(Minghui.org) Al reflexionar sobre experiencias pasadas, una persona puede evitar errores y hacerlo mejor. Las naciones también necesitan aprender de la historia.
Pero aprender de las lecciones pasadas es más fácil decirlo que hacerlo.
Campos de concentración nazis
La mayoría de la gente conoce el genocidio de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Los nazis establecieron numerosos campos de concentración, el mayor de los cuales fue Auschwitz, donde fueron asesinadas 1.1 millones de personas. El segundo campo más grande de Polonia fue Majdanek, donde 360,000 personas perdieron la vida.
Situada cerca de la ciudad de Lublin, Majdanek fue construida en 1941 tras la ocupación nazi de Polonia. Aproximadamente 500,000 prisioneros de 26 países fueron detenidos allí, obligados a realizar trabajos forzados y asesinados sistemáticamente. Entre las víctimas se encuentran judíos, miembros de la resistencia clandestina polaca y prisioneros de guerra soviéticos.
Tras la liberación de la región en 1944, algunos de los gases, crematorios, osarios y cuarteles se conservaron y se convirtieron en museo nacional. En todo el mundo, se establecieron cientos de museos y sitios conmemorativos del Holocausto para documentar esta trágica historia, honrar a las víctimas y educar a las futuras generaciones.
En el lugar conmemorativo del campo de exterminio de Treblinka, donde fueron asesinadas 870,000 personas, numerosas placas llevan el mensaje "Nunca más" en varios idiomas. De manera similar, una inscripción en el friso de la cúpula del mausoleo de Majdanek dice: "Que nuestro destino te sirva de advertencia".
Museo de la Revolución Cultural: Un sueño roto
Sin embargo, no todas las lecciones se aprendieron. Tras tomar el poder en 1949, el Partido Comunista Chino (PCCh) llevó a China la lucha de clases, el odio y las mentiras. Borró milenios de valores tradicionales y los reemplazó por una represión despiadada.
Existe una larga lista de campañas políticas en China que tuvieron lugar desde 1949, como el Movimiento de Reforma Agraria (1950 – 1953, que se dirigió contra los terratenientes), las campañas Tres anti y Cinco anti (1951 – 1952, que se dirigieron a empresarios), la Campaña Antiderechista (1957 – 1959, que atacó a intelectuales) y la Revolución Cultural (1966 – 1976).
La Revolución Cultural por sí sola causó estragos sin precedentes en toda la sociedad y buscó aniquilar la civilización china. Innumerables sitios históricos y culturales fueron destruidos, templos budistas y taoístas fueron destruidos, y los intelectuales se vieron obligados a hacer declaraciones públicas en contra de su voluntad. Incluso miembros de la familia fueron instigados a atacarse entre sí. Miles de años de civilización fueron destruidos en solo unos pocos años.
Después, muchas personas reflexionaron sobre lo ocurrido. Para calmar la ira pública, el PCCh reconoció que la Revolución Cultural fue un error. Como siempre, sin embargo, atribuyó la culpa a funcionarios clave, concretamente a la "Banda de los Cuatro". El Partido se blanqueó a sí mismo, como siempre ha hecho.
Ba Jin, un erudito y escritor chino, sufrió enormemente durante la Revolución Cultural y su esposa murió dolorosamente por cáncer no tratado. Reflexionó sobre ese periodo y escribió sui xiang lu (Pensamientos aleatorios) entre 1978 y 1986, que se publicó en 1987.
En el libro, Ba propuso construir un Museo de la Revolución Cultural para revisar qué salió mal y evitar que un desastre similar volviera a ocurrir, pero su idea nunca se llevó a cabo.
Pesadilla continua
¿Cuántas personas han muerto debido a la brutalidad del PCCh? Los estudiosos estiman unos 40 millones solo durante la Gran Hambruna (1959 – 1961). Unas 80 millones de personas perdieron la vida a causa del PCCh en tiempos de paz, lo que está cerca o supera el total de muertes de las dos guerras mundiales juntas.
