(Minghui.org) En el transcurso de la vida humana, mi comprensión es que las diferentes etapas de la vida a menudo vienen acompañadas de diferentes tribulaciones que hay que superar en la cultivación. Para los practicantes de edad avanzada, tal vez sea el apego a la comodidad y a los nietos; para los practicantes de mediana edad, tal vez se trate de problemas en el lugar de trabajo o con sus cónyuges y familiares. Para los practicantes jóvenes, una de estas tribulaciones específicas de la edad es el apego a la lujuria y las relaciones románticas.
Durante muchos años, este apego supuso un gran obstáculo para mi propio avance en la cultivación. Cometí errores por su culpa y he hecho cosas de las que me arrepiento profundamente. Solo con la ayuda de otros practicantes, un estudio más intenso y constante del Fa, y la guía y compasión siempre presentes de Shifu, fui capaz de superar este apego.
Recientemente he oído que otros jóvenes practicantes están luchando con este apego e incluso se están metiendo en situaciones difíciles a causa de él. Me gustaría compartir algunas de mis comprensiones basadas en mis propias experiencias con la esperanza de que puedan ayudar a otras personas a evitar seguir el mismo camino que yo.
Mi malentendido de «Los jóvenes cultivadores deben formar familias»
Como muchos otros jóvenes practicantes, crecí leyendo Zhuan Falun. Sabía lo que Shifu decía en la Sexta Lección sobre la lujuria y los demonios, por lo que sabía que la lujuria era algo malo para los cultivadores. Al mismo tiempo, sentía que nunca podría conciliar esto adecuadamente con el hecho de que Shifu dijera:
“..nuestros jóvenes aún quieren formar una familia” (Sexta Lección, Zhuan Falun).
Durante mucho tiempo, justifiqué mi apego a la lujuria con el argumento de que «nuestros jóvenes aun quieren formar una familia». Pensaba erróneamente que, si quería formar una familia, no estaría mal pensar en salir con alguien o tener relaciones, o incluso considerar posibles parejas. ¿Cómo iba a formar una familia si no pensaba en todas esas cosas?
Esto se manifestó con especial intensidad cuando estaba en la secundaria y la universidad. Durante ese tiempo, en comparación con muchos de los adolescentes comunes que mantenían relaciones sexuales prematrimoniales, pensaba que yo seguía estando bien. Incluso pensaba que tal vez, si encontraba una pareja adecuada, solo sería cuestión de decirle que estaba esperando hasta el matrimonio. En realidad, mi forma de pensar ya se había desviado mucho del ámbito de un cultivador. Estaba obsesionada con mi apariencia y con cómo me veía el sexo opuesto; era extremadamente sensible incluso a las miradas casuales del sexo opuesto. A veces, incluso fantaseaba con compañeros de clase con los que nunca había hablado. Leía novelas románticas y escuchaba canciones de amor. Sentía que solo estaba haciendo lo mínimo para seguir siendo considerada una practicante.
Con la ayuda de practicantes más veteranos, finalmente me di cuenta de que mi comprensión de que «los jóvenes cultivadores deben formar familias» era incompleta. En Zhuan Falun, Shifu deja muy claro por qué los jóvenes practicantes deben formar familias.
En Exponiendo el Fa en el Fahui de Suiza, Shifu explica este punto con aún más detalle:
“Hemos dicho que debemos cultivarnos ajustándonos lo más posible a la gente común. Ahora hay decenas de millones de discípulos jóvenes que practican la cultivación, si ninguno de ellos se casa y tiene hijos, ¿acaso no sería eso una forma de dañar la sociedad humana común? Como mínimo, puedo decirte que no estarías ajustándote a la forma de la sociedad humana común en tu cultivación. No obstante, algunas personas dicen, “en esta vida, simplemente no quiero casarme. Ya lo he decidido”. No estoy en contra de eso tampoco, tú puedes cultivarte de esa manera. Con tal que esto no cause ninguna carga o conflicto adicional en tu vida o en la de otros, no haré nada sobre ello” (Exponiendo el Fa en el Fahui de Suiza).
