(Minghui.org) No me llevaba bien con mi madre antes de practicar Falun Dafa. Éramos como el fuego y el agua, y siempre hacía lo contrario de lo que ella quería. Le guardaba rencor por no hacer nada por nuestra familia, así que le decía cosas hirientes que la hacían llorar.
Después de comenzar a practicar Falun Dafa, me di cuenta de que mis acciones no se ajustaban a los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Sin embargo, las nociones formadas en el pasado continuaban dominándome y a veces no podía controlarme, pero siempre me sentía arrepentido después de que discutíamos.
A medida que continuaba cultivándome, era capaz de ser tolerante cuando surgían conflictos entre nosotros, pero solo superficialmente. En mi mente no podía dejar de discutir con ella, lo que me hacía sentir aún peor.
Cuando miré dentro de mí me di cuenta de que siempre discutía sobre cuestiones superficiales basadas en mis nociones humanas en lugar de usarlas para mejorar según el Fa. No la trataba como a alguien a quien debería salvar. Cuando teníamos conflictos era el momento para que yo pagara la deuda de yeli que debía y mejorar. En lugar de discutir con ella, debería haberle agradecido. Cuando me iluminé a esto, me sentí en paz. Pude mirar a mi madre con amabilidad y hablarle con dulzura. Sabía que su vida no había sido fácil. Nuestra relación mejoró.
Un día mi madre sacó a relucir cosas que habían pasado hace mucho tiempo. Estaba enojada y decía cosas hirientes. La miré y pensé: "Esta no es mi madre hablando. Es el resentimiento que formó a lo largo de los años, que es un ser vivo que la está controlando. Pero ella no lo sabe". Supe que esto ocurría para que pudiera mejorar mi carácter. Esta vez no discutí con ella.
Sus acciones también me permitieron darme cuenta de que siempre la había exigido y juzgado basándome en mis nociones. A menudo le decía: "¿Por qué no me escuchas? Si lo hicieras, esto no habría ocurrido". La verdad es que, si ella hiciera todo lo que yo quería, no tendría oportunidades para cultivarme. Cuando me di cuenta de esto, sentí tanta compasión por ella y mi resentimiento desapareció. Mi madre se calmó, y fue como si nada hubiera pasado. Normalmente, cuando se enfadaba, continuaba todo el día, atormentándonos mutuamente. Agradecí a Falun Dafa desde el fondo de mi corazón.
Mis padres solían pelear, y mi madre regañaba a mi padre de manera cruel. A menudo lo defendía con los principios de la gente común, y terminaba intensificando sus peleas. Ahora, como practicante, sé que sus conflictos ocurrieron para que puedan pagar sus deudas de yeli. Querer proteger a mi padre del dolor era mi noción humana, no la compasión de un cultivador. Dejé ir mis nociones humanas y ya no me involucro en sus peleas.
Los tres vivimos juntos felizmente. Hay pocos conflictos y mis padres apenas pelean. Ambos ahora leen libros de Falun Dafa. Gracias, Shifu.
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