(Minghui.org) Vivo en una pequeña aldea a las afueras del condado, compuesta por unas cien familias. Doce aldeanos practicaban Falun Dafa antes de que el Partido Comunista Chino (PCCh) iniciara la persecución. Tras el inicio de la persecución, yo era el único que quedaba.
Por miedo, no me atrevía a hablar de Dafa. Distribuía material informativo sobre Falun Dafa por las noches. Después, aclaré la verdad sobre la persecución a mis familiares; luego hablé con amigos y antiguos compañeros de clase. Durante los primeros cuatro años tras el inicio de la persecución, solo pude ayudar a unas cinco personas al año a renunciar al PCCh. Poco a poco, pude aclarar la verdad a desconocidos. Empecé a ir a pueblos y granjas lejanos para aclarar la verdad. Pero, por miedo, temía que mis conocidos se enteraran. Esto duró unos tres años, pero pude ayudar a casi setenta personas a renunciar al PCCh cada año. En ese proceso, muchos de mis apegos humanos, como el de guardar las apariencias, la vergüenza y el miedo, quedaron al descubierto y se eliminaron.
Quería hablar de Dafa con la gente de mi aldea. De hecho, muchos sabían que practicaba Falun Dafa. Pero, por miedo, evitaba hablar de Falun Dafa.
Decidí dar un paso adelante. Solía empezar las conversaciones así: "¿Sabes que practico Falun Dafa?". Algunos decían que sí y otros que no. Continué: "Quería que supieras que Falun Dafa es bueno y que no hay nada malo en practicarlo. Hay tantos desastres naturales provocados por el hombre hoy en día. Recuerda, serás bendecido si tratas a Falun Dafa con bondad. ¡Te deseo lo mejor!".
Algunos dijeron que lo recordarían, otros simplemente sonrieron, otros parecieron disgustados y algunos guardaron silencio. Entendí sus situaciones.
Cuando los demás residentes me veían salir todos los días a hablar de Falun Dafa, algunos pensaban que buscaba problemas en lugar de disfrutar de una vida tranquila. Decían: “Nunca hace un trabajo de verdad”. No me conmovió. Algunas personas bondadosas se preocuparon por mi seguridad y me aconsejaron en privado que no hablara de Falun Dafa. Les di las gracias y aproveché la oportunidad para hablarles de Dafa. Poco a poco, la gente dejó de hablar mal de mí. Entendí que esta era una oportunidad de cultivación y me deshice de muchos apegos humanos, como el miedo, el temor a quedar mal, la mentalidad de pelear, la vergüenza, la búsqueda de comodidad, la lujuria, etc.
Con el paso del tiempo, cuanto más aclaraba la verdad a la gente, más rápido se eliminaban mis apegos humanos. Mis pensamientos rectos se fortalecieron y mi miedo desapareció. Hoy en día, todos en la aldea saben que practico Falun Dafa. Ya no necesito dar explicaciones cuando hablo de Dafa con los lugareños.
Digo: “Nací en esta aldea y siento una gran afinidad por todos sus habitantes. Ahora hay plagas constantes y desastres naturales provocados por el hombre, así que quiero decirles a todos cómo mantenerse a salvo”.
Algunos me creen y otros no. Pase lo que pase, les doy una oportunidad a todos. Les digo que el cielo eliminará al PCCh y que cualquiera que se haya unido a él rendirá cuentas por sus crímenes. La mayoría de la gente escucha y renuncia al PCCh.
Visito las casas de los funcionarios de otras aldeas y les esclarezco y les ánimo para que renuncien al PCCh. Siempre que tengo la oportunidad de hablar con los lugareños que son miembros del PCCh, les aconsejo que renuncien, y la mayoría lo hace. Un pequeño grupo aún no lo ha hecho, pero aún tiene una oportunidad. La mayoría de mis familiares, amigos y antiguos compañeros de clase renunciaron al PCCh. En los últimos siete u ocho años, no solo mi aldea, sino también las otras aldeas, parques, centros comerciales y mercados de los alrededores son buenos lugares para aclarar la verdad.
Para salvar a más personas, para diferentes grupos de personas (como diferentes géneros, diferentes clases sociales, etc.), utilizo diferentes enfoques.
Vi a un señor mayor sentado afuera de una pequeña tienda en la calle principal. Era alto y apuesto, y era evidente que no era un hombre ordinario. Caminé lentamente hacia él, pero no le hablé de inmediato. Le sonreí y le dije: “¡Qué apuesto eres!”.
Sonrió y dijo: “Ya no me veo tan bien como antes. Tengo más de setenta años”.
Empezamos a hablar y me dijo que tenía setenta y tres años. Su padre era oficial del ejército, así que creció con él. Fue a la escuela, se alistó en el ejército y luego estudió en la academia militar, ascendió y se convirtió en oficial. Tras diez años en el ejército, lo trasladaron a trabajar en el gobierno municipal. Después de jubilarse, regresó a su pueblo natal.
"Eres bendecido. Tu vida fue realmente tranquila", dije.
Charlamos sobre algunos problemas de la sociedad: a la gente moderna solo le importa el dinero. Son arrogantes y carecen de moralidad; la relación entre hombres y mujeres es un caos. Los funcionarios gubernamentales son corruptos, la gente no respeta el cielo ni la tierra, por lo que ocurren desastres naturales provocados por el hombre. El hombre estuvo de acuerdo conmigo.
Dije: “Eras oficial, así que ves las cosas con claridad y tienes buen entendimiento. La sociedad está corrompida y el corazón de la gente se ha vuelto muy malo. Todo esto es resultado del lavado de cerebro del PCCh. Quizás hayas oído que el cielo destruirá al PCCh y que solo renunciando a él se puede estar a salvo. El cielo nos observa. ¿Qué tal si renuncias al PCCh?”.
Él aceptó y felizmente y renunció.
Todos los días, excepto para comer, dormir y hacer algunas tareas necesarias, hago las tres cosas. Estudio el Fa por la tarde y por la mañana salgo a esclarecer la verdad a las personas para que renuncien al PCCh. No presto atención a cuántas personas salvo. Mientras salgo ese día, siempre hay gente esperando ser salvada, desde tres, cinco, hasta más de veinte.
Mucha gente sabe que yo, un hombre mayor, suelo aconsejar a la gente que renuncie al PCCh. Quizás los funcionarios del condado, el municipio y la comisaría también lo sepan. Con la protección de Shifu y el poder de Dafa, sigo haciendo las tres cosas. Sin Shifu, no lograría nada. Me siento muy afortunado. ¡Estoy muy agradecido por la protección misericordiosa de Shifu!
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