(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en mayo de 1996 y ahora tengo 73 años. Durante los 29 años que he practicado, nuestro compasivo Shifu me cuidó y me fortaleció cuando enfrenté tribulaciones y pruebas.

Al medirme con practicantes avanzados, sé que estoy muy por detrás. Decidí escribir sobre mis experiencias porque solo quiero decirles a otros practicantes que no teman cuando enfrenten persecución. Simplemente hagan lo que Shifu pidió: resistan la persecución y no cooperen con los arreglos de las viejas fuerzas.

(Continuación de Parte 1 )

Un día, otra practicante y yo estábamos pegando carteles para informar a la gente sobre la verdad acerca de la persecución. Nos topamos con un grupo de policías de nuestra región. No sabíamos que eran policías, así que seguimos pegando carteles. Nos arrestaron. Los agentes intentaron meterme a la fuerza en el coche patrulla. Me negué a subir. En vez de eso, me senté y medité. La practicante me pidió que no lo hiciera. Quería decir que no daba buena imagen.

No me preocupaba que me observaran porque no estaba haciendo nada malo. No cooperé con los policías ni en la comisaría ni en el centro clandestino de detención. La practicante dijo que parecía un héroe (lo dijo como una crítica) Le respondí: «Soy un héroe para la gente común. Desde la perspectiva del Fa, no he cooperado con las exigencias de la policía. Pertenezco a Dafa. No cometí ningún delito. ¿Por qué debería cooperar con ellos? Lo que hago se llama no cooperación».

Esta practicante fue trasladada posteriormente a otra habitación. Unos días después, la asignaron a trabajo forzado: empaquetar palillos chinos. Otras personas me comentaron que lo hacía bien. Cuando la vi, efectivamente estaba empaquetando palillos. Me pregunté qué debía hacer. La habían enviado a otra zona, así que no tenía con quién hablar si me encontraba con algo. Me sentía un poco sola, pero tenía que valerme por mí misma. Varios días después, me ordenaron empaquetar palillos. Me felicitaron por mi buen trabajo. En realidad, era muy lenta. Solo querían que trabajara.

Me niego a seguir con la persecución.

Me di cuenta de que no podía enviar pensamientos rectos si seguía trabajando allí. Les dije que no podía trabajar allí porque no me sentía bien y tenía que volver a la celda. Sabía que, como practicante, lo único que debía hacer era enviar pensamientos rectos, memorizar el Fa y esclarecer la verdad sobre la persecución.

Unos días más tarde me interrogaron y me sentaron en una silla de castigo. Pensé que, como practicante de Falun Dafa, no debía estar ahí. Me escabullí por la rendija. La silla estaba diseñada para que nadie pudiera salir, pero milagrosamente lo logré. Se rieron al verme y no me volvieron a sentar. Cuando me regañaron, les aclaré la verdad. Después me di cuenta de que debía gritar: «¡Falun Dafa es bueno!» de camino a la celda. Al llegar a la celda del segundo piso, grité «¡Falun Dafa es bueno!» a través de la ventana, hacia los de abajo. Hice una pausa cuando me cansé y luego seguí gritando. Todos en la planta baja y en el segundo piso me oyeron. Nadie me detuvo.

Tras mi liberación, aclaré la verdad a un hombre que dijo conocerme. Le pregunté dónde nos habíamos conocido. Me dijo: "¿Recuerdas que gritaste 'Falun Dafa es bueno' en el centro clandestino de detención?".

Una noche, en el centro clandestino de detención, los oficiales intentaron llevarme a un examen médico. Me negué a cooperar y dije que no tenía ninguna enfermedad. Sabía que Shifu intentaba ayudarme, y todos mis pensamientos debían estar en sintonía con el Fa. No debía tener pensamientos humanos. Todos mis pensamientos debían estar enfocados en ayudar a Shifu a rectificar el Fa y salvar a la gente. Todos mis pensamientos debían estar en armonía con el Fa.

