(Minghui.org) Comencé a cultivarme hace ocho años, justo al final de mi primer año en la universidad. Mientras terminaba mis exámenes finales del semestre, mi profesor de literatura de la preparatoria me envió una copia de Zhuan Falun por correo electrónico. Siempre me habían interesado las religiones y las obras espirituales, así que comencé a leer el libro.

Terminar de leer  Zhuan Falun  por primera vez fue todo un desafío, ya que tuve que superar mucho yeli de pensamiento. En la preparatoria, literatura era mi materia favorita. Sin embargo, gran parte de lo que estudiamos contenía valores degenerados. Aunque algunas obras transmitían mensajes edificantes, la mayoría giraba en torno a temas oscuros como el asesinato y las relaciones degeneradas. Estas ideas permanecían en mi mente, provocándome dolores de cabeza, náuseas y escepticismo mientras leía Zhuan Falun . Me tomó dos meses terminar de leerlo, pero una vez que lo logré, comencé a practicar los ejercicios y realmente inicié mi camino de cultivación ese verano.

Al haber crecido en un país socialista, estaba profundamente influenciado por la ideología socialista, y apegado a la competitividad, la ostentación, los celos y el fanatismo. A pesar de estos defectos, sentí que Falun Dafa era el verdadero camino y una práctica maravillosa, y tenía un fuerte deseo de compartir los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia con los demás. Aunque apenas comenzaba a cultivarme y era el único practicante en una gran universidad, estaba decidido a establecer un Club de Falun Dafa en el campus.

Los requisitos eran altos: necesitábamos al menos 25 miembros para comenzar y presentar un plan claro ante el Consejo Estudiantil. Yo era muy introvertido y tenía poca experiencia hablando en público, pero me sentía confiado en que cumpliría los requisitos y lograría la aprobación del club.

Un practicante local vino a ayudarme. Una mañana de domingo, caminamos por el campus y pedimos a los estudiantes que firmaran nuestro formulario de interés en el club. No dudé en hablar con compañeros de clase y solicitar su apoyo. Milagrosamente, cumplimos con los requisitos. El día de la presentación del club, mi discurso fue torpe pero sincero. El presidente del Consejo Estudiantil escuchó con atención, mostrando gran simpatía, y al final, nuestro club fue aprobado.

Mirando atrás, me doy cuenta de que al dirigir el club, muchas veces actuaba desde el apego personal y no basándome en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Por ello, cuando organizábamos proyecciones de películas, la asistencia era baja y algunos estudiantes chinos nos percibían como competitivos en lugar de compasivos. Recuerdo haber organizado la proyección del documental Hard to Believe en nuestra escuela. El día del evento, solo asistieron dos personas, una de las cuales era un profesor de medicina. Sin embargo, este profesor luego nos invitó a proyectar el documental en la escuela de medicina para sus estudiantes. Esa proyección atrajo a 50 estudiantes de medicina. Esto fue un recordatorio de la infinita compasión de Shifu hacia mí. A pesar de mis deficiencias y brechas en la cultivación, Shifu siempre me cuidó, transformando mis esfuerzos fallidos en buenos resultados.

Una segunda oportunidad para hacer las cosas bien

Tres años después, ingresé a la escuela de posgrado. Para entonces, había trabajado tres años en la sociedad, madurando tanto en carácter como en mi temperamento. Me sentía confiado en que esta vez podría dirigir el club de manera más efectiva y evitar los errores que cometí anteriormente.

Sin embargo, cuando compartí mi intención de iniciar un nuevo Club de Falun Dafa con una practicante compañera de escuela, mi entusiasmo no fue recibido inmediatamente con aliento. En cambio, ella me instó a detenerme y reflexionar: ¿Estaba creando el club por una verdadera necesidad de clarificar la verdad, o había también un elemento de búsqueda de reconocimiento personal? También expresó su preocupación por los desafíos que enfrentaríamos. Estábamos en una ciudad liberal, con un ambiente social y administrativo complejo, y como estudiantes extranjeros, podríamos enfrentar dificultades que, si cometíamos errores, dañarían la reputación de Falun Dafa.

