(Minghui.org) ¡Saludos, venerado Shifu! ¡Saludos, compañeros practicantes!

Escribir sobre mis experiencias me llevó a un gran avance

Llevaba 13 años practicando Falun Dafa antes del Fahui de Australia de 2008, pero nunca escribí un artículo sobre mi experiencia de cultivación. Tras una actividad, un practicante veterano al que conocía bien me dijo: «Has pasado por mucho en tu cultivación y has hecho muchas cosas. Deberías escribir sobre tus experiencias».

Le respondí: “Nunca he escrito uno y no sé cómo”. Amablemente se ofreció a ayudarme y acepté.

Sin embargo, en ese momento no reconocí la mentalidad de complacencia que había detrás de mi reacción. Pensaba que, como siempre había sido activo y capaz en diferentes proyectos, ya lo estaba haciendo bien, por lo que realmente no importaba si escribía algo o no. Incluso me sentí complacido de que alguien se hubiera fijado en mis esfuerzos y estuviera dispuesto a escribir sobre mí, asumiendo que el artículo seguramente me elogiaría.

Por teléfono, le describí mis experiencias de cultivación al practicante que me ayudaba. Le comenté que, como coordinador en un proyecto, recientemente había tenido serios conflictos con otros coordinadores. Aunque exteriormente hablaba de mirar hacia dentro, no me daba cuenta de que todavía había un tono de queja en mis palabras, e incluso un deseo de presumir.

Durante una etapa difícil de ese proyecto, llamé a una practicante veterana con la que tenía una buena relación, buscando ánimo. Le conté los retos a las que me enfrentaba y lo difícil que era que me comprendieran. Inesperadamente, me dijo sin rodeos: «Solo buscas fama y beneficio.» Me quedé sorprendido. La había llamado buscando consuelo y apoyo, pero ella me hizo notar mi apego. 

Comencé a mirar para dentro seriamente sobre si realmente anhelaba la fama y el beneficio. ¿Por qué mis conflictos con mis compañeros coordinadores se habían prolongado tanto? ¿Por qué no podíamos cooperar armoniosamente? Aunque reconocía mi competitividad, no lograba desprenderme de ella y a menudo me sentía incómodo. Su respuesta sincera me impactó profundamente, haciéndome comprender que mi anhelo de fama y beneficio debía de ser bastante evidente, visible para los demás incluso cuando yo no lo admitía.

Le conté este incidente a la practicante que me ayudaba a redactar el texto, pero aún no había superado mis resentimientos. Ahora, en retrospectiva, me doy cuenta de que todo mi relato estaba impregnado de afán de protagonismo. Pensaba que, tras tantos años de experiencia, tantos logros y mi labor como coordinador en varios proyectos, era bastante capaz. Quería desahogar mis frustraciones para que los demás comprendieran las dificultades que afrontaba en mi trabajo de coordinación. Unos días después, esa practicante me envió el primer borrador. Al leerlo, me quedé asombrado. Todo el texto estaba escrito desde una perspectiva de mirar hacia adentro. No incluía las partes que mostraban mis logros ni expresaban mis frustraciones.

En cambio, citaba las enseñanzas de Shifu sobre la cultivación del corazón. Al estudiar detenidamente el borrador y medirlo con el Fa, comencé a recordar mis pensamientos y sentimientos durante aquella conversación, y de repente vi mis muchos apegos. Uno de ellos era un fuerte deseo de presumir. Me veía a mí mismo como el coordinador principal, creyendo que mis entendimientos tenían más peso y que no necesitaba considerar los sentimientos de los demás. También me di cuenta de que menospreciaba a un practicante que nos apoyaba con sus habilidades técnicas, aunque no se lo hubiera expresado verbalmente.

Mientras continuaba escribiendo mi testimonio, una a una, escenas del pasado resurgieron: todas las veces en que la cooperación con otros coordinadores no había sido fluida. Al medirme con el Fa, pude ver claramente la inestabilidad y la negatividad en mi interior. Estos estados negativos, sin duda, habían afectado la coordinación y el desarrollo de nuestros proyectos. La mentalidad del cultivador es crucial; cuando creía tener siempre la razón y culpaba a los demás por no comprenderme, esos apegos creaban interferencias. Durante el mes en que me dediqué a escribir este intercambio, me miré hacia adentro repetidamente sobre mis experiencias. A través de este proceso, comprendí gradualmente que la clave para una mejora genuina en la cultivación de mirar hacia adentro incondicionalmente.

Sabía perfectamente que la practicante que me ayudaba solo podía ver mi lado positivo y virtuoso. Pero para mí, escribir esa primera reflexión supuso un gran avance en mi comprensión de los principios del Fa. Fue un punto de inflexión crucial tras trece años de práctica. Comprendí verdaderamente el principio de mirar hacia adentro y dejé atrás mucho resentimiento e impaciencia. Empecé a considerar las cosas desde la perspectiva de los demás, volviéndome más tolerante y comprensivo. Poco a poco, me resultó más fácil evitar las discusiones.