Intentaron obligarme a someterme a un examen físico. Me negué. Si mi pensamiento no estaba en consonancia con el Fa y pensaba que podrían liberarme, eso me traería problemas. La guardia me arrastró. Me resistí. Me arrastró varias veces y me dijo: «señora, vamos. Le haremos un chequeo físico.» Le dije: «No tengo ninguna enfermedad, así que no es necesario. Practico Falun Dafa y gozo de buena salud. No necesito ningún chequeo. No quiero molestarlas».

La guardia trajo a dos guardias más y me arrastraron a la fuerza. Me resistí, pero no pude. El médico me examinó y todo estaba normal. La guardia dijo: «Mírenla. Está perfectamente. Tiene mejor salud que nosotros». De regreso, la guardia recibió una llamada y le ordenaron ir a Tangshan al día siguiente. Comprendí que me enviarían al Campo de Trabajo Forzado de Tangshan al día siguiente. Envié pensamientos rectos toda la noche.

Eliminar mi apego a la familia

En aquel entonces, yo era el principal sustento económico de mi familia. Sentía que mi familia se derrumbaría si yo no estuviera. Me entristecía pensar en mis dos hijos y en mi esposo, cuya salud era delicada. Pensar en ellos me angustiaba. Una reclusa, que tenía buena relación con la guardia, intentó convencerla para que la liberara antes de tiempo. Cuando hablé con la guardia, ella se negó a escucharme. Comprendí que no debía seguir el ejemplo de la gente común. Shifu está al mando. Debo enviar pensamientos rectos y seguir mi camino de cultivación con rectitud, y entonces Shifu podrá ayudarme. Si no seguía mi camino correctamente, estaría en problemas. Debo desprenderme de mi corazón humano.

No dormí nada esa noche. Si no tuviera familia, no tendría preocupaciones. Pero como no podía dejar de preocuparme por mi familia, no podía relajarme. Al día siguiente me enviaron a Tangshan. Pensé en mi madre. Mientras vivía, se preocupaba constantemente por unos y otros. Después de su muerte, todos vivieron bien. Me recordé a mí misma que no debía preocuparme por unos y otros, porque eso afectaría mi capacidad para cumplir con mis responsabilidades como practicante; cada uno tiene su propia vida. Reforcé mis pensamientos rectos. Cualquiera de mis familiares podía irse y los demás seguirían viviendo bien. Era absolutamente imposible que renunciara a Falun Dafa. Nadie podía hacerme nada.

Le pedí al Shifu que me fortaleciera y le dije: «Shifu, por favor, fortalézcame. Lo seguiré hasta el final. Solo avanzaré, nunca retrocederé. Sin duda, ayudaré a Shifu a rectificar el Fa y a salvar a todos los seres conscientes, y jamás le faltaré el respeto. Seré una practicante cualificada de Falun Dafa y me comportaré de acuerdo con los principios del Fa, para que Shifu no tenga que preocuparse por mí. Shifu, por favor, fortalézcame. Sin duda lo haré bien, y soy capaz de hacerlo bien, para que Shifu tenga menos preocupaciones y sea feliz». Finalmente, pude desprenderme de mi apego a mi familia.

En el coche, la guardia dijo: «señora, por favor, cuéntenos sobre Falun Dafa. Me gusta escucharla». No dije nada. Estuve todo el día concentrada en pensamientos rectos. Nadie podía hacerme cambiar de opinión. Estaba decidida a seguir las instrucciones de Shifu.

Antes de salir del centro de detención, una reclusa me dijo: «Por favor, di rápido que renuncias a Falun Dafa. Solo dilo. No importa. Si te envían a Tangshan, te golpearán hasta que te desmayes. Si no comes, te alimentarán a la fuerza y te torturarán hasta que te rindas. Te devolverán al centro de detención en tres días.» Me amenazaron. Pero yo estaba decidida: «No tengo miedo. Soy practicante de Falun Dafa. El mal no puede tocarme». Envié pensamientos rectos para eliminar la interferencia.