Por lo tanto, no formamos familias para disfrutar de la experiencia humana, sino para no alterar las normas de la sociedad humana a medida que más y más personas cultivan Falun Dafa. De hecho, al igual que todo lo demás en nuestras vidas, ya sean los amigos que hacemos, los trabajos que tenemos o las dificultades que encontramos en la vida, formar una familia es simplemente otra vía para enfrentarnos a tribulaciones que nos ayudarán a mejorar nuestro xinxing. Nuestra vía de cultivación hace hincapié en cultivarnos directamente dentro del formato de una vida humana normal. En otras palabras, formar una familia (o no) es simplemente otra faceta del camino de cultivación que Shifu ya ha dispuesto para nosotros. Como tal, no es algo que debamos perseguir o a lo que debamos apegarnos demasiado.
Desde otro punto de vista, también entiendo que si formamos una familia y manejamos bien esas relaciones de acuerdo con los estándares del Fa, también puede ser una oportunidad para validar el Fa ante la gente común. Es una oportunidad para mostrar a la gente que los principios de Falun Dafa son realmente buenos y ayudan a las personas a vivir mejor, y pueden inspirar a la gente común a volver al camino de la rectitud y los valores tradicionales.
Después de llegar a estas conclusiones, finalmente pude luchar eficazmente contra el apego a la lujuria. Anteriormente, cuando me atormentaba y sabía que era malo, intentaba rechazarlo, pero no funcionaba. El apego utilizaba la excusa de que «los cultivadores jóvenes aún quieren formar una familia» para intentar proteger su existencia. Ahora, con su excusa eliminada gracias a una comprensión más completa del Fa, pude eliminar el apego a la lujuria con más confianza.
Aprendiendo a no dejarse llevar por fantasías
Aunque mis luchas con el apego a la lujuria mejoraron mucho después de comprender mejor el «aun quieren formar una familia», estaban lejos de haber terminado. Esto llegó a su punto álgido un verano, cuando hice unas prácticas en uno de nuestros proyectos de Dafa.
En ese momento, había decidido que si me casaba, solo consideraría a otros practicantes. Dio la casualidad de que había muchos otros practicantes jóvenes en este proyecto. Era la primera vez que me encontraba con tantos practicantes jóvenes en el mismo lugar y, naturalmente, en el transcurso del trabajo, tuve interacciones con practicantes del sexo opuesto.
Había un compañero en particular con el que trabajaba durante ese tiempo; a veces, teníamos que trabajar juntos uno a uno. En el proceso de trabajar juntos, me di cuenta de que teníamos rasgos de personalidad en común y veíamos las cosas de manera similar. Muchas veces se me pasó por la cabeza que tal vez esta era la persona que Shifu había dispuesto para ser mi otra mitad, y como pensaba que era una relación «permitida», comencé a dejar que mis viejos hábitos volvieran a aflorar. A menudo pensaba en él en mi tiempo libre y soñaba despierta con cómo sería si estuviéramos juntos. Cuanto más pensaba en ello, más me parecía que él también debía sentir lo mismo por mí. Incluso les dije a mis amigos no practicantes que intentaran confirmar que este compañero estaba interesado en mí, y cualquier comunicación por su parte era suficiente para ponerme nerviosa y emocionada.
Mantuvimos una relación laboral incluso después de mis prácticas y charlábamos a menudo, pero este compañero nunca respondía como yo esperaba. Me emocionaba y me decepcionaba; mis emociones estaban en constante cambio cuando se trataba de la relación ambigua que parecía que teníamos. Después de unos meses de esta confusión emocional, decidí contarle la situación a uno de nuestros amigos comunes, solo para descubrir que él había tenido novia todo ese tiempo.