Pero el PCCh no está dispuesto a crear un museo para esto—no es sorprendente, porque estas muertes fueron causadas por el régimen. ¿Construiría Adolf Hitler un museo del Holocausto? Probablemente no.
Así que las tragedias en China continúan. Trece años después del fin de la Revolución Cultural China, la Masacre de la Plaza de Tiananmen tuvo lugar el 4 de junio de 1989. Sin embargo, a diferencia de campañas políticas anteriores, el PCCh sigue negando la brutalidad que tuvo lugar en la Plaza de Tiananmen.
Otra catástrofe es la persecución a Falun Gong, un sistema de meditación basado en cinco conjuntos de ejercicios y los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. El PCCh inicialmente elogió la práctica por sus beneficios físicos y mentales. Sin embargo, una vez que el número de practicantes de Falun Gong superó al de los miembros del PCCh, el exlíder del PCCh Jiang Zemin lo vio como una amenaza y lanzó una represión nacional en julio de 1999.
La mayoría de estos 100 millones de practicantes han sufrido una grave discriminación por su creencia durante los últimos 26 años. Un gran número ha sido acosado, arrestado, detenido, encarcelado y torturado. Muchos sufrieron trabajo forzado, abusos psiquiátricos e incluso fueron víctimas de la sustracción forzada de órganos a gran escala, un terror estatal sin precedentes.
En comparación con otras campañas políticas lanzadas por el PCCh, la persecución a Falun Gong puede que no tenga el mayor número de víctimas, pero la naturaleza de la persecución es la más cruel: aleja a la gente de su conciencia y se pone del lado del mal, socavando así los cimientos de la humanidad.
"Mientras atacaban la verdad, la benevolencia y la tolerancia, Jiang y el PCCh permitieron que la falsedad, el mal, la violencia, el veneno, la maldad y la corrupción se propagaran. Lo que siguió fue un declive moral generalizado en la tierra de China, que afectó a todos", afirma los Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista, publicados en 2004.
Desde la publicación de este libro, más de 450 millones de chinos han renunciado a su membresía en las organizaciones del PCCh, que también incluyen a sus dos filiales menores: la Liga de la Juventud Comunista y los Jóvenes Pioneros.
Sin embargo, fuera de China, mucha gente aún no ha reconocido la naturaleza despiadada y malévola del PCCh, mientras el régimen intensifica sus esfuerzos para impulsar la ideología y la propaganda comunistas a nivel global.
La historia a menudo se repite. Tras la muerte de millones de personas durante la hambruna ucraniana entre 1932 y 1933, Walter Duranty, jefe de la redacción de Moscú de The New York Times (1922–1936), negó esto, elogió abiertamente a Joseph Stalin y atacó a Gareth Jones, un periodista británico que informó de los hechos. Duranty incluso ganó un Premio Pulitzer por su labor periodística. The New York Times no emitió una disculpa por esta tergiversación hasta 2018.
En cuanto al Holocausto, cuando el diplomático polaco Jan Karski contó al presidente estadounidense Franklin Roosevelt y al juez de la Corte Suprema Felix Frankfurter en julio de 1943 su relato de primera mano sobre el Holocausto contra los judíos polacos, lo descartaron.
"No puedo creerte", dijo Frankfurter, que era judío.
"Felix, no puedes decirle a este hombre a la cara que miente", dijo el embajador polaco. "La autoridad de mi gobierno está detrás de él".
"Señor embajador, no he dicho que este joven miente. Dije que no puedo creerle", respondió el juez. "Hay una diferencia".
A medida que se acumulan innumerables pruebas sobre la persecución del PCCh a Falun Gong, incluida la sustracción forzada de órganos avalada por el Estado, muchos medios de comunicación internacionales y funcionarios gubernamentales han permanecido en silencio.
¿Veremos más señales con las palabras "Nunca más" o "Que nuestro destino te sirva de advertencia" en el futuro?
Solo el tiempo lo dirá.
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Categoría: Opinión y análisis