(Minghui.org) Comencé la cultivación en Falun Dafa hace casi nueve años. Tengo poco más de treinta años. Al mirar atrás, siento emociones encontradas. Mi camino de cultivación ha sido accidentado, pero también he madurado. Haber comenzado a cultivarme en Dafa y poder asistir a Shifu en la rectificación del Fa ha sido mi mayor honor. ¡Gracias, Shifu, por salvarme!
Buscando a Dafa
Desde niño, sentía que tenía una misión que cumplir en este mundo y creía que existía una “ley” entre el cielo, la tierra y el universo. Pensaba que, si podía encontrar esa ley, sería completamente libre. Pero durante muchos años no la encontré, lo que me hizo sentirme confundido sobre la vida y sin rumbo.
Un día, conocí a una mujer mayor en el autobús camino a la escuela. Rara vez hablaba con alguien en el autobús, pero esta vez fue diferente: la mujer destacaba por su porte. Era delgada, cargaba una mochila grande, pero se le notaba tranquila y sonriente, transmitía una sensación de apertura. Por eso me animé a hablarle.
Conversamos durante todo el trayecto. Le compartí muchos pensamientos y dudas que normalmente no le contaba a nadie. Ella me escuchó pacientemente, siempre con una sonrisa, y respondía tocando los puntos clave. Al llegar a mi parada, no quería despedirme, pero tuvimos que hacerlo. Compartimos nuestros datos de contacto, y desde entonces hemos mantenido comunicación constante. Cada encuentro me aportaba mucho.
Con el tiempo, ella me dijo que era practicante de Falun Dafa. Me aclaró la verdad y me entregó el preciado libro Zhuan Falun, el texto principal de Falun Dafa. Me comentó que su contenido tenía un significado profundo y que podría resolver mis confusiones.
Sin embargo, al haber sido fuertemente adoctrinado por la ideología atea del Partido Comunista Chino (PCCh), no acepté de inmediato la información. Pero ella fue muy paciente. Por su sinceridad y amabilidad, finalmente comprendí. Reconocí a Dafa y decidí leer Zhuan Falun.
La primera vez que leí el libro fue una experiencia inolvidable. Las enseñanzas de Shifu eran concisas y directas. El lenguaje era sencillo, pero su significado profundo. Respondía a todas mis preguntas: ¿De dónde venimos? ¿Por qué un ser humano es humano? ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Cómo ser una buena persona? ¿Cómo elevar mi propio nivel? Y muchas más.
Shifu dijo:
“Aun bajo un ambiente tan sufrido, todavía no está perdido y aún quiere retornar, por eso lo ayudan, lo ayudan incondicionalmente y pueden hacer todo para ayudarlo”. (Segunda Lección, Zhuan Falun)
Cuando leí esto, una emoción profundamente reprimida afloró. No pude dejar de llorar; todo mi cuerpo temblaba por la emoción. ¡Finalmente había encontrado lo que buscaba: el precioso libro Zhuan Falun!
Elevación
Después de comenzar a practicar Falun Dafa, dedicaba mucho tiempo a leer Zhuan Falun y otras enseñanzas de Shifu, especialmente durante vacaciones. Pasaba medio día o incluso el día entero estudiando. Me sumergía en los principios de Dafa y experimentaba muchas transformaciones.
Le compartía mis entendimientos a la practicante. Cada vez que notaba cambios en mí, se alegraba. Seguí estudiando el Fa y compartiendo con ella. Poco a poco aprendí a medir mis palabras y acciones con el Fa, y a mirar hacia adentro ante los conflictos.
Al profundizar en el estudio, entendí que Dafa es una práctica de cultivación del cuerpo y la mente, pero no sabía hacer los ejercicios. Empecé a revisar las ilustraciones y descripciones en La Gran Vía de la Perfección para aprender los movimientos uno por uno. Al intentar los primeros ejercicios, sentí calor por todo el cuerpo.
Logré aprender los cinco ejercicios. En cuanto a la meditación, al principio solo aguantaba dos minutos, luego diez, luego más de media hora, hasta que finalmente logré sentarme una hora completa.
Después de un tiempo cultivando, me sentía con energía cada día. Mi piel se volvió más suave, especialmente la del rostro, que antes era seca y áspera, y ahora es tersa y delicada.
Estudiar el Fa y hacer los ejercicios me ayudó a avanzar rápidamente. Esa sensación maravillosa es indescriptible.
Perseguido por el Partido Comunista Chino
Después de graduarme, comencé a trabajar. Sin embargo, un día que salí a distribuir materiales informativos de Dafa y alguien me denunció. Fui arrestado y detenido en la estación de policía.
