(Minghui.org) Muchas personas pueden estar familiarizadas con la historia de Job en el Antiguo Testamento. Su historia se cuenta en el Libro de Job, uno de los primeros libros de la Sabiduría (Ketuvím) del Antiguo Testamento, que no solo forma parte de la Torá judía sino que también es citado en la Biblia de las tres ramas del cristianismo.
Job era caritativo y la gente lo respetaba. Era un hombre justo y Dios lo bendijo con riquezas e hijos. Un día, Dios le preguntó a Satanás su opinión sobre la piedad de Job. Satanás dijo que Job era piadoso solo porque disfrutaba de bendiciones materiales; si Dios le quitaba todo lo que tenía, seguramente se alejaría de Dios.
Dios le dio permiso a Satanás para despojar a Job de su riqueza y matar a sus hijos y sirvientes. No obstante, Job alabó a Dios: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá; el Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor”.
Dios permitió entonces que Satanás afligiera el cuerpo de Job con llagas dolorosas y que lo desfiguraban. Mientras Job estaba sentado en las cenizas de su antigua propiedad, su esposa lo instó a “maldecir a Dios y morir”. Job respondió: “¿Recibiremos de Dios el bien y no recibiremos el mal?”.
Comienzan las pruebas de Job
Satanás usó entonces a los tres amigos de Job –Elifaz, Bildad y Zofar– para darle simpatía y consuelo, pero también para ponerlo a prueba. Cuando lo vieron, apenas pudieron reconocer a Job. Comenzaron a llorar en voz alta, rasgaron sus vestiduras y esparcieron polvo sobre sus cabezas para expresar su dolor. Se sentaron con él durante siete días y siete noches. Al principio, nadie le dijo una palabra porque vieron cuán grande era su sufrimiento.
Finalmente, Job abrió la boca y lloró. Le preguntó a Dios cómo podía seguir viviendo. Elifaz lo reprendió por no tener suficiente fe en Dios y le explicó que los que son rectos nunca serán destruidos. Le contó a Job lo que vio de noche y que una voz le dijo que Dios no confiaba en sus siervos, especialmente en aquellos cuyos cimientos son polvo. Dijo que Job sufría porque Dios quería disciplinarlo.
Job respondió que cualquier criatura en extremo sufrimiento gemiría como él, y que solo la muerte podría aliviarlo de su dolor. Amonestó a sus amigos por hacerle las cosas más difíciles.
Bildad sugirió que tal vez los hijos de Job habían ofendido a Dios, y que Job podría no ser tan recto como parecía, o de lo contrario Dios seguramente lo cuidaría.
Job respondió que creía que Dios no estaba siendo injusto y que no necesitaba ser responsable ante los humanos porque, “Él realiza maravillas queinsondables, milagrosinnumerables”. Job dijo que solo podía suplicarle misericordia a Dios. Además, ¿de qué sirve esforzarse al máximo para hacer buenas obras? No hay juicio justo en la Tierra. Preguntó: “¿Por qué tengo que pasar por todo este sufrimiento?”. Le suplicó a Dios que “recuerde que me moldeaste como arcilla”. Job conocía la bondad que Dios le había mostrado en el pasado, pero aunque Job fuera inocente y siguiera defendiéndose, eso solo aumentaría la ira de Dios; si así fuera, preferiría morir.
De las conversaciones de Job con Elifaz y Bildad, podemos ver que para alguien como Job, que es fiel a Dios, cuando su sufrimiento físico llega a cierto punto, espera que quienes lo rodean entiendan por lo que está pasando, y espera que Dios entienda sus pensamientos y emociones, y se ponga de su lado.
Zofar entonces se unió al debate y dijo: “No somos niños. ¿Quién creerá tus palabras? Insistes en que eres inocente, pero si Dios habla, seguramente expondrá tus pecados”. Zofar le preguntó a Job: “¿Puedes comprender los misterios de Dios?”. Le dijo a Job que si “no permitía que el mal habitara en tu tienda”, Dios lo bendeciría nuevamente.