Cuando surgían opiniones distintas, simplemente expresaba mis pensamientos con claridad una sola vez, sin insistir en que los demás los aceptaran. Si alguien no estaba de acuerdo, ya no sentía la necesidad de discutir ni defenderme. En momentos de calma, lograba mantenerme impasible, libre de ansiedad y de darle vueltas a las cosas. Todos estos cambios se produjeron gracias a que esa practicante me ayudó a escribir sobre ello. Me recordó que no debía descuidar el escribir sobre mis experiencias de cultivación.

Mirando atrás, a pesar de haberme cultivado durante trece años, aún no había comprendido del todo ni siquiera el principio más básico de mirar hacia adentro. Avancé a tientas sin asumir la plena responsabilidad de mi propia cultivación y, al hacerlo, no estuve a la altura de la importante labor de clarificación de la verdad que se me había encomendado. Si hubiera tomado en serio antes la redacción de artículos compartidos habría podido cooperar mucho mejor con mis compañeros practicantes y habríamos evitado fricciones innecesarias, lo que habría permitido que nuestros proyectos de clarificación de la verdad lograran resultados aún mayores. 

Al principio, solía preocuparme que escribir sobre experiencias específicas pudiera afectar negativamente a los compañeros practicantes involucrados. Pero durante ese primer proceso de escribir, esa preocupación también se desvaneció. 

Según el Fa, debo mirar incondicionalmente dentro de mí y entonces podré encontrar mis propias deficiencias, ya sea el apego a mis propios entendimientos, hablar con dureza o albergar resentimiento y desprecio a pesar de la calma exterior. La verdadera mejora en la cultivación solo proviene del cambio del corazón. A partir de entonces, dejé de lado mi miedo a que escribir y compartir pudiera ofender a otros. 

Una mejor comprensión del Fa

Al escribir sobre mis experiencias y medirlas con el Fa, me resultó fácil identificar mis apegos. Incluso cuando aparentaba calma y amabilidad, la escritura revelaba mi sutil y profunda insatisfacción. Podía ver mi resistencia interna, mis resentimientos susurrados sobre los demás y mis intentos de justificarme. Estas reflexiones me hicieron comprender que, sin abordar estos pensamientos internos, cualquier aparente «paciencia» es solo superficial.

En una ocasión escribí sobre experiencias de cultivación en mi familia y entre amigos. Al medir estas situaciones con el Fa, descubrí mi arrogancia y orgullo, que a menudo iban acompañados de fuertes emociones negativas. Al escribir sobre ello, pude mirarme en profundidad y encontrar la raíz de mis apegos. También aprendí del Fa los principios correctos para dejar ir.

Por ejemplo, mi esposa le compró un instrumento musical caro a nuestro hijo. Me pareció innecesario, ya que no podría usarlo hasta dentro de al menos cinco años. Intenté disuadirla, pero lo hizo de todos modos. Me enfadé muchísimo y la frustración me abrumó. Intenté superarlo, pero no pude. Incluso me quejé con mi esposa, calculando cuánto interés se podría haber ahorrado o ganado en cinco años, pensando que estaba siendo irresponsable. Mi esposa me dijo: «Solo te fijas en una cantidad pequeña de dinero. ¿Cómo sabes cuánto costarán las cosas dentro de cinco años?» Tenía razón. Ahora, con la perspectiva del tiempo, veo cómo la inflación le ha dado la razón.

Cuando escribí sobre este incidente, mire para adentro profundamente: ¿Por qué me permití sentirme mal por algo que no le hizo daño a nadie? La raíz de este apego radicaba en mi crianza: al ser el menor de la familia, mis hermanos solían consentirme demasiado, y desarrollé un carácter engreído y dominante. Sin embargo, la intención de mi esposa era pura y considerada; simplemente quería prepararnos con anticipación para el entorno de crianza de nuestro hijo.

Había estudiado las enseñanzas de Shifu muchas veces, pero cuando surgían pruebas repentinas de mi paciencia —sobre todo conflictos con familiares que también cultivaban—, por mantener la armonía, reprimía mis emociones. Aparentemente, lo soportaba bien, pero por dentro, a menudo sufría. No podía analizar el asunto con base al Fa; solo era una resistencia forzada, e incluso yo a veces creía que lo estaba haciendo bien. Al compartir por escrito mis experiencias de cultivación con familiares y amigos, aprendí a comprender verdaderamente el principio de la paciencia. Me di cuenta de que no se trata solo de soportar conflictos pasados o recordar incidentes que creía haber «manejado bien» a lo largo de los años. La verdadera paciencia es calma, ausencia de resentimiento y no aferrarse a viejos rencores.

