(Minghui.org) Logré superar una tribulación tras otra durante la persecución del Partido Comunista Chino (PCCh). Sé que sobreviví porque Shifu me protegió y me guía por los principios de Falun Dafa. También sentí que estas experiencias eran oportunidades para eliminar mi resentimiento y cultivar mi compasión. Al recordar esos momentos, me conmueve profundamente la grandeza de Shifu y de Falun Dafa. No hay palabras para expresar mi gratitud.

Me gustaría compartir el proceso mediante el cual pasé de guardar resentimiento hacia quienes cometieron actos malvados contra Dafa a ayudarlos desinteresadamente.

Descubriendo Dafa

Tenía 18 años en 1997. Justo antes de presentar el examen de ingreso a la universidad, tuve la fortuna de conocer Falun Dafa. Me sentí como un niño perdido que por fin había encontrado el camino a casa. La emoción era tan intensa que a menudo saltaba de alegría al caminar. Al estudiar el Fa y practicar los ejercicios de Falun Dafa, mi mente se abrió rápidamente y comencé mi vida universitaria sin problemas. Eso fue hace 28 años, pero la alegría que sentí al comenzar a practicar Dafa permanece grabada profundamente en mi corazón y jamás se desvanecerá.

Aun siendo joven, antes de empezar a practicar, a menudo sentía un vacío inexplicable. No sabía de dónde venía hacia donde me dirigía. Me preguntaba cuál era el verdadero sentido de la vida. Busqué en libros de texto, pregunté a todos los profesores, practiqué varios tipos de qigong e incluso me bauticé en una iglesia cristiana. Sin embargo, nadie pudo responder a mis preguntas. Falun Dafa iluminó mi corazón. Me reveló que el verdadero propósito de la vida es regresar al ser original y verdadero. Me llené de confianza y esperanza en la vida y en el futuro.

Falun Dafa es perseguido

En 1999, Jiang Zemin, entonces líder del PCCh, lanzó una represión sin fundamento y sin precedentes contra Falun Dafa. Yo aún estudiaba en la universidad. Habiendo crecido en un ambiente de elogios, rara vez había experimentado dificultades. Ante esta presión repentina y abrumadora del PCCh, mantuve la calma, porque los profundos principios de Dafa ya estaban arraigados en mi corazón. Ninguna fuerza externa podría cambiar mi fe en la verdad del universo.

Sin embargo, por el simple hecho de seguir practicando Falun Dafa, mi vida dio un giro total. Perdí un trabajo prometedor y nunca tuve la oportunidad de formar una familia. En cambio, soporté años de adversidades y pasé incontables días solo y bajo presión mientras mantenía un centro de producción. Vivía bajo la constante amenaza de ser arrestado y encarcelado. Pero gracias a que leía el Fa a diario, a que Shifu me daba fuerzas y a que participaba ayudándolo en la rectificación del Fa, me sentía feliz y pleno.

Siempre que veía noticias sobre la cruel persecución que sufrían otros practicantes, sentía un profundo resentimiento hacia quienes participaban en ella. Aunque Shifu nos enseñó repetidamente que quienes persiguen a los practicantes de Dafa son las verdaderas víctimas y a quienes debemos salvar, seguía luchando internamente. Nunca dudé de las enseñanzas de Shifu, pero mis emociones y apegos humanos, junto con mis ideas preconcebidas sobre el bien y el mal, me impedían superar mi resentimiento. Estos pensamientos se convirtieron en ideas arraigadas difíciles de erradicar.

Fui encarcelado y sometido a prolongadas torturas físicas, lavado de cerebro y tormento emocional. Fue un ataque total, absoluto e implacable, cuyo objetivo era destruir mi fe. Durante un mes, me sacaban constantemente y me interrogaban. Fui condenado ilegalmente a una larga pena de prisión e ingresado en una de las cárceles más crueles de China. Estuve en contacto cercano y continuo con las diversas personas involucradas en la persecución, y fui testigo directo de su desvergüenza y comportamiento despreciable. Sentí repugnancia y desprecio por ellos, y los vi como payasos ridículos. Con una mente tan impura, me fue imposible desarrollar una verdadera compasión, y precisamente por eso, sufrí enormemente durante toda la larga penalidad.

