(Minghui.org) Una vez cometí adulterio. Durante un tiempo, las viejas fuerzas intensificaron mi lujuria, y no pude eliminarla, cometiendo un terrible error. Como no entendía claramente los principios del Fa, no me di cuenta de que el malvado espectro comunista y las viejas fuerzas acechaban tras tales deseos. Después de cometer adulterio, sentí un profundo remordimiento, me sentí muy culpable y no pude saltar afuera de ello.

Durante esos días, cargué con el peso de la culpa mientras avanzaba. Cada paso en mi camino estaba lleno de dificultades y obstáculos.

Las viejas fuerzas aprovecharon esta oportunidad para intentar destruirme. Hicieron a mi conciencia principal inconsciente: me daba sueño al estudiar el Fa, me dormía al enviar pensamientos rectos, mi práctica de cultivación carecía de enfoque y no podía escuchar la música de los ejercicios ni las instrucciones de Shifu.

Había perdido tiempo, pero no estaba dispuesto a dejar de practicar Falun Dafa. Cada vez que se publicaba una nueva conferencia o un artículo de Shifu, solo lo leía una vez y olvidaba lo que decía o no tenía tiempo para volver a leerlo. A veces, lo retomaba, pero no podía leer más que unas pocas líneas antes de quedarme dormido o confundido. Quería leer los artículos de los practicantes publicados en la página web Minghui, pero después de unas pocas líneas mi mente se confundía. Solo podía escuchar los artículos de Minghui Radio.

Sabía que algo estaba bloqueando mi cultivación. Intenté mirar hacia dentro e identifiqué muchos apegos. Intenté eliminar mi lujuria y rechazar las viejas fuerzas, pero el obstáculo persistía. En el fondo, sentía que no había llegado a la raíz de mi problema. Aun así, mi anhelo por mejorar en la cultivación y elevarme a través del Fa nunca disminuyó.

Las interferencias y presiones desde todas las direcciones, me dificultaron el progreso. Más de una vez, fui arrestado, acosado y sufrí yeli de enfermedad. Estas tribulaciones y experiencias me dejaban cada vez más atormentado por el miedo y la ansiedad.

Los proyectos de esclarecimiento de la verdad en los que alguna vez trabajé —elaborar folletos, distribuir ejemplares de los Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista e imprimir libros de Falun Dafa— se detuvieron gradualmente debido a la interferencia.

Aunque sabía claramente que culparme también es una forma de apego, seguía sin poder perdonarme. Las viejas fuerzas se aprovecharon de este apego, infundiéndome constantemente pensamientos sobre las cosas malas que había hecho en el pasado, algunas incluso antes de empezar a practicar. Lo traían todo de vuelta para hacerme sentir remordimiento y arrepentimiento. Cada vez que afloraban esos pensamientos negativos, me odiaba por ser tan terrible, incluso me golpeaba la frente con frustración. Cuanto más pensaba así, más recuerdos afloraban. De hecho, las viejas fuerzas los sembraban todos. Cada día, uno o dos recuerdos dolorosos emergían, haciéndome sentir miserable.

Una vez, durante una lucha dolorosa, le pregunté a Shifu: "Shifu, ¿de verdad voy a pudrirme aquí?". Justo después, una frase poderosa y firme apareció en mi mente: "Con el Fa aquí, ¿qué hay que temer?". Supe sin duda que era Shifu quien me respondía. Shifu no se había dado por vencido conmigo, el discípulo fracasado; seguía cuidándome, protegiéndome. Mientras escribo esto, lágrimas de gratitud cubren mi rostro. Sabía que era Shifu animándome a estudiar más el Fa.

Tomé la firme decisión de leer más Zhuan Falun, el libro principal de Falun Dafa, todos los días. Cuando tenía sueño mientras estudiaba, me levantaba o caminaba un poco mientras leía. También enviaba pensamientos rectos con frecuencia, a menudo durante largos periodos; una vez, durante cinco horas seguidas. Cuando no podía quedarme quieto, lo hacía de pie o caminando.

Gracias a mi persistencia en el estudio intensivo del Fa durante un largo periodo, mi conciencia principal se volvió cada vez más clara. En mi corazón, decidí negar, cada vez más, los planes de las viejas fuerzas y a seguir el camino arreglado por Shifu. Encontré varias enseñanzas de Shifu sobre negar a las viejas fuerzas y comencé a recitarlas repetidamente a diario.