Por muy irracionales que parezcan los demás, comprendí que todos los conflictos son arreglados por Shifu para ayudarnos a eliminar los apegos y mejorar nuestro xinxing. Los miembros de mi familia y quienes me rodean son elementos esenciales en mi entorno de cultivación, pues me ayudan a refinar mi corazón y completar mi práctica. Cuando realmente miré en mi interior y cambié mi mentalidad, les estuve sinceramente agradecido.

Tras escribir esta experiencia, el ambiente en mi hogar se fue armonizando gradualmente. La crianza de mi hijo también se estabilizó y mi relación con mi esposa mejoró. Incluso los familiares en China, que alguna vez fueron engañados por el Partido Comunista Chino, comenzaron a cambiar. Antes, las llamadas a mi familia solían ser desagradables; me criticaban, diciendo cosas como: "¿Por qué sigues creyendo en eso?". Después de que mi corazón se ablandó, sus actitudes también cambiaron. Ahora, cuando llamo, me saludan con calidez. Incluso me animan y me apoyan cuando se enteran de mis proyectos de esclarecimiento de la verdad. Nuestra relación se volvió no solo armoniosa, sino también de apoyo mutuo. Incluso económicamente, cuando tuve dificultades, se ofrecieron a ayudarme. Comprendí claramente que todo esto era un arreglo compasivo de Shifu.

Aprendí a ver la bondad en los demás. Incluso la gente común es extraordinaria, y si se les aclara la verdad, pueden llegar a alcanzar la iluminación. Antes, me resultaba imposible superar mis fuertes preferencias y antipatías hacia ciertas personas, debido a la influencia de mi larga exposición a la cultura del Partido Comunista. Ahora siento compasión y mis actitudes arraigadas han ido cambiando gradualmente. Me siento ligero, pienso con claridad y mi labor de esclarecimiento de la verdad se volvió más eficaz.

Escribir sobre mi cultivación me ayuda a cultivarme como lo hacía cuando empecé

La cultivación personal nunca ha sido un camino fácil. Antes de empezar a compartir mis experiencias por escrito, a menudo evitaba enfrentarme a los conflictos o a mis apegos. Simplemente me negaba a pensar en ellos. Me parecía demasiado difícil, o tomaba atajos para sortear los problemas. Esta actitud me llevaba fácilmente al agotamiento, la negligencia y el deseo de abandonar mi proceso de cultivación. Al escribir sobre mis experiencias de cultivación, he podido ver y afrontar mis apegos con regularidad. Esto me ayuda a progresar de forma constante en mi camino de cultivación. Ahora entiendo que la cultivación personal implica afrontar numerosos desafíos de diversa intensidad, todos los cuales debemos comprender y superar mirando verdaderamente hacia nuestro interior.

Mientras esté dispuesto a afrontar estos desafíos, Shifu me ayuda a superarlos y a mejorar. Por lo tanto, escribir compartidos es una forma excelente de refinar y corregir continuamente la cultivación de uno. Me he dado cuenta de que escribir una experiencia de cultivación una vez al año es extremadamente necesario. Además, el proceso de escribir deja una impresión duradera. Requiere tiempo y esfuerzo, y naturalmente sirve como un recordatorio en los años venideros para cultivar diligentemente. 

También entiendo que el estudio grupal del Fa, la práctica conjunta de los ejercicios y las conferencias sobre el Fa son las formas básicas de nuestra cultivación.

Las conferencias de Fa no se limitan a escuchar las experiencias de los demás. Cada practicante debe contribuir al evento, ayudando a que alcance su máximo potencial. Si bien escribir sobre nuestras experiencias puede ser dificil, sobrellevar las tribulaciones también forma parte del desarrollo personal y resulta sumamente beneficioso. Además, la escritura mejora la capacidad de describir las propias experiencias con claridad.

Mirando hacia adentro sobre mis experiencias pasadas escribiendo, he aprendido que cada vez que escribo un intercambio, mi comprensión del Fa se profundiza, y eso me ayuda a abordar la cultivación con más seriedad y evita que me vuelva perezoso. Mantener una actitud activa al escribir sobre mis experiencias también me permite sentir la guía compasiva de Shifu y enriquece mi práctica. Obtengo claridad sobre los principios del Fa de forma rápida y eficaz. Ahora me propuse escribir sobre mi práctica cada año. No lo hago para tener la oportunidad de hablar en público, sino para asumir la responsabilidad de mi propia práctica.

Estas son algunas experiencias y reflexiones que he tenido en mi etapa actual de cultivación. Si algo no esté en consonancia con las enseñanzas del Fa, por favor, corríjanme.

¡Gracias, Shifu! ¡Gracias, compañeros practicantes!

(Artículo seleccionado presentado en el Fahui de Australia 2025)