(Minghui.org) ¡Saludos, Shifu! ¡Saludos, compañeros practicantes!
Empecé en el camino de la cultivación cuando tenía casi 23 años en octubre de 2020. Los milagros que experimenté y los cambios en mí están más allá de lo que cualquiera podría haber imaginado.
Completamente perdido por la adicción a las drogas
Empecé a consumir drogas cuando tenía 14 años. A los 16, empecé a robar coches para mantener mi adicción. A los 18, me convertí en un drogadicto tan empedernido que me alejé de mi familia y tuve que vivir en la calle. Parecía que mi vida giraba en torno a robar coches, colocarme y encontrar la siguiente dosis.
Nunca pensé en cómo mis acciones perjudicaban a la gente ni en que las drogas eran malas para la sociedad. Tenía la mentalidad de que nunca lo dejaría. Nunca estaba sobrio, a menos que estuviera en la cárcel o en rehabilitación.
Un día de 2019, conducía un coche robado en el centro de Calgary. Cuando un agente de policía intentó detenerme, me asusté e intenté escapar alejándome a toda velocidad. Sin embargo, conducía por una calle de sentido único en dirección contraria y estuve a punto de empotrarme contra un desfile militar al doblar la esquina. Cuando vi el desfile, di media vuelta y seguí intentando escapar de la policía conduciendo más rápido.
Choqué el coche, me dispararon en el antebrazo y casi muero desangrado. La policía me atrapó.
Me detuvieron, me llevaron al hospital y me acusaron de huir de la policía y conducción peligrosa. Deberían haberme caído hasta 10 años de cárcel, pero sólo estuve 2 años en arresto domiciliario y 2 años en libertad condicional.
Ni siquiera estar tan cerca de la muerte me asustó ni me hizo pensar en dejar las drogas. Cuando estaba en arresto domiciliario, seguía consumiendo metadona todos los días. En lo único que pensaba era en cómo saldría y empezaría a robar de nuevo cuando saliera del arresto domiciliario.
Era un niño muy malo y bastante estúpido. Mi mentalidad estaba tan corrompida por la sociedad que no creía haber hecho nada malo.
Falun Dafa me salvó
Mis padres sabían que consumía drogas, pero no sabían cómo afrontarlo. Hacían la vista gorda porque yo no era violento. Mi madre me contó que cuando revisaron mi habitación descubrieron dónde escondía las drogas, pero no sabían qué hacer. Un día me dijo que rezaba para que encontrara a Dios y me salvara. Su oración fue escuchada.
El día que recibí un folleto de Falun Dafa fue el mejor de mi vida. Llevaba un año en arresto domiciliario. Mi antebrazo estaba casi curado de la herida de bala. Conseguí salir de casa para ir al médico. Aún recuerdo a la mujer china que no hablaba inglés y que llevaba un portapapeles para recoger firmas que ayudaran a detener la sustracción forzada de órganos en China. Cuando me entregó un folleto de Falun Dafa, sentí una gran emoción. Siempre pensé que la meditación era algo interesante. Sentí una gran curiosidad por saber de qué trataba el folleto y me moría de ganas de volver a casa para investigarlo.
Ese mismo día me conecté a Internet, consulté el sitio web de Falun Dafa y empecé a escuchar las conferencias. Desde ese día no he dejado de estudiar las enseñanzas ni un solo día. Cada palabra que Shifu decía era tan poderosa. Aunque al principio entendía muy poco, supe que eso era lo que había estado buscando toda mi vida.
Los milagros empezaron a suceder
Después de escuchar las conferencias de Falun Dafa por primera vez, tuve la fuerte sensación de que debía dejar las drogas, pero no era fácil abandonar mi adicción. Tenía una fuerte resistencia e intentaba encontrar justificación en las enseñanzas para seguir consumiendo drogas. Sin embargo, quería el Fa más que las drogas, así que seguí estudiando aunque no quería aceptar ciertos principios.