Job sabía que había sido recto en el pasado, pero también conocía el dolor y el sufrimiento por el que estaba pasando. Por eso, les dijo a sus amigos con sarcasmo: “Sin duda, ustedes son las únicas personas que importan, y la sabiduría morirá con ustedes”. Pensó que, si sus amigos vieran todo lo que Dios creó, aprenderían algunas lecciones. Job creía firmemente que era justo y le suplicó a Dios que lo escuchara. “Los mortales, nacidos de mujer, son de pocos días y llenos de problemas”. “¡Si tan solo me escondieras en el sepulcro y me ocultaras hasta que se apague tu ira! Si alguien muere, ¿volverá a vivir?”.
Entonces Elifaz se burló de Job por su falta de sabiduría y trató de socavar su reverencia hacia Dios. Según Elifaz, Dios no confiaba en los mortales ni en los santos. Criticó a Job por pensar demasiado bien de sí mismo y dijo que su ayuda a la gente era solo un soborno.
Job pensaba que sus amigos eran ignorantes y que “consuelan a la gente con palabras vacías”. Esperaba que Dios lo vindicara porque creía que Dios estaba muy consciente de su sufrimiento.
La discusión se intensificó, y Zofar acusó a Job de ser un pecador que sería castigado.
Job argumentó: “¿Por qué los malvados siguen viviendo, envejeciendo y aumentando en poder? Pasan sus años en prosperidad y descienden al sepulcro en paz. Los buenos sufren hasta la muerte”.
En esta etapa, podemos ver que Job no es una persona malvada, pero cuando se enfrenta a acciones infundadas, en sus argumentos, Job enfatizó que tenía razón y se negó a ver dónde se había equivocado.
Elifaz comenzó a vilipendiar las buenas acciones de Job. Acusó a Job de ser malvado, de negarse a dar comida a los hambrientos y de tratar mal a los huérfanos y las viudas. Elifaz dijo que la situación de Job se debía a que no era tan frugal como parecía.
Aquellos que conocían a Job sabían que las acusaciones de Elifaz eran contrarias a los hechos. Por lo tanto, Job comenzó a defenderse con hechos. Dijo con confianza que estaba dispuesto a presentar su caso ante Dios porque seguramente sabía que tenía razón. Bildad argumentó que nadie es puro delante de Dios.
Sabemos que Job estaba sufriendo debido a la tribulación que le impuso Satanás. Pero Job no sabía esto; solo sabía que Bildad lo estaba acusando falsamente, y no podía calmarse y reflexionar.
Sin embargo, Job describió la sabiduría de Dios, y de esto podemos ver la reverencia de Job por Dios. Job dijo que la sabiduría de Dios se ve en las cosas que podemos ver, como el espacio, la tierra, las nubes, el océano y el viento, pero que todo esto refleja solo una pequeña parte de Su grandeza. La gente sabe dónde se encuentran los diversos tesoros de este mundo, pero “¿dónde se puede encontrar la sabiduría?”. Solo Dios sabe dónde reside.
Job señaló: “El temor al Señor es sabiduría, y apartarse del mal es entendimiento”.
Job creía firmemente en su inocencia y dijo: “¡Hasta la muerte no negaré mi integridad!”.
Job continuó contando sus acciones pasadas y cuánto anhelaba recuperar la relación profunda que una vez tuvo con Dios. Una vez salvó a los que estaban en problemas. Para los ciegos, era como sus ojos. Todos lo miraban y esperaban en silencio su consejo, pero ahora había perdido toda su gloria, e incluso los jóvenes se burlaban de él. Ahora que estaba en un estado tan doloroso y lamentable, le escupían en la cara y lo atacaban sin control.
Job dijo que él era uno que se había sacrificado por Dios y suplicó que se lo juzgara. También pidió a quienes lo acusaban de malas acciones que encontraran sus pecados a partir de sus acciones.
Las palabras de Job silenciaron a sus tres amigos.
Elihu habló y explicó que escuchó en silencio el debate y esperó para hablar porque los demás eran mayores que él: “La edad debe hablar; los años avanzados deben enseñar sabiduría”. Dijo que estaba enojado con Job por justificarse a sí mismo en lugar de justificar a Dios. Al mismo tiempo, estaba aún más enojado con los tres amigos de Job porque eran ignorantes y hacían afirmaciones sobre Dios.