Los principios de Dafa me guiaron durante mi encarcelamiento.

Seguí mirando dentro de mi según las enseñanzas de Dafa. Durante toda la dura experiencia, jamás perdí mi fe en Dafa. Al contrario, pude ver con mayor claridad la maldad del PCCh. Aprendí a medir las cosas con los principios de Dafa y poco a poco comprendí que no eran estas personas quienes querían perseguirme, sino que estaban siendo controladas por los elementos malignos que las manipulaban. Gradualmente, mi resentimiento hacia ellas disminuyó, pero aún no lograba sentir verdadera compasión.

Durante aquellos largos años de encarcelamiento en esa oscura guarida de maldad, a menudo me preguntaba cómo diferenciar el bien del mal según los principios de Dafa y cómo ver la verdadera naturaleza de quienes participaban en la persecución. Muchos de ellos eran más despreciables de lo imaginable, y el ambiente era tan perverso que nadie ajeno a él podía comprenderlo. Guiado por Shifu y Dafa, poco a poco aprendí a distinguir entre las personas y las fuerzas malignas que las impulsaban. Como resultado, les fui temiendo cada vez menos, y finalmente, ellos comenzaron a temerme y no se atrevieron a perseguirme más.

Cuando finalmente terminaron los años de injusto encarcelamiento y regresé a casa, estaba físicamente fuerte, mi ánimo era alto, mi cabello era brillante y negro, y mi rostro resplandecía de salud. Cuando vi a mis padres envejecidos, casi sentí como si acabara de regresar a casa después de un viaje.

Continuar con reflexión e iluminación

Tras un tiempo en casa, comencé a reflexionar. Habiendo soportado una persecución tan severa, considerada una inmensa tribulación según los estándares comunes, seguía siendo yo mismo. Me mantuve aún más firme en mi práctica de cultivación y comprendí con mayor claridad la verdadera naturaleza del mal. ¿Acaso el mal consiguió lo que quería? No. ¿Qué perdí? Las comodidades de la vida mundana. Pero no vine a este mundo a buscarlas. Gracias a las enseñanzas de Shifu, comprendí aún más claramente que, sin importar lo que suframos, lo que finalmente obtenemos es lo mejor.

Pensé en quienes participaron en la persecución. Habían perdido su verdadera esencia y las viejas fuerzas los manipulaban para dañar a los practicantes. Les espera un destino terrible y son dignos de lástima. Sufren finales tan trágicos por haberme perseguido, y sabía que esto se debía a que tenían algún vínculo de yeli conmigo. En ese sentido, ¿no debería preocuparme por su futuro eterno?

Comencé a recordar todo lo que había soportado. Anoté cada detalle, organizándolo cuidadosamente sin dejarme llevar por las emociones. Durante este proceso, reconocí muchas de mis deficiencias y mi compasión creció. Al terminar, un compañero practicante me preguntó: "¿No temes que el PCCh tome represalias contra ti por escribir esto?". Respondí con calma: "Todo lo que escribí es cierto. Incluso si esas mismas personas estuvieran hoy frente a mí, lo diría todo".

Al escribir mi artículo, también busqué exponer los métodos perversos de los malhechores, para que pudieran ver por sí mismos las atrocidades que habían cometido. Quería ayudar a más personas con vínculos predestinados a comprender la verdadera naturaleza del PCCh y ayudar a mis compañeros practicantes a fortalecer sus convicciones y su fe en Dafa.

A medida que continuaba mirando hacia adentro, llegué a comprender, según mi nivel de cultivación, lo que Shifu dijo:

“La mitad es correcta, porque no los reconozco a ellos. Pero sabía que harían las cosas de esta forma, así que no tuve otra alternativa que seguir sus estratagemas y voltearlas en contra de ellos. Esa es la situación” (Exponiendo el Fa durante el Festival de la Linterna, 2003).

Me di cuenta de que Shifu lo había arreglado todo de la mejor manera posible para que, a través de una cultivación genuina, los practicantes pudieran eliminar sus apegos y cultivar la compasión.

¡Gracias, Shifu!