A través de este proceso, comprendí que la raíz de todas estas tribulaciones provenía de mi violación del precepto contra la lujuria. Las viejas fuerzas usaron eso como excusa para intentar destruirme. Recité lo siguiente todos los días: “…los deseos y esta cosa de lujuria de la persona son muy importantes, por lo tanto, tenemos que realmente ver estas cosas con ligereza” (Sexta Lección, Zhuan Falun).  Lo recitaba de 300 a 500 veces al día y continuaba hasta que mi corazón se sentía ligero y claro, hasta que ya no tenía miedo. Entonces salía a aclarar la verdad para salvar a la gente. Aunque todavía sentía interferencias a mi alrededor, mis pensamientos rectos se habían fortalecido mucho.

Más tarde, pude recitar Zhuan Falun de memoria. También repasé sistemáticamente todas las conferencias de Shifu. Empecé a aprender a corregirme, comenzando con cada pensamiento y noción. Entendí verdaderamente que el error que cometí había causado un daño irreparable a mi propia cultivación. Más importante aún, añadió dificultades a Shifu y aumentó la carga que él soportaba por mí; cargas que jamás podría imaginar.

Un día, mientras meditaba sentado, de repente me di cuenta: «Quien cometió adulterio fue el falso yo. No debo cargar con esa culpa ni recorrer el camino con ella, o caeré en la trampa tendida por las viejas fuerzas. Esta culpa, también es una trampa: me lleva cada vez más al arrepentimiento hasta que finalmente me destruye. Todo esto forma parte del siniestro plan de las viejas fuerzas para arruinarme».

Al darme cuenta de esto, lo negué todo de inmediato. Shifu dijo:

“No se cultiven en las tribulaciones creadas por ellos; caminen bien el propio camino sin reconocerlos a ellos, ni siquiera reconozcan la manifestación de las tribulaciones cuando las eliminen” (Exponiendo el Fa en el Fahui de Chicago 2004).

Me di cuenta de que las viejas fuerzas me habían interferido. Nunca había comprendido del todo esta enseñanza. Confundí el falso yo —el que cometió el error— con mi verdadero yo e intenté cultivarme en medio de la tribulación. Ahora entendía: fue el falso yo, creado por las viejas fuerzas, el que cometió el error. No debo reconocerlo. De lo contrario, nunca podría eliminar esos apegos y estaría atrapado en la tribulación. Recorreré el camino arreglado por Shifu y negaré y eliminaré firmemente la lujuria y la culpa que me imponen las viejas fuerzas. Ese no es mi verdadero yo, y no lo deseo.

En cuanto envié ese pensamiento recto, mi ojo celestial vio que las nubes y la niebla se disipaban al instante. La neblina negra que me oprimía se disipó al instante, por los pensamientos rectos. ¡Sabía que había entendido el Fa correctamente! De repente comprendí con claridad que la cultivación es el proceso de rectificar todo lo que no fue recto en el pasado. La mayoría de los errores que cometí antes probablemente ya se han rectificado mediante el Fa. ¿Por qué debería seguir atrapado en el arrepentimiento por las malas acciones del pasado? ¿No es esa precisamente la interferencia que las viejas fuerzas usaron para impedirme cultivarme? Quieren hacerme creer que no tengo salvación, para que me rinda poco a poco y, al hacerlo, lograr su objetivo de destruirme.

Afortunadamente, tengo a Shifu y a Dafa. Eso fue lo que me sacó de la miseria. Fueron Shifu y Dafa quienes me salvaron. En el momento en que envié ese pensamiento iluminado desde lo más profundo de mi corazón, él limpió instantáneamente mi campo de toda sustancia corrupta y oscuridad, así como de la interferencia y destrucción perversas y malignas. A partir de ese momento, mi estado de cultivación se renovó por completo.

Gracias a la compasiva salvación de Shifu y a la ayuda de Dafa, ahora puedo sentarme en la postura de loto, sostener el atesorado libro con ambas manos y estudiar dos o tres lecciones seguidas con plena concentración. Cuando envío pensamientos rectos, puedo mantenerme concentrado y también puedo alcanzar la tranquilidad durante los ejercicios.

Ninguna palabra puede expresar completamente mi gratitud a Shifu por salvarme. La única manera de corresponder a su gracia es ser diligente en mi cultivación y purificar mis pecados mediante ella.

¡Gracias Shifu! ¡Gracias, Dafa!