Su consejo me hizo hacer una pausa y mirar hacia adentro: ¿Me motivaba el fanatismo o un deseo subconsciente de sobresalir ante los demás? Tras una profunda reflexión, entendí que aunque aún llevaba elementos de la cultura del Partido Comunista Chino (PCCh) y tenía deficiencias en mi cultivación personal, eso no debía ser motivo para dejar de difundir la verdad sobre Falun Dafa. Al contrario, el mismo proceso de dirigir el club me ayudaría a refinar mi carácter, eliminar mis apegos y madurar en la práctica.

Comprendí una diferencia fundamental en la perspectiva de analizar las cosas: bajo la cultura del PCCh, el liderazgo se asocia a menudo con el beneficio personal y el estatus. Pero en Occidente, los líderes de clubes no son vistos como estrellas o figuras de autoridad: son simplemente personas que deciden construir algo significativo y contribuir a la comunidad. El liderazgo no se trata de uno mismo, sino de los demás.

Con esta nueva claridad, seguí adelante, hablando con compañeros de clase y reuniendo apoyo. A medida que más estudiantes se unían, la practicante compañera bajó sus barreras, se volvió de gran apoyo e incluso presentó el club a sus amigos. Al final, superamos el requisito mínimo de 10 miembros—comenzamos con 14 y llegamos a 61 al momento de escribir este artículo.

Cuando el club finalmente fue aprobado, experimenté un cambio profundo. Mientras conducía de regreso a casa, sentí como si el mundo a mi alrededor hubiera adquirido un nuevo aspecto: uno purificado y limpio. Todo parecía igual, pero sentía que una parte había entrado en un nuevo reino. Esta sensación duró varios días antes de desvanecerse.

Esta vez, me propuse liderar de manera diferente. Elegí abrazar el principio universal del equilibrio como base de la estrategia del club. Un artista de Shen Yun comentó una vez en una entrevista que en la danza, "para avanzar, uno debe primero dar un paso atrás". Este concepto refleja el principio del yin y yang, enfatizando la armonía y el flujo. Todo lo que se alinea con las leyes fundamentales del universo se desarrolla de forma natural y hermosa, y nuestro Club de Falun Dafa no fue la excepción.

Anteriormente, impulsado por el resentimiento y la competitividad, me había centrado principalmente en denunciar la persecución del PCCh a los practicantes de Falun Dafa en China. Aunque esto era importante, entendí que antes de abordar temas tan serios, primero debíamos expresar y transmitir la belleza y los beneficios de Falun Dafa, y presentar un contraste con las atrocidades del PCCh de una manera que tocara el corazón de las personas.

Por ello, reestructuramos nuestros eventos. En lugar de comenzar el año académico con temas pesados, primero introdujimos Falun Dafa organizando eventos positivos y acogedores, como talleres semanales de meditación con té gratuito, el ciclo de conferencias de Falun Dafa de nueve días y la proyección de la película Once We Were Divine.

¿Una Carga o una Bendición?

Hubo momentos en los que la presión de equilibrar la escuela, los proyectos locales de Dafa y la gestión del club era pesado. Cuando me sentía agotado, deseaba poder disfrutar de la vida universitaria como un estudiante ordinario, libre de responsabilidades. Pero al final de este camino, veo las cosas de manera diferente.

El club nunca fue una carga: fue una bendición concedida por el Cielo. Cada evento que organizamos, cada estudiante con quien hablamos, fue predestinado y precioso. Nuestros esfuerzos pueden parecer meras gotas en el océano, pero cada gota representa seres conscientes que despiertan y encuentran su camino. Y ese es el deseo de nuestro benevolente Shifu.