(Minghui.org) En mis 20 años de práctica de cultivación, traté de eliminar el apego a la ira y al resentimiento, pero no pude encontrar la raíz del problema; estaba profundamente oculto.

Reflexioné sobre lo que me hacía perder el autocontrol. A veces, la cosa más pequeña desencadenaba irritación y resentimiento, y mi comportamiento molestaba a los que me rodeaban. Durante años he buscado la fuente de mi enojo y resentimiento. El viaje ha sido duro y agotador, pero no me rendí.

Un día, cuando estaba en la casa de mi madre, mencioné que, como jubilado, solo recibí un aumento del tres por ciento en mi pensión, que pensé que era un poco bajo. Mi hermana mayor dijo: "Mei (nuestra hermana menor, seudónimo) dijo que los jubilados deberían estar agradecidos por cualquier aumento, ya que sus pensiones provienen de las contribuciones de los empleados actuales”.

Sentí que los comentarios de Mei se debían a la envidia y de inmediato me molesté. Respondí con un tono áspero: "Mei no debería decir esas cosas. Se jubilará en un par de años, ¿acaso su pensión no será financiada también por las contribuciones de otros? De hecho, nuestra pensión proviene de nuestras propias contribuciones, no de las de alguien más”.

Estaba enojado porque creía que Mei tenía envidia cuando hizo ese comentario. Para mí, la envidia es la causa principal del declive moral y por eso la detesto en los demás.

Sin embargo, esta vez me di cuenta de que era solo mi percepción. Llegué a conclusiones precipitadas basadas en mis suposiciones. Tengo una mala costumbre de pensar siempre que lo que yo creo es un hecho. Sucedió de nuevo esta vez, asumiendo que Mei estaba envidiosa, pero ese no fue el caso. Lastimé a muchas personas debido a este hábito. Ahora que veo que tengo un apego, estoy decidido a identificarlo y eliminarlo.

Comencé a examinarme para entender porqué me enojaba tanto. Me di cuenta de que albergaba odio, y que había estado allí tanto tiempo que se convirtió en un hábito. Este odio me volvía irracional cuando algo salía mal, haciéndome enojar y perder la calma sin razón. Me llenaba de resentimiento, indignación y rabia, y me hacía decir cosas hirientes a los demás.

¿De dónde vino este odio? Como lo explica El Objetivo Final del Comunismo, publicado por el equipo editorial de los Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista:

“En esencia, el comunismo es un ‘espectro’. Está compuesto de odio y diversas sustancias degeneradas provenientes de los planos más bajos del universo. Tiene un profundo odio hacia los seres humanos y quiere destruir...” (traducción aproximada https://www.theepochtimes.com/article/chapter-one-the-central-kingdom-divinely-imparted-culture-3236548).

No es de extrañar que el odio haga que las personas pierdan los estribos, se vuelvan irracionales y actúen como demonios.

Profundicé más para descubrir la raíz de mi odio. Me di cuenta de que, debido a que crecí bajo la influencia del Partido Comunista Chino (PCCh), su teoría de la lucha me lavó el cerebro. Esta teoría, caracterizada por la falta de moralidad y una cultura de sospecha mutua, envenenó gradualmente mi corazón con las toxinas del Partido y me inculcó odio.

Me hacía irracional y cruel, perdía fácilmente el control cuando las cosas no salían como yo quería, lo que provocaba conflictos con los demás. Lastimé a otros y ellos me lastimaron a mí. Era un ciclo interminable de causa y efecto.

Esto me llevó a reflexionar sobre la primera mitad de mi vida. Desde la infancia hasta la adultez, ya sea en la escuela o en el trabajo, dentro de mi familia o entre extraños, cualquier persona que me hubiera lastimado, engañado, humillado u ofendido de alguna manera encendía en mí una profunda indignación, y mi odio se desataba.

Siempre iba acompañado de un deseo de venganza, esperando que quienes me ofendieran recibieran castigo, alimentando así mi sentido de schadenfreude [encontrar placer en la desgracia de los demás]. Una vez que el odio se apoderaba de mi corazón, veía a esas personas como mis enemigas, y mi resentimiento, ira e indignación alcanzaban un nivel extremo.

Hoy me di cuenta del peligro de este odio que, junto con las sustancias degeneradas de los planos más bajos del universo, forma la naturaleza del espectro maligno, cuyo objetivo final es la destrucción de la humanidad. Es aterrador. ¿Cómo puedo permitir que este mal me controle?

Reconocerlo hoy es el primer paso para eliminarlo. Me niego rotundamente a permitir que controle mi vida. Debo eliminarlo por completo.

Cuando pienso en las personas y los eventos que alguna vez me molestaron, ya no me siento enojado. Esos sentimientos se desvanecieron como una brisa, dejándome tranquilo y sin afectación: mi odio se ha ido.

La cultivación implica dejar ir los apegos humanos, mejorar uno mismo y eliminar los pensamientos incorrectos, con el fin de alinear completamente nuestras palabras y acciones con Dafa. ¡Solo al asimilarse a Verdad-Benevolencia-Tolerancia y seguir la guía de Shifu, podemos cumplir con nuestros votos prehistóricos!