Llevaba un abrigo de invierno cuando me arrestaron. Era primavera cuando llegué a Tangshan. Tenía mucho calor y me sentía incómoda. Intentaron sacarme a rastras del coche a la fuerza. Me negué a cooperar. Me arrastraron hasta una losa de piedra que estaba a la sombra. Allí hacía frío, así que me sentí mejor. Querían hacerme un examen físico. Me negué a levantarme. No hice lo que me ordenaron. Cuando me revisaron después, descubrieron que tenía muchas enfermedades. El guardia me dijo: "¿Cómo es que ayer no tenías ninguna enfermedad y hoy tienes tantas?". Tenía un problema cardíaco y otros problemas, así que no me aceptaron en el campo de trabajo forzado. Me enviaron de vuelta al centro de detención. Me quedé en el coche patrulla y me negué a salir. Mis familiares y practicantes vinieron a buscarme y me fui a casa.

Continúo cumpliendo con mis responsabilidades.

Los practicantes de Falun Dafa deben tener pensamientos y acciones rectas. Debemos superar la prueba de vida y muerte y no cooperar con las exigencias, órdenes o instrucciones del mal. Si somos capaces de hacerlo, Shifu podrá ayudarnos. ¿Cómo podrá ayudarnos si cooperamos con el mal?

Cuando me trajeron de vuelta de Tangshan, el policía me entregó un documento de libertad bajo fianza. Lo rompí y no lo acepté. Me dijeron que, si me arrestaban de nuevo, me enviarían directamente a la Prisión de Shijiazhuang. Tras mi liberación, me quedé en casa estudiando el Fa durante siete días. Después salí a aclarar la verdad a la gente junto con otros practicantes.

Nos denunciaron de nuevo a la policía. Se llevaron al otro practicante, pero a mí no. Al llegar a casa, mi esposo me preguntó qué pasaba. Le pregunté a qué se refería. Me dijo que la policía lo había llamado. Nos reímos los dos.

Algunos practicantes sintieron la presión tras ser puestos en libertad bajo fianza a la espera de juicio. Les dije: «No tengan miedo. Lo usan para intimidarlos. Debemos mantener pensamientos rectos y hacer lo que debemos. Shifu tiene la última palabra. Si tenemos pensamientos rectos y nos desprendemos de nuestros apegos, Shifu puede ayudarnos. El mal no es nada. La policía no me tocó ni vino a verme. No hay nada de qué preocuparse. Shifu tiene la última palabra en todo. Solo creemos en Shifu».

Hace dos años, durante el Año Nuevo Chino, salí a aclarar la verdad con un joven practicante. Me acerqué a un conductor para hablarle de la verdad y le dije: «Joven, le estoy dando una memoria USB con información sobre cómo mantenerse a salvo.» «Ah, usted practica Falun Dafa», dijo, y me agarró. Le pregunté: «¿Por qué no escucha las buenas nuevas? ¿Por qué me agarró?». Se negó a escucharme, sin importar cuántas veces le explicara la verdad. Empezó a hacer llamadas para denunciarme.

Parecía que la policía no quería salir durante el Año Nuevo Chino. Esperó más de media hora. Se sintió un poco arrepentido y se ofreció a llamarme un taxi. Le dije: «No hace falta que llame un taxi. Por favor, déjeme ir. Puedo irme a casa sola». Continué: «Está haciendo algo malo si me denuncia. Ya ve, hay tantas calamidades ahora. Le aclaro la verdad para que esté a salvo». No me escuchó y dijo: «¿Todavía se atreve a decir eso? ¿Se atreve a actuar contra el Partido Comunista Chino (PCCh)...?». Dijo que era militar. Le dije: «Usted es militar y no puede escuchar la verdad. Por favor, escuche la verdad y entienda lo que le he dicho». No importaba lo que dijera, se negó a dejarme ir.

Llegó el coche patrulla. Me acerqué a la comisaría con la memoria USB en la mano. Les dije: «Siento haberles causado molestias durante el Año Nuevo Chino. Ya que están aquí, quiero contarles algo bueno. El PCCh nos persigue y les ordena cometer crímenes contra Falun Dafa. Esta memoria USB puede salvarlos. Por favor, llévensela a casa y escúchenla». El policía a cargo la aceptó. También accedió a renunciar al PCCh. Los demás policías no me hicieron caso al principio. Continué explicándoles la verdad. Finalmente, ambos accedieron a renunciar al PCCh.

