(Minghui.org) Tengo más de 60 años y crecí en un entorno familiar restringido. Mi padre tenía mal carácter y nunca nos atrevíamos a expresar nuestros pensamientos. Mi madre, temerosa de que cometiéramos errores, nos controlaba de forma extrema. No nos dejaba interactuar con los demás y quería que estuviéramos siempre cerca para que nos pudiera ver. Crecer así me hizo difícil comunicarme con los demás y lo hacía mal manejando las relaciones. Incluso de adulta, casi no tenía amigas.

Después de empezar a trabajar, la gente a menudo me intimidaba o me menospreciaba. No tenía con quién hablar, así que me guardaba todo. A menudo me sentía miserable y agraviada. Mi depresión prolongada me causó problemas físicos. Mi mente estaba nublada y no tenía fuerzas. Después de levantarme cada mañana y doblar mi edredón, tenía que acostarme y descansar un rato antes de tener energías para lavarme la cara.

Todo cambió cuando descubrí Falun Dafa. Un día, vi a un grupo de personas haciendo los ejercicios. Alguien dijo: «Están practicando Falun Dafa y funciona de maravilla para mejorar la salud». En cuanto lo escuché, me sentí encantada. Me uní a ellos y comencé a practicar Falun Dafa. Estudiaba el Fa y hacía los ejercicios con el grupo todos los días. Cuando la práctica de la tarde coincidía con la hora de la cena, prefería no cenar antes que perderme los ejercicios. Poco después de empezar a practicar Falun Dafa, mi salud mejoró mucho y mi humor se aligeró. Sentí una felicidad que nunca antes había experimentado.

Era una práctica tan maravillosa que quería que mi familia también la aprendiera para que se beneficiaran. Con entusiasmo le conté a un familiar las bondades de Falun Dafa, mi condición física antes y después de empezar a practicar, y cómo los practicantes viven según los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. No solo se negó a escucharme, sino que se burló de mí, diciendo que yo no era sincera ni bondadosa. Me quedé impactada. Nunca imaginé que esta era la imagen que daba a los demás. ¡Siempre pensé que me portaba bien!

Este incidente me impactó profundamente y me ayudó a ver mis defectos. Me di cuenta de que tenía fuertes apegos egoístas y siempre evaluaba las situaciones desde la perspectiva de mi propia pérdida y ganancia. No me cultivaba verdaderamente según los estándares de Dafa. Afirmaba ser buena, pero mi comportamiento causó que mi familia tuviera opiniones negativas sobre Falun Dafa.

Calmé mi mente y leí y memoricé cuidadosamente las enseñanzas de Shifu. Me recordé que debía seguir las palabras de Shifu, eliminar mis apegos, elevarme y convertirme en una verdadera practicante.

En cuanto tuve la idea de mejorar, las pruebas llegaron. Un día, mientras cenaba con mi esposo, me quejé de mi suegra. De repente él se enojó y me abofeteó. Me quedé atónita. Había estado sonriendo momentos antes, ¿por qué me había golpeado? Pensé: "¿Qué clase de persona eres? Te vuelves hostil en un abrir y cerrar de ojos". Empecé a maldecir mentalmente, pero me contuve y fui a mi habitación. El dolor en mi rostro me indignó y me disgustó.

Recordé lo que dijo Shifu:

“Cuando te encuentres con cualquier problema, si puedes mirar dentro de ti mismo y encontrar tus propios apegos, eso será práctica de cultivación”. (Exponiendo el Fa en el Fahui de Nueva Zelanda)

Shifu me estaba diciendo que mirara hacia dentro. Inmediatamente busqué en mi interior. Fue mi culpa, pues dije palabras hirientes y no consideré los sentimientos de mi esposo. Después de darme cuenta de esto, ya no me sentía molesta y dejé ir el resentimiento.

A la mañana siguiente, preparé el desayuno como siempre antes de que mi esposo se fuera a trabajar. Cuando vio la leche y los huevos en la mesa, se sorprendió. Pensó que seguía enfadada por el golpe y que me negaría a prepararle el desayuno. En el pasado, definitivamente no le habría preparado el desayuno y, en cambio, habría iniciado una "guerra fría". Pero ahora podía dejar atrás mi orgullo, mirar hacia dentro y medirme con las enseñanzas de Dafa. Después de que miré hacia dentro y mejoré, mi esposo sintió que había cambiado y nuestra relación se volvió armoniosa.

Cuando tenía conflictos con la gente común, me recordaba que debía cultivarme. Pero cuando surgían desacuerdos o malentendidos con compañeros practicantes, no podía mirar hacia dentro fácilmente y, en cambio, pensaba que la otra persona estaba equivocada. Un día de invierno, una practicante me pidió que nos vieramos y me preguntó a qué hora podía llegar. Le dije que podría estar allí en media hora. Pero hice un pequeño encargo en el camino, lo que me retrasó, y luego recibí su mensaje diciéndome que no fuera.

Como no sabía qué necesitaba de mí, fui a su casa esa tarde para ver cómo estaba. Cuando me vio, se molestó mucho y me regañó con dureza: "No llegaste a la hora que prometiste. ¡¿Quién te crees que eres?! Hace mucho frío afuera, y una practicante mayor te esperaba". Al ver su estado emocional y escuchar sus quejas, no discutí.

Pero al llegar a casa, pensar en sus duras palabras y su fría expresión me hizo sentir ofendida y molesta. Pensé: «Ambas somos practicantes. Si le explicara por qué llegué tarde, sabría que no lo hice a propósito y me perdonaría. Aunque no me entendiera, no tenía por qué enfadarse tanto. Nunca pensé que me gritaría así. ¿Está cultivando?». En ese momento, solo pude ver sus defectos. Para mí, todo era culpa suya.

Esa noche, sentí que debía calmarme y reexaminar lo sucedido. La actitud de la practicante no era buena, pero lo que decía era cierto. Hacía frío ese día, y una practicante mayor me esperaba con ella. Fue mi mal manejo del tiempo lo que les hizo esperar. Tenía razón al señalar mi error. Aun así, seguía quejándome de su actitud y comportamiento. ¡Qué fuerte era mi egoísmo! ¡Cuán pobremente me cultivaba!

Deseo sinceramente disculparme con esa practicante: ¡Lo siento, por favor perdóname! Guiada por las enseñanzas de Dafa, me volveré más apacible, racional y continuaré corrigiéndome paso a paso.