Cuanto más estudiaba el Fa, más ganas tenía de dejar las drogas. Empecé a controlarme después de dos semanas de estudio diligente. Pasé de consumir drogas todos los días a hacerlo sólo los fines de semana. Me di cuenta de que no tenía ningún síntoma de abstinencia; lo único que tenía eran ganas de consumir drogas, pero ningún malestar físico. Cuanto más hacía los ejercicios de Falun Dafa, más sentía que podía dejar las drogas.
Empezaron a ocurrirme muchas cosas extrañas, como pequeñas llamadas de atención.
Una vez tenía un vasito de mechero y, de repente, empezó a hacer chasquidos. Los chasquidos eran largos o cortos, como el código Morse. Sentí curiosidad, así que grabé los chasquidos en mi teléfono para ver cuál era el mensaje en código Morse.
Después de entrar en Internet y encontrar un traductor de código Morse, me sorprendió descubrir que había un mensaje real en código Morse a partir de los chasquidos: «vibraciones y meditación». Para mí, «vibes» significa vibraciones de sonido, así que me estaba diciendo que escuchara más las conferencias, y «meditation» me estaba diciendo que debía meditar más. Sentí que ocurrió porque empecé a practicar Falun Dafa y fue una indirecta.
Solía fumar cigarrillos. A veces, cuando iba al garaje a fumar, la radio se encendía de repente y empezaba a poner música a todo volumen. El inesperado volumen de la radio me sobresaltaba. La radio nunca había hecho esto antes; sabía que era Shifu intentando que dejara de fumar. Pero no me iluminé lo bastante rápido y seguí cometiendo el mismo error de fumar. Sin embargo, Shifu no se dio por vencido conmigo y la radio siguió encendiéndose cuando salí a fumar un cigarrillo.
Abandono total de mi adicción a las drogas
Tardé seis meses en dejar por fin las drogas, aunque poco después de empezar a practicar Falun Dafa ya no tenía síntomas de abstinencia, sino sólo un pequeño antojo. Seguía buscando excusas para aferrarme a las drogas que aún tenía en ese momento. Me decía a mí mismo que tal vez, si conseguía mantenerme sobrio, me volvería tan sólido y no necesitaría tirarlas.
Más tarde me di cuenta de que era una tontería conservar las drogas si ya no tenía intención de tomarlas. Un fin de semana, tiré todas las drogas por el retrete. Al hacerlo, sentí una sensación de ligereza y de liberación. Aquel día dejé completamente las drogas, el tabaco y la pornografía, con facilidad, gracias al poder de Dafa y a mi deseo de cultivarme.
Mis padres están muy agradecidos de que obtuviera Dafa y dicen que es un verdadero milagro que haya cambiado tanto.
Durante un tiempo seguí teniendo sueños en los que me ponían a prueba: alguien en el sueño quería drogarse conmigo, pero yo me negaba. En ese momento supe que era muy sólido y que no quería volver a drogarme.
Me esforcé por ayudar a muchos de mis amigos, con los que solía drogarme, a conocer Falun Dafa. Poco a poco me di cuenta de que cada uno elige su futuro. Todos respetan mucho Dafa porque han visto lo mucho que he cambiado. Pero no podía seguir siendo amigo de ellos. Les dije que sabían dónde encontrarme si me necesitaban y que tenía que seguir adelante. A veces me sentía un poco solo, pero sabía que eso era bueno para mí, ya que el aburrimiento y la soledad también son una forma de sufrimiento y me ayudaban a pagar mi yeli.
Shifu me dio otra oportunidad
Pensé que, una vez que dejara por fin las drogas, la cultivación sería fácil, ya que abandonarlas me parecía un apego bastante grande. Sin embargo, eso fue sólo el principio, y no fue tan difícil: bastó un paso y se acabó. Me di cuenta de que muchos apegos podían eliminarse en un solo paso, si eras capaz de darlo.
La verdadera cultivación es difícil. Hay que renunciar a tantos apegos, a tantos malos hábitos, nociones y formas de pensar que, en realidad, son más difíciles de abandonar que las drogas. Esos apegos y nociones son algo que está dentro de ti y algo que no puedes tirar y tirar por el retrete, como hice yo para dejar las drogas. En primer lugar, tienes que encontrar esos apegos y reconocer tus defectos. Una vez que los encuentras, tienes que eliminarlos mediante la diligencia, la perseverancia y la fe.