Busqué en mi interior para encontrar dónde me había equivocado. Me di cuenta de que me había apegado demasiado a esta relación y no había abordado la situación de forma racional. Estuve atrapada en mis propias ilusiones e imaginación todo el tiempo, lo cual no era en absoluto el estado que debía tener una cultivadora.
Shifu nos dice:
“El yeli de pensamiento se manifiesta principalmente como si se dispararan bandadas de abanicos o uno se entregara a una imaginación salvaje, los cuales son todos apegos humanos. La mayor parte del tiempo, son pensamientos salvajes de querer obtener cosas para satisfacerse, cosas que uno desea pero que no puede alcanzar. Esta es la razón por la que se los llama “pensamientos excesivos”, pensamientos inútiles, fútiles. (Ríendose) Ese es el significado" (Exponiendo el Fa en el Fahui del Oeste de los Estados Unidos, 2004, Colección de Enseñanzas del Fa, Vol. V).
Más adelante en la misma enseñanza, Shifu se dirige a un estudiante que preguntó sobre el apego a la lujuria diciendo:
“Todos aquellos que no eliminan sus apegos y tratan de encontrar excusas, están simplemente engañándose a sí mismos. No he hecho ningún arreglo especial para ti”. (Exponiendo el Fa en el Fahui del Oeste de los Estados Unidos, 2004, Colección de Enseñanzas del Fa, Vol. V).
Era imposible que Shifu hubiera planeado que yo tomara el camino que aumenta estas fantasías y fomenta este yeli mental. Si hubiera abordado esta situación de forma racional, me habría dado cuenta y habría evitado hacer el ridículo. E incluso si esta persona y yo estuviéramos destinados a estar juntos, no puedo imaginar que las cosas hubieran salido bien si hubiera entrado en ello con esta mentalidad. Me di cuenta de que me había dejado llevar por este apego, precisamente porque había pensado que se trataba de una especie de «arreglo especial» que Shifu había hecho para mí, y esta era la razón por la que no podía eliminar el apego, aunque intuitivamente sentía que mi estado era incorrecto.
Esta vez, como tantas otras, tuve la oportunidad de volver a aprender una de las lecciones más básicas de mi cultivación: el mejor resultado siempre se obtiene cuando se escucha a Shifu.
Lo único que me salvó durante esta experiencia fue que nunca le dejé claros mis sentimientos a ese colega, y estoy agradecida de no haber perturbado el ambiente de cultivación y de trabajo en el proyecto de esa manera. Pero después de soportar este percance, me dije que realmente necesitaba descubrir qué significaba en la práctica enfrentar el qing (sentimientos) con una mente racional. No podía seguir estancada en el mismo nivel.
Siguiendo el camino de la cultura tradicional
Mi búsqueda de respuestas comenzó dentro del Fa. Empecé a prestar más atención a todos los lugares en los que Shifu había hablado sobre este apego. Me di cuenta de que, aunque Shifu no lo menciona mucho, cuando lo hace, es muy severo.
Por las enseñanzas de Shifu, sabía que teníamos que deshacernos del apego a la lujuria, pero al mismo tiempo no apegarnos a él si decidíamos formar una familia. Un practicante mayor con el que compartí me recomendó que leyera los artículos de Minghui sobre el tema de la lujuria y las relaciones para descubrir cómo otros practicantes encontraban el equilibrio entre estas dos cosas. Muchos de estos artículos eran muy reveladores. Recuerdo que un practicante mencionó que pensaba que debíamos tratar la situación tal y como Shifu nos dice que tratemos el tema de comer carne. Shifu dijo:
“…si se prepara en casa, la comes, y cuando no se prepara en casa, no la extrañas, pues ya no encuentras delicioso su sabor…” (Séptima Lección, Zhuan Falun).
