormentó así durante cuatro meses.

Octubre de 2006: sufrimiento en la sala número 1

Me transfirieron a la sala Nro. 1 en octubre de 2006, donde me obligaron a sentarme quieta en un pequeño taburete de plástico todos los días de 7:30 a. m. a 8 p. m. El trasero y estómago me dolían mucho. No se me permitía hablar con otras practicantes e incluso me monitoreaban cuando tenía que usar el baño.

Sun Shulian, una asesina de unos 60 años, me pegaba en los brazos con el palo del trapeador cuando practicaba los ejercicios. Pero no dejé de hacer los ejercicios. La situación duró más de un mes y medio. Pero yo la trataba con amabilidad ya que ella había sido engañada por el partido comunista chino (PCCh). Finalmente, se conmovió y dijo: "No le afecta a nadie el que hagas los ejercicios. Te pegaba pero nunca me odiaste. No te golpearé más. Haz lo que quieras. No interferiré más contigo”.

Por negarme a usar el uniforme de la prisión, no me permitieron ir al baño de 5:30 p. m. a 8 a. m. del día siguiente. Tenía dolor de cabeza y de estómago por no ir al baño durante 16 horas. Tuve sangre en la orina durante casi tres meses.

Un día de julio de 2012, la reclusa Lu Shanshan y otras cuatro o cinco reclusas me impidieron lavarme la cara. Me agarraron del pelo y me empujaron la cara hacia la palangana durante dos o tres minutos. Me estaba ahogando, no podía respirar. Después de regresar a la celda, Lu Shanshan continuó golpeándome y pateándome. La golpiza duró más de 20 minutos.

Julio de 2012: lavado de cerebro

En julio de 2012, todos los practicantes de Falun Gong fueron retenidos en dos salas de la prisión para efectuarnos lavado de cerebro. Me pusieron en la sala de reunión durante 13 días y me privaron de sueño todo el tiempo.

Seis presas, incluidas Du Haixia y Jiang Minqing, fueron asignadas para vigilarme. Le rompieron una pata a uno de los pequeños taburetes de plástico de cuatro patas y me forzaron a sentarme en él. Tendía a caerme hacia atrás cuando me sentaba en el taburete roto. Cada vez que cerraba los ojos, me picaban los párpados con un palillo de dientes. Tenía tanto sueño que podía quedarme dormida con los ojos abiertos.

Cuando no tenía la mente clara debido a la falta de sueño, las reclusas tomaron mi mano y me hicieron firmar la llamada declaración de garantía. Entonces, me permitieron sentarme en un buen banco de plástico de cuatro patas. Cuando las reclusas me dijeron que había firmado la declaración de garantía, sentí un gran dolor en mi corazón. Le dije a Shi Gonghui, el jefe de la prisión, que me mantendría firme en mi fe.

Mi condición física empeoró. El dolor de estómago se volvió muy severo. Encontraron que el tumor en mi estómago era muy grande. Me llevaron al hospital de la prisión en marzo de 2013.

Marzo de 2013: sufrimiento en el hospital de la prisión

Había 24 reclusas en la sala del hospital de la prisión. Mi cama estaba justo debajo de la cámara de vigilancia. Traté de hacer los ejercicios, pero cuatro reclusas, incluida la asesina Li Jinlian, me contenían fuertemente y no me permitían hacerlos. La situación duró más de una semana. Un día, Li Jinlian me sostuvo contra el suelo y me golpeó con el puño. Ella clavó su rodilla en mis costillas. Mi costilla izquierda se fracturó y yacía en el suelo sin poder moverme.

Alguien me sugirió que demandara a Li Jinlian. Cada tres años, cada interno podría tener la oportunidad de reducir su pena de prisión. Si la demandaba, ella no tendría esa oportunidad. Dafa nos enseña a tratar a los demás con benevolencia. No la demandé y la traté amablemente. Luego me dejó en paz y dijo que todos los practicantes de Falun Gong eran buenas personas.

15 de mayo de 2017: liberada de la prisión

El 15 de mayo de 2017 me pondrían en libertad después de 14 años de prisión. Bajo las instrucciones de Yi Ping, jefa de la sala del hospital, la reclusa Wang Yanhong me llevó a la clínica para realizar el llamado "control interno". Este control interno requiere que estés desnuda mientras te revisan para ver si se esconde algo dentro de la vagina. Fue muy insultante. Me negué a tener ese "control interno". Entonces, el médico interno Zhang Surong hizo una ecografía de barrido beta, en su lugar.

Entonces Yi Ping ordenó a las internas que me vistieran con el uniforme de la prisión. Me negué. Me había negado a usar el uniforme de la prisión durante toda la condena, como protesta por el encarcelamiento ilegal. Cinco o seis reclusas me pusieron a la fuerza el uniforme de la prisión. Me rehusé a salir. Me cargaron y me arrastraron. Seguí diciendo: "¡Falun Dafa es bueno! ¡Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno!”. Me pusieron cerca de la puerta número 2 de la prisión. Me rehusé a ir más lejos. Cuando una guardia de la puerta número 2 salió a revisar, le dije que me iría si me permitían quitarme el uniforme de la prisión. Me quité el uniforme. En la puerta número 2, la guarda me pidió que dijera las palabras de respuesta de rutina de una prisionera, me negué. Cuando ella preguntó mi nombre, le respondí. Finalmente, me permitieron irme. Mi familia había esperado casi tres horas fuera de la prisión.

Por tratar de ser una buena persona, fui encarcelada ilegalmente durante 14 años en una oscura prisión del PCCh. Mis preciosos años de mediana edad, más de 5.100 días y noches, los pasé en prisión. De 40 a 54 años, soporté situaciones de vida o muerte y pude salir viva del foso del demonio. No solo sufrí persecución física y mental, sino que también sufrí grandes pérdidas financieras. Mi familia también sufrió tremendamente.

Después de mi liberación, supe que mis padres de 80 años habían muerto. Mi madre se mantuvo preguntando por mí hasta que murió, pero no se me permitió verla. Lo que sufrí durante la persecución es como una alucinación, y hoy todavía me estremezco cuando lo pienso.

Sin embargo, lo que he detallado es solo la punta del iceberg de todo lo que el PCCh ha hecho a practicantes inocentes en los últimos 20 años.

Primera Parte

Segunda Parte