Sus palabras fueron sinceras. Primero admitió que Dios era su Creador, y luego señaló que Job no se posicionó correctamente en su relación con Dios. Dios no necesita responder a Job, sin embargo, Job trató de discutir con Él.
Elihu instó a los que tenían sabiduría a escucharlo. Señaló el error de Job al decir anteriormente que quienes se aferran a su integridad están actuando en vano. Elihu dijo: “Lejos esté de Dios obrar mal, ni del Todopoderoso cometer iniquidad. Él pagará al hombre conforme a sus obras, y a cada uno conforme a sus obras”. Dios actúa con imparcialidad, pero Job exagera su propia justicia. Dijo que Job habló precipitadamente sin darse cuenta porque “no tiene conocimiento”, pero Dios ve en Job una persona “paciente”.
Elihu relata las acciones notables de Dios y su capacidad para controlar la naturaleza. Le recordó a Job que prestara atención y pensara en los milagros de Dios, y que recordara que la magnífica gloria y la asombrosa majestad de Dios están más allá de la comprensión humana. Dios ama a todos los que lo reverencian, pero no se preocupará por aquellos que solo piensan que tienen sabiduría y no sonhumildes, dijo.
En ese momento, Job le suplicó a Dios que le respondiera. Como los humanos no son aptos para ver la verdadera imagen de Dios, Dios apareció en forma de tormenta y le respondió a Job.
El Señor le hizo a Job una serie de preguntas que le hicieron darse cuenta de lo pequeños que son los seres humanos: “¿Dónde estabas tú cuando yo puse los cimientos de la tierra? Dime, si entiendes. ¿Quién marcó sus dimensiones? ¡Seguro que lo sabes! ¿Quién extendió una cuerda de medir a través de ella? ¿Sobre qué se asentaron sus cimientos, o quién puso su piedra angular, mientras las estrellas del alba cantaban juntas y todos los ángeles gritaban de alegría?”
¡Dios dijo que todo esto sucedió eones antes de que Job naciera!
El Señor luego planteó muchas preguntas, una tras otra. Mencionó el océano, las nubes, la mañana, las puertas de la muerte, el brillo y la oscuridad. “Porque ya habías nacido y habías vivido durante mucho tiempo, ¿sabrías todo esto?” ¿Qué pasa con las tormentas, las estrellas en el cielo, varias criaturas, etc.?
Job admitió humildemente: “Soy indigno, ¿cómo puedo responderte? Puse mi mano sobre mi boca”. Admitió sus errores y palabras ignorantes. “Mis oídos habían oído hablar de ti antes, pero ahora mis ojos te han visto. Por eso me desprecio y me arrepiento en polvo y ceniza”.
Entonces el Señor amonestó a Elifaz y a sus dos amigos por no decir la verdad sobre él. Les pidió que hicieran ofrendas y que Job orara por ellos. El Señor restauró la fortuna de Job y le dio el doble de lo que tenía antes. El Señor bendijo la vida de Job con más de lo que había tenido anteriormente: le dio más ganado e hijos. Job vivió otros 140 años y vio a sus hijos y a sus nietos, hasta la cuarta generación.
Cuando Job estaba a punto de morir, Dios se compadeció de él y envió un mensajero: “Líbralo de descender a la fosa; he hallado un rescate. Su carne será más fresca que la de un niño; volverá a los días de su juventud”.
De la historia de Job, podemos ver que Dios es compasivo con las personas, pero esta compasión no se limita a las emociones y nociones humanas. Cuando las personas reverencian a Dios, no significa que sean perfectas. Mientras uno sea humano, cometerá errores, y los pecados y el yeli de las personas solo pueden eliminarse a través del sufrimiento. A través de la historia de Job, vemos que hay otras razones por las que las personas sufren... En su caso, Dios dio permiso para permitir que las personas buenas sufrieran. Mientras seamos capaces de aferrarnos a nuestra reverencia por Dios, pase lo que pase, recibiremos bendiciones al final.
Aquellos que no creen en lo divino seguirán siendo responsables de sus malas acciones. Las leyes del universo no desaparecerán sólo porque algunas personas no crean en ellas.
Copyright © 1999-2025 Minghui.org. El contenido de esta página puede reproducirse con atribución.