(Minghui.org) Vivo en una zona rural remota de la provincia de Liaoning y practico Falun Dafa desde hace más de veinte años. Mi experiencia personal demuestra que las enseñanzas de Shifu son verdaderas, reales, y cambiaron mi corazón.
Eliminando mi resentimiento hacia mis suegros
Cuando tenía 23 años, el gobierno empezó a reasignar y adjudicar terrenos. Mis suegros querían conseguir más terrenos, así que nos animaron a mi esposo y a mí a casarnos cuanto antes. Prometieron construirnos una casa en el nuevo terreno después de casarnos.
Mis suegros tienen cinco hijos: tres varones y dos mujeres, y mi esposo es el mayor. Mi suegro trabajaba, pero a menudo se emborrachaba y llegaba a casa hosco y malhumorado. Mi suegra era perezosa, reacia a las tareas del hogar y tenía un temperamento impredecible. Regañaba a los demás por cosas sin importancia. Todos en su familia, incluido mi esposo, eran muy egoístas. Después de casarnos, me costó adaptarme a esta familia. Sin embargo, me sentí agradecida al recordar que mis suegros nos construirían una casa. Así que trabajé incansablemente sin quejarme todos los días, haciendo todo lo que podía. Aunque me quedé sin nada después de trabajar duro todo el año, perseveré.
Pasaron algunos años, y ya tenía dos hijos, pero nuestra casa aún no se había construido. Cuando mi suegra me dijo: “Le compré la casa a la familia de Meng”, le dije: “Mamá, oí que esa casa no está en buenas condiciones, por eso nadie la quería comprar. Tú lo sabías, ¿por qué la compraste?”. Respondió rápidamente: “No te pido que vivas ahí; viviremos ahí”.
Su actitud cambió pronto y empezó a causarme problemas. Afirmaba que se había perdido algo, y al día siguiente dijo que faltaba algo más; también repetía constantemente cosas como: “De un ladrón de familia es más difícil protegerse”. Por muy irrazonable que fuera, nunca discutí con ella, pero vivía en constante ansiedad y angustia.
Comprendí que intentaba obligarnos a mudarnos a la vieja casa. Sin otra opción, tuvimos que dejar la casa de mis suegros y mudarnos a la casa vieja. Mirando a mi alrededor, las cuatro paredes que el viento atravesaba y el techo con goteras, me invadieron de tristeza y rabia. Me di cuenta de que me habían mentido desde el principio; nunca tuvieron la intención de construirnos una casa. Los odié y me resentí por intimidarnos y por echarnos.
Llegué a mi límite. Desde entonces, sentí que mis suegros eran enemigos. Los menospreciaba, sentía que no merecían ser padres, que no merecían mi respeto, y corté todo vínculo con ellos. Me llenaba de resentimiento a diario, hasta el punto de tener dificultades para comer o dormir. Para cuando cumplí los treinta, sufría de enfermedades como cardiopatías, depresión, artritis reumatoide, inflamación articular, gastritis y cefaleas neurológicas crónicas. Sentía dolor y me atormentaba el odio.
Comienzo a practicar Falun Dafa
Un vecino mayor comenzó a practicar Falun Dafa en 1997 y me animó a intentarlo. Al principio, no me lo tomé muy en serio. Desde pequeña, fui influenciada por la ideología atea del Partido Comunista, así que no creía en dioses, budas ni en la cultivación. Sin embargo, mi esposo tenía muchas ganas de aprender y me convenció para que me uniera a él. Así fue como comencé a practicar Falun Dafa.
La primera vez que leí Zhuan Falun, no entendía nada ni recordaba ni una sola frase. Estaba desconcertada porque normalmente disfrutaba leyendo, pero por alguna razón, no lograba comprender este libro. Pensé: “Este libro debe ser extraordinario, tengo que leerlo”.
Dediqué todo mi tiempo libre a leer Zhuan Falun. En ese momento, mi yeli de pensamiento era severo. Siempre que lo leía, mi mente se abrumaba con pensamientos caóticos, haciéndome imposible concentrarme, pero no me di por vencida. Viendo mi deseo de aprender, Shifu me ayudó. Una tarde, estaba haciendo el ejercicio de Dafa. Tan pronto como me senté, me sentí increíblemente cómoda, como si estuviera sentada en un cojín de algodón cálido y suave. Sentí como si mi cabeza comenzara a dar vueltas, y siguió creciendo, hasta que era tan grande como toda la habitación. Al mismo tiempo, mi mente se aclaró y se refrescó. Cuando abrí los ojos, todo parecía normal, pero cuando los cerré, sentí que mi cabeza se expandía. En ese momento, me convencí de que Shifu no era una persona común y corriente, y que estaba eliminando las cosas malas de mi mente. A partir de ese día, mis dolores de cabeza crónicos, que me atormentaron durante años, desaparecieron por completo.
Esta experiencia me impactó profundamente. Mis persistentes dolores de cabeza desaparecieron de repente; ¡fue un milagro! Nunca creí en dioses, pero lo que me ocurrió fue innegable, algo que solo un poder divino podía lograr. Desde ese momento, el ateísmo se desmoronó por completo en mi mente. Gradualmente, a medida que mi xinxing mejoraba y me liberaba de los apegos, todas mis enfermedades desaparecieron. Estaba decidida a cultivar Dafa genuinamente y a que todos supieran que Falun Dafa es bueno.
