(Minghui.org) Una mañana de 2024, mientras hacía las compras, cinco policías vestidos de civil me detuvieron. Me quitaron las llaves de mi bolso, alegando que una cámara me había grabado distribuyendo material de Falun Dafa. Después me llevaron a un centro de detención.
Una reclusa, Lin, me preguntó por qué me habían puesto en esa celda. Al decirle que practicaba Falun Dafa, empezó a hablar mal de Dafa con el lenguaje difamatorio del Partido Comunista Chino (PCCh). Me sentí muy triste y quise clarificarle la verdad.
Desde la pandemia de COVID-19, el centro de detención obligaba a todos a sentarse en tablas de madera, excepto a los que estaban de guardia o necesitaban ir al baño. Por un lapso de tiempo cada día, teníamos que sentarnos con las piernas cruzadas. La mayoría se quejaba de cansancio, aunque solo las cruzaban ligeramente. Como practicante de Falun Dafa, me sentaba en posición de loto, con la espalda recta y sin moverme.
Lin me observaba todo el tiempo. Al día siguiente me preguntó si me dolían las piernas y cuánto tiempo podía estar sentada así. Le dije que no me dolían y que podía estar dos o tres horas sin problema. Todas se sorprendieron. Lin les dijo: «Deberían aprender a meditar de la tía [yo]». Pero ellas no me dejaban hacer los ejercicios de pie de Falun Dafa. Decidí no discutir.
Lin tenía unos 30 años, pero tomaba medicación todos los días. Una noche, mientras estaba de guardia, le empezó a sangrar la nariz. Le di pañuelos para limpiarse y le pedí que se sentara en el borde de la cama para descansar (el centro de detención prohibía sentarse o recostarse durante el turno). Le lavé la cara con agua fría.
Una mañana, Lin estaba sentada detrás de mí. Aproveché para hablarle tranquilamente de Dafa. Le expliqué que Falun Dafa es una práctica virtuosa y que nuestro Shifu nos enseña a ser buenas personas. Ojalá cambiara su opinión negativa sobre Dafa y recitara sinceramente: «Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno». Ella escuchó en silencio y no dijo una palabra. No le pedí que renunciara al PCCh porque no teníamos tiempo. La trasladaron a una celda común esa misma tarde.
La celda de transición, tiene un índice de rotación elevado . Las nuevas reclusas no sabían cómo limpiar y la encargada de la celda las regañaba. Les enseñé cómo hacerlo y las ayudé. Quedaron impresionadas por mi bondad y disposición a ayudar. Se asombraron de mi agilidad a los 60 años. Les dije que era porque practicaba Falun Dafa y disfrutaba del trabajo. Los guardias también me apreciaban.
Otra reclusa, Fang, era dos años mayor que yo y pasaba mucho tiempo acostada. Tenía hipertensión y otras dolencias. Sentía mareos y no podía sentarse. Le asignaron una reclusa para que la cuidara.
En las celdas de transición se controla muy estrictamente a las reclusas. Cada celda tenía tres cámaras de vigilancia, con una muy grande en el centro. Un día, charlé con Fang durante mi turno. Resultó que trabajaba en el sistema judicial. Otras reclusas la consultaban sobre procedimientos legales.
Le hablé a Fang sobre Falun Dafa, y le dije que se practica en más de 100 países; que ayuda a las personas a ser buenas y puede curar enfermedades. Añadí: “Renunciar al PCCh [y sus organizaciones afiliadas] garantiza la seguridad. Recitar ‘Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno’ ayuda a evitar plagas y desastres, y mejora la salud”.
Me dijo que era miembro del Partido. Le di un seudónimo para que renunciara. Aceptó.
Fang empezó a prestarme atención. Vio que meditaba con las piernas cruzadas. Le enseñé el quinto ejercicio y poco a poco pudo levantarse. Me llamaba “Tía Dafa”. Le pregunté si había participado en la persecución de practicantes de Falun Dafa, y me respondió: “Sí”. Le pareció increíble que no renunciáramos a nuestra fe a pesar de la persecución, y me preguntó por qué.
Le expliqué que el Shifu de Falun Dafa vino a salvar a la humanidad, y que el Partido Comunista pedía a la gente que difamara a Falun Dafa, y con ello, los estaba destruyendo. Le expliqué que el incidente de la auto-inmolación en la Plaza de Tiananmen fue falso. Le recité el poema "Templando la mente y el corazón de uno" de Hong Yin "https://es.falundafa.org/docs/hy_txt.pdf . Parecía entenderlo y me dijo: Repito constantemente en mi interior: 'Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno'".
Dos días después, Fang fue trasladada a una celda común. Le pregunté si quería renunciar al Partido Comunista Chino y me respondió afirmativamente. Me alegró mucho.
Yo también fui trasladada a una celda común. Durante el día, enviaba pensamientos rectos y recitaba Zhuan Falun y Hong Yin mientras me sentaba en la tabla, y hacía los ejercicios de pie durante los descansos. Después de cenar, me sentaba en la tabla durante una hora y media y le pedía a Shifu que hiciera arreglos para que las personas predestinadas se sentaran cerca de mí. Por la noche, mientras los demás veían la televisión, yo hacía el quinto ejercicio. Nadie me impedía hacerlo.
Me dejaron en libertad el día 36. Llegué a casa pasadas las 6 de la tarde. Mi tío se sorprendió al verme: «¿Cómo es posible que hayas vuelto? ¿Quién te trajo a casa? Decían que te condenarían por dos y tres años».
Le dije que Shifu me había salvado. Mi tío respondió: «Esta vez sí lo creo. Fue Shifu quien te salvó».
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