Lo que también me ayudó mucho fueron los artículos en los que los practicantes veían manifestaciones de la lujuria en otras dimensiones: algunos veían serpientes que se enroscaban alrededor de los practicantes y les provocaban reacciones físicas; otros veían la sustancia de la atracción sexual aparecer como un polvo negro y rosa que los demonios lanzaban sobre los practicantes; otros veían a practicantes atados a instrumentos de tortura en otras dimensiones, y lo que ellos percibían como excitación física por la atracción era en realidad demonios infligiendo tortura. Otros practicantes compartieron historias de cultivadores del pasado y cómo fueron recompensados o castigados en función de su comportamiento frente a este apego. Estos artículos fueron muy valiosos para ayudarme a ver más allá de las nociones de la gente común y reconocer la lujuria como el apego y la carga que realmente era.
El mismo practicante mayor también me dijo que investigara la cultura tradicional china y cómo se abordaba la cuestión de las relaciones entre hombres y mujeres en la antigüedad. También encontré mucha inspiración en la sabiduría y las costumbres de los antiguos. En aquella sociedad, las relaciones entre hombres y mujeres y la formación de familias tenían normas estrictas que mitigaban la influencia del deseo y la lujuria, al tiempo que aumentaban la posibilidad de encontrar una pareja compatible. Por ejemplo, los hombres y las mujeres eran muy reservados entre sí, evitando los encuentros casuales a menos que existiera una relación familiar o comercial establecida. Había un decoro que dictaba cómo debían tratarse los hombres y las mujeres sin relación entre sí, lo que contrasta radicalmente con la sociedad actual, en la que los hombres y las mujeres se mezclan habitualmente y forman relaciones ambiguas.
A la hora de encontrar pareja, los antiguos hacían hincapié en seguir «los deseos de los padres y el consejo de los casamenteros» («父母之命,媒妁之言»). Esto era algo que ocurría de forma prácticamente automática una vez que el hombre o la mujer alcanzaban la mayoría de edad, y no era algo en lo que tuvieran que obsesionarse. Después de que los padres y el casamentero hubieran examinado al candidato en cuanto a su carácter, la compatibilidad en el entorno familiar y otros factores, se llevaba a cabo una serie de rituales para garantizar que ambas partes se comprometían y darles tiempo para renegar si fuera necesario.
En el volumen educativo de la dinastía Ming, Colección ampliada de dichos sabios (《增广贤文》), los niños aprenden que «De los diez mil males, el deseo es el principal; de las cien acciones, la piedad filial es la mejor». «万恶淫为首,百行孝当先。». A partir de esto, me di cuenta de que era una gran referencia sobre cómo equilibrar la relación entre formar una familia y controlar el deseo; el matrimonio y la familia eran solo una parte natural de la vida y no había que obsesionarse con ello, y lo mejor era tomar la decisión que fuera adecuada para mi familia y la comunidad que me rodeaba en su conjunto. Y como cultivadora, me di cuenta de que esto también se extiende a mi entorno de cultivación, a los practicantes que me rodean y, lo más importante, a los planes de Shifu para mi camino de cultivación. Después de todo, en chino hay un dicho que dice: «Un día como maestro, toda una vida como padre». Si la piedad filial fuera realmente lo mejor, ¿no sería la piedad filial hacia Shifu el factor más importante a la hora de decidir mi pareja?
A partir de ese momento, cambié mi forma de pensar. Decidí dejar de lado el tema por completo y centrarme solo en mi cultivación. Fuera cual fuera el resultado que Shifu tuviera planeado para mí, ya fuera una pareja con la que me llevara bien, una pareja con la que no me llevara bien o ninguna pareja, estaría dispuesta a aceptarlo. Dejé de ver a una pareja como algo que debía tener a toda costa, a pesar de lo que dijeran los adultos mayores o los familiares no practicantes de mi entorno. Sin duda, cualquier plan que Shifu tuviera para mí sería el mejor.