Dediqué todo mi tiempo libre al estudio del Fa y superé la somnolencia, la pereza y el dolor de piernas mientras me sentaba en la postura del loto. Había historias del pasado sobre cómo los chinos soportaban dificultades para adquirir conocimiento; algunos incluso se pinchaban los muslos con agujas para mantenerse despiertos. Estaba aprendiendo el Dafa del universo; ¿cómo podía temerle a las dificultades?
Una tarde, después de comer, me senté frente a la foto de Shifu, crucé las piernas en la postura del loto, sostuve el libro en mis manos y comencé a leer. Al rato, me dolían tanto las piernas que me apoyé en la pared para descansar. De alguna manera, me quedé dormida.
Al despertar, me sentí profundamente avergonzada. ¿Cómo podría dormir mientras estudiaba el Fa? Como una colegiala culpable, eché un vistazo a la foto de Shifu, ¡solo para descubrir que me sonreía! No podía creer lo que veía. Abrí los ojos de par en par, me los froté y volví a mirar: ¡sí, Shifu me sonreía de verdad! Las lágrimas corrían por mi rostro y le di las gracias repetidamente. Pensé: aunque me quedé dormida, Shifu no estaba enojado e incluso me sonrió. Sentí de verdad su compasión. Mi determinación por practicar Falun Dafa se fortaleció y me convertí en una verdadera cultivadora.
Resolviendo el resentimiento
Mis suegros construyeron una casa nueva para mi cuñado menor en el terreno que nos prometieron originalmente. Después de casarse, no quiso vivir con ellos, lo que generó conflictos. Mi suegro amenazó con derribar la casa, mientras que la esposa de mi cuñado quería el divorcio. La situación se desató rápidamente.
Seguí los principios de Dafa, dejé atrás los resentimientos del pasado y el resentimiento hacia mis suegros. Al fin y al cabo, habían tenido una vida difícil, pues tenían que soportar grandes cargas económicas mientras criaban a sus cinco hijos. Con tranquilidad, medié en la situación. Convencí a mi suegro para que fuera más tolerante y perdonara la impulsividad juvenil de la joven pareja. También fui a ver a los padres de la esposa de mi cuñado para que la trajera de vuelta y la animé a vivir en paz con la familia.
Cuando mis suegros no tenían dónde quedarse, los invité a vivir en mi casa. Cuando quisieron construir una casa nueva, les ayudé con los arreglos. Cuando mi suegra fue hospitalizada, mi esposo y yo la cuidamos sin quejarnos, sin importar lo desagradable que fuera la situación. Mis suegros se sintieron profundamente conmovidos y arrepentidos por cómo nos habían tratado anteriormente.
Fue Falun Dafa lo que me cambió. Dafa disolvió el resentimiento entre mis suegros y yo, permitiéndonos vivir en armonía. ¡Estoy profundamente agradecida con Shifu!
¿De quién son los árboles?
Mi vecino vendió su casa, incluyendo los árboles que había fuera de su jardín. Su jardín estaba junto a una carretera. El mío estaba al otro lado de la carretera y tenía dos árboles. Sin avisarme, mi vecino incluyó mis dos árboles en la venta.
La persona que compró la casa decidió talar los árboles. Cuando la vecina me lo contó, le pregunté: "¿Por qué vendiste mis árboles?". Me respondió: "Sus raíces provienen de los árboles de mi lado, así que me pertenecen". Su razonamiento me pareció absurdo y comencé a discutir con ella. Pero de repente recordé que soy una cultivadora y que nada sucede por casualidad. ¿No era esto una prueba para ayudarme a mejorar mi xinxing? Como ya había vendido los árboles, si no la dejaba quedarselos, no podría explicárselo al comprador. Shifu nos enseña a tener siempre en cuenta a los demás en todo lo que hacemos.
Le dije: “Puedes quedártelos. Pero debes saber que es porque practico Falun Dafa. Si no, no habría aceptado”. Ella respondió rápidamente: “¡Gracias, Falun Dafa! ¡Gracias, Shifu de Falun Dafa!”.
¿Cómo puedes ser tan buena persona?
Una aldea vecina necesitaba acceso a agua corriente y quería cavar un pozo grande en la nuestra. Negociaron con varias familias, pero no llegaron a un acuerdo. Finalmente, me dijeron: “Pagaremos lo que pidas, siempre y cuando nos permitas cavar el pozo”.
Pensé: “Soy cultivadora; debo considerar a los demás y no ser egoísta. Cavar este pozo beneficiará a mucha gente, así que ¿por qué pediría dinero?”. Les dije: “No tienen que pagarme. Pueden cavar el pozo, solo asegúrense de nivelar el terreno después”. Estaban muy contentos y me agradecieron repetidamente.
Un día en el mercado, una mujer de mediana edad se me acercó y me dijo: “¿Cómo puedes ser tan buena persona?”. Todos sabían que practicaba Falun Dafa.
Fueron las enseñanzas de Shifu las que me transformaron, transformaron mi carácter, me dieron una nueva vida y me enseñaron a ser una buena persona de verdad. ¡Gracias, Shifu!
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