El joven militar no se fue y escuchó nuestra conversación. Le dije: «Joven, no te guardo rencor, aunque me hayas denunciado. Me doy cuenta de que no sabes la verdad. Espero que estés a salvo. Si otros practicantes te aclaran la verdad en el futuro, por favor, retírate del PCCh y sus organizaciones afiliadas, y recuerda que Falun Dafa es bueno para que estés a salvo cuando lleguen los desastres. Falun Dafa es la ley de Buda». La policía le pidió al joven que se fuera y luego me dejaron ir a casa. Les dije: «Me alegro por ustedes porque se han salvado. Mi salida de hoy no fue en vano». Me fui. Al darme la vuelta, vi que su coche me seguía. Les saludé con la mano y me despedí. Al rato, me volví y vi que seguían siguiéndome. Sentí que algo andaba mal.

Regresé con ellos y les dije: «Jóvenes, los ayudé a abandonar el PCCh. Por favor, vean las historias en la memoria USB. Se salvarán. No serán eliminados cuando llegue la gran catástrofe. Si continúan siguiéndome, todavía no comprenden la verdad. Si hacen algo en mi contra, cometerán graves crímenes. Estoy ayudando a mi Shifu a salvar a la gente. Si interfieren, ¿podrán soportar las consecuencias? Por favor, no me sigan. Solo quiero que estén a salvo y sean felices». Dejaron de seguirme.

Cuando hablo con la gente, los llamo hermano mayor, hermano menor o hermana menor, etc., y les digo que tengo buenas noticias que compartir con ellos. Luego les aclaro la verdad. Tres veces la policía no me tocó. Me arrestaron y detuvieron nueve veces. Como mantuve pensamientos rectos, me liberaron. Aclaré la verdad a la policía más de treinta veces. No recuerdo cuántas veces estuve en situaciones difíciles en los últimos veinte años, pero como actué según las enseñanzas de Shifu y el Fa, me protegieron.

Superar el yeli de enfermedad con pensamientos rectos

Salí a aclarar la verdad y no regresé a casa hasta las 10 p. m. Al llegar, sentí dolor de estómago. Fui al baño y descubrí que estaba sangrando. Me pregunté si estaría demasiado cansada. Me di cuenta de que no era por eso, ya que soy practicante y no debería sentirme cansada. A medianoche, estaba sangrando con abundancia. El dolor era tan intenso que sentía como si estuviera dando a luz. No podía acostarme ni dormir. Envié pensamientos rectos para eliminar la interferencia que me impedía salvar a los seres conscientes. Pude sentarme un rato a las 4 y a las 5 de la madrugada. Por la mañana ya me encontraba bien.

Mi esposo entendió que no iría al médico. Pero mi hija estaba preocupada por mí. Lloraba y decía que temía que tuviera cáncer. Mi hermana también lloraba. Mi hija me decía: «Mamá, por favor, ve al médico para un chequeo. Ninguna de las dos nos hemos casado todavía. Si te pasa algo, ¿cómo podríamos vivir?». Me negué a ir al hospital para un chequeo.

Les pregunté cuánto dinero tenían, ya que querían que fuera al hospital. Sabía que no tenían, así que desistieron. Mi hija le pidió a la vecina que me cuidara por si me pasaba algo. Respecto al yeli de enfermedad, pienso que Shifu dijo que los practicantes no se enferman, y que Shifu está purificando nuestros cuerpos. Trabajé mucho como si no sintiera ninguna molestia. Cuando mi hija llegó a casa y le preguntó a la vecina, ella le dijo: «Tu madre está muy bien. Ha trabajado mucho mientras estabas fuera».

Sé que aún necesito desprenderme de muchos pensamientos y apegos humanos. Todavía conservo elementos de la cultura del PCCh. Necesito cultivar pensamientos rectos y corregirme en muchos aspectos para que los seres conscientes no cometan crímenes contra Falun Dafa debido a mis deficiencias en la práctica. Seguiré a Shifu atentamente, completaré mi misión como practicante durante el período de rectificación del Fa. Ayudaré a Shifu a rectificar el Fa, a salvar a los seres conscientes y a convertirme en una practicante cualificada de Falun Dafa.

¡Gracias, Shifu! ¡Gracias, compañeros practicantes!

(Envío seleccionado para el 22.º Fahui de China en Minghui.org)