Eliminar las fuentes externas de lujuria y mejorar en la cultivación
A lo largo de este proceso de cultivación, realicé varios cambios en mi comportamiento que me ayudaron mucho.
Una cosa fue que dejé de consumir contenido lujurioso. Como mujer, aunque no veía pornografía, algunos de los libros que leía o las películas que veía presentaban historias de amor e incluso contenido sexual. Me deshice de ellos. También me obligué a dejar de escuchar música popular, que a menudo contenía temas románticos o sexuales. Incluso dejé de leer algunas novelas clásicas que hacían mucho hincapié en el romance entre hombres y mujeres, porque las situaciones entre los personajes se me quedaban grabadas en la cabeza.
También empecé a tener más cuidado con la forma en que interactuaba con el sexo opuesto. Solía esforzarme por entablar amistad con hombres y, a veces, mantenía largas conversaciones con ellos, pero solo después de estudiar la cultura tradicional me di cuenta de que eso era un caldo de cultivo para que se acumularan pensamientos lujuriosos. Reduje estas relaciones y me volví más educada y reservada con los hombres con los que tenía que interactuar en mi vida diaria.
También comencé a vestirme de manera más conservadora. En la universidad, seguía muchas de las tendencias que seguían mis compañeras de clase, incluyendo el uso de maquillaje pesado y ropa algo reveladora. Poco a poco me di cuenta de que todo eso eran manifestaciones de la lujuria. Comencé a vestirme de manera más modesta y también adopté un maquillaje más natural y discreto.
En cuanto a la cultivación, también aumenté mi tiempo de estudio y práctica del Fa. Una de las cosas que comprendí fue que, dado que la lujuria suele surgir de las funciones corporales, hacer los ejercicios era una forma estupenda de purgar esta materia, ya que ayuda a convertir el cuerpo en materia de alta energía que ya no está sujeta a las mismas reacciones humanas. Durante este proceso, finalmente pude completar los cinco ejercicios cada día en el transcurso de dos horas.
Conclusión
El proceso de cultivación para eliminar el apego a la lujuria me llevó muchos años. Pero poco a poco, sentí que se volvía cada vez más ligero hasta que ya no pudo dominar mis pensamientos.
Entonces ocurrió algo interesante. Unos meses más tarde, mi madre recibió una llamada de otra practicante que quería presentarme a un practicante. Después de conocernos, nos llevamos bastante bien y finalmente nos casamos. Nuestras respectivas familias, incluidos los que no eran practicantes, estaban contentos con la unión, y seguimos ayudándonos mutuamente a mejorar en la cultivación y a mantener una relación familiar armoniosa. Lo interesante fue que ambos descubrimos que, varios años antes de conocernos, otro practicante había intentado presentarnos, pero nuestros padres no habían reaccionado a su oferta en aquel momento. Mirando atrás, está claro que Shifu tenía un plan para mí desde el principio; solo que mis apegos se interpusieron en el camino.
En realidad, me avergüenzo bastante de muchas de las cosas que hice bajo la influencia del apego a la lujuria. Es un apego increíblemente destructivo tanto para mí como para las personas de mi entorno, y además intensifica otros apegos para conseguir lo que quiere, como el orgullo, la competitividad y los celos. Teniendo en cuenta lo que Shifu ha dicho sobre la gravedad de este tema, estoy muy agradecida de que Shifu no se rindiera conmigo, incluso cuando seguía atrapada en diversas nociones y malentendidos.
El camino de cultivación de cada uno es diferente, y la respuesta correcta de cada uno no tiene por qué ser igual a la mía. Espero que mis experiencias puedan ser de ayuda para otros jóvenes practicantes. Muchos de nosotros todavía nos sentimos jóvenes, pero los estándares del Fa para nosotros no son menos exigentes. En este último período de tiempo durante la rectificación del Fa, rompamos nuestros últimos apegos humanos y hagamos todo lo posible para ayudar a Shifu a salvar a los seres conscientes.
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