(Minghui.org) Recientemente leí un artículo de Minghui sobre el envenenamiento por plomo en una guardería de la provincia de Gansu, China. El artículo (solo en chino) enlaza con una base de datos de Minghui que incluye a practicantes de Falun Dafa en Gansu que perdieron la vida durante los 26 años de persecución del Partido Comunista Chino (PCCh).

Una captura de pantalla de una base de datos de Minghui que enumera a los practicantes de Falun Dafa que fueron perseguidos hasta la muerte durante la persecución del PCCh desde julio de 1999.

Desde la página web, encontré un enlace a fotos de practicantes de toda China que se confirmó que murieron durante la brutal persecución.

Fotografías de practicantes chinos que perdieron la vida debido a la persecución del PCCh a Falun Dafa

La lista es larga y aún no incluye a las víctimas de la sustracción forzada de órganos a presos de consciencia por parte del PCCh. Al ver a estos practicantes, mi tristeza es indescriptible. Fueron perseguidos y asesinados simplemente porque querían ser mejores personas siguiendo los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. ¿No es trágico?

Todo esto ocurrió en la República Popular China. Contrariamente a lo que su nombre indica, veo una nación que no pertenece al pueblo, sino que está gobernada por el PCCh. Tampoco es una república; porque está es controlada por un régimen totalitario.

En la República Popular China, se ve una tierra árida, llena de contaminación ambiental y degeneración moral. Tras décadas de brutalidad, mentiras y lavado de cerebro por parte del PCCh, China está ahora plagada de violencia, engaño y terror.

Hace unos 100 años, el comunismo se introdujo en China desde Rusia, iniciando una era de caos y terror. Hace unos 75 años, el régimen tomó el poder en China, dejando un rastro de muerte y mentiras. A pesar de la historia milenaria de China, el PCCh no tolera los valores tradicionales y busca destruir a Falun Dafa a toda costa. Esta persecución ha erosionado aún más la moral en toda la sociedad.

Cao Xueqin, novelista de la dinastía Qing, escribió en Sueño en el pabellón rojo (conocida como una de las cuatro grandes novelas clásicas de la literatura china):

“Mirando la habitación vacía y el pasillo desierto,

¿Quién imaginaría que esta fue una vez residencia de altos funcionarios?

Aquí vemos hierba marchita y árboles muertos,

pero una vez fue un lugar popular para cantar y bailar”.

“Una persona puede tener mucho oro y joyas,

De repente puede convertirse en un mendigo que sufre hambre”.

“Uno puede quejarse de que su título es demasiado bajo,

hasta que es arrestado y se convierte en prisionero;

Hoy en día una persona puede sufrir de frío y hambre,

“Mañana él o ella puede convertirse en un alto funcionario con prestigio”.

“En este lugar ruidoso, tú terminas de cantar y yo subo al escenario;

Lo que no sabemos es que todos hemos confundido este lugar temporal con nuestra ciudad natal”.

Este poema es tan preciso hoy como lo fue hace trescientos años. ¿Dónde se fue la cultura profundamente arraigada de China? ¿Cuál fue el verdadero costo de la pandemia? La persecución de 26 años del PCCh a los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia solo puede traer desastres. Sin embargo, esta realidad no es el anhelo de la gente desventurada que se deshumanizó durante tanto tiempo por un régimen tiránico. Quizás aún haya esperanza para China.

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