Esto conmocionó a mi familia, especialmente a mis padres. Aunque sabían que Dafa era bueno, no eran practicantes y no podían comprender la situación. Estaban aterrados, confundidos y preocupados.
Era la primera vez que enfrentaba esta presión. Mientras estuve detenido ilegalmente, traté de mantener pensamientos rectos y aclaré la verdad a los oficiales. No respondí sus preguntas ni hice confesiones.
La mañana siguiente me trasladaron a un centro de detención. Al pasar por el pasillo, vi a mis padres esperando angustiados. Mi madre lloraba desconsoladamente. No pude contener mis lágrimas. Le dije: “Papá, mamá, su hijo no ha hecho nada malo. Cuídense mucho”.
En ese momento mi madre se desmayó. Solo reaccionó cuando la llamé. Mi padre, siempre fuerte, lloró y suplicó. Nunca olvidaré esa escena.
El joven que me vigilaba la noche anterior vino. Le hablé con compasión: “¿Crees que soy una mala persona? Mira lo que me están haciendo. Solo espero que estés bien. ¿Eres miembro del PCCh o sus organizaciones juveniles?”. Me respondió en voz baja. Le propuse ayudarlo a renunciar, y aceptó sin dudar.
En la celda, pequeña y llena, me asignaron un lugar junto al baño. Solo podía dormir de lado. Esta experiencia sacó a flote apegos como miedo, resentimiento, sentimentalismo. Me preocupaban mis padres, mis abuelos, mi trabajo. Estaba perturbado.
Mi familia contrató un abogado, quien me dijo que la policía había revisado mis celulares, donde encontraron aplicaciones con mensajes de aclaración de la verdad. Me sugirió “arrepentirme” para salir, pero me negué.
Después de estar detenido durante 37 días, fui arrestado oficialmente. Aunque fue una mala noticia, comencé a mirar hacia adentro. Encontré apegos: ostentación, egoísmo, comodidad, miedo, resentimiento. Me dije: “¡No reconoceré la persecución!”.
Sin acceso a los libros, recordé las enseñanzas de Shifu: Lunyu, poemas de Hong Yin, y luego traté de recordar Zhuan Falun entero. Shifu me iluminó, y mis pensamientos rectos se fortalecieron.
En prisión, aclaré la verdad a los reclusos. Casi todos entendieron la verdad y renunciaron al PCCh y sus organizaciones. El Fa guiaba cada palabra y acción mía.
Avanzando con firmeza
Después de dos años fui liberado. Mis padres se alegraron mucho. Encontré trabajo rápidamente, aunque de ingreso modesto, era estable.
Me preguntaba cómo estudiar el Fa si no tenía los libros. Busqué en mi antiguo escritorio y encontré una tarjeta de memoria. ¡Tenía Zhuan Falun, otros libros y una aplicación para acceder a Minghui! Comprendí que fue la ayuda de Shifu.
Ahora estoy casado, tengo un hijo y una familia feliz. Pero fui acosado varias veces por la policía y personal comunitario. Esto afectaba a mi familia, especialmente a mis padres.
Una vez, los policías llamaron a mi padre para que me convenciera de abandonar la práctica. Él discutió con mi madre, quien también había sido acosada y estaba al borde del colapso. Me rogó con lágrimas que dejara de practicar. Me dolió profundamente.
Me calmé y miré hacia adentro: había desarrollado apego a la comodidad, entusiasmo por hacer las tres cosas, miedo ante el acoso y sentimentalismo. Envié pensamientos rectos para eliminar la interferencia.
Al día siguiente, todo cambió. La policía y la comunidad dejaron de acosarme. Comprendí que si no eliminamos apegos ocultos, pueden volverse peligrosos. La cultivación es seria.
Perdí otro empleo por presiones del PCCh. En Minghui leí sobre el “Foro de Justicia” y me uní. Aprendí cómo enfrentar el acoso legalmente. Reuní leyes violadas por los acosadores y tomé notas. Esto me dio más confianza al aclarar la verdad.
Recitando el Fa y siendo más diligente
Me estanque en mi cultivación. Me di cuenta de que estudiaba el Fa sin concentración. Comencé a recitarlo.
Al principio recitaba poco, pero con atención. Memorizaba frase por frase y luego recitaba el pasaje completo hasta dominarlo.
Los beneficios fueron evidentes: vi problemas que antes no notaba, comprendí significados más profundos y me volví más sereno. Lo que antes me costaba, ahora era más fácil de manejar. Volví a sentir la alegría de cuando obtuve el Fa.
Mi familia también cambió con mi estado: mis padres están más tranquilos, mi esposa dejó de temer por mi seguridad. Mi hogar es más armonioso.
Recitar el Fa me ha hecho más diligente. ¡Seguiré firmemente!
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