Al cabo de un mes de practicar los ejercicios, pude notar el mecanismo. Seguía consumiendo drogas, pero podía sentir que Shifu cuidaba de mí. Podía sentir realmente que tenía alguna forma de energía circulando cuando hacía los ejercicios.
Entonces cometí un gran error. Tenía un amigo con cáncer de huesos en las piernas y traté de curarle. Pude sentir que algo entraba en mis manos, e inmediatamente me asusté y me aparté, ya que recordé lo que dijo Shifu sobre la curación.
Me sentí incómodo de camino a casa. Ya no podía sentir los mecanismos. Sabía que todo había terminado porque había cometido un gran error. Le rogué a Shifu que me diera otra oportunidad, con la esperanza de poder seguir cultivándome.
Empecé a sentir los mecanismos de nuevo después de practicar durante dos meses y lloré de felicidad. Shifu tiene tanta compasión que, aunque hice algo que no debía hacer, me dio otra oportunidad.
Salir del sentimiento de ser indigno
Aunque dejé las drogas y estuve completamente sobrio después de seis meses, siempre tuve la sensación de que era indigno de ser practicante, que este Fa era demasiado bueno para mí, que yo era demasiado sucio y que no la merecía.
Hablé de Falun Dafa a todos mis conocidos, pero parecía que todos sabían que Dafa era bueno, pero no muchos querían practicarlo por muy buenos y capaces que fueran.
Poco a poco me di cuenta de que tiene que ver con las relaciones predestinadas, y que no todo el mundo puede realmente practicar. Pero siempre estuve muy confuso sobre por qué practicaba, ya que sabía que tenía mucho yeli debido a todas las malas acciones que hice en esta vida.
Siempre tuve la sensación de que debía dejar de practicar porque nunca tendría éxito en el xiulian. ¿Cómo podía ser elegido para cultivarme? Lloraba por esto, pidiendo a Shifu que por favor encontrara a alguien que pudiera cumplir su misión adecuadamente, ya que no tenía fe en mis propias habilidades.
Me sentía indigno y sucio. Pensé en renunciar a la práctica, pero sabía que no podía renunciar a Dafa.
En el fondo, sabía que esos pensamientos no eran genuinamente míos. Eran sólo excusas y ye de pensamientos preocupados por vivir una vida cómoda y volver a ser un humano ordinario.
Pero lo mantenía en secreto, porque si el público en el que me movía se hubiera enterado de que me gustaba la música sencilla de piano o flauta, se habrían reído de mí. Siempre escuchábamos música degenerada, como gangster rap o rock, lo que me afectó seriamente. La mayoría de la música moderna está llena de malos mensajes; cada nota de esos sonidos le lleva a uno a crear un yeli pensamiento y a hacer malas acciones.
Experimenté un milagro cuando comprendí que la música degenerada es mala. Cuando quise dejar de escucharla y abandonarla por completo, de repente ya no me gustaban las canciones que solía escuchar. Shifu me quitó las malas nociones sobre la música que me gustaba una vez que tuve muy claro este principio. Ya no podía disfrutar en absoluto de ese tipo de música degenerada.
Esto me hizo darme cuenta del poder sagrado de la música de Shen Yun. Cada nota lleva a la gente no sólo a ser buena, sino que la conduce directamente al cielo y elimina yeli.
Inmediatamente quise contribuir y me convertí en vendedor de entradas. Mis padres, que no son practicantes, no podían entender por qué me ofrecía tanto para Shen Yun, haciéndolo casi todos los días durante mucho tiempo. Empezaron a tener pensamientos negativos sobre Dafa y me dijeron que algo iba mal.
Les expliqué que quería hacerlo porque Shen Yun ayuda a la gente a volver a la tradición y revive la cultura tradicional china, pero siempre me lo ponían difícil y me decían cosas negativas. Estaba preocupado y pensé en renunciar. Pensé que no quería dañar la reputación de Dafa, y que debería dejar de hacer tanto voluntariado para Shen Yun para eliminar los pensamientos negativos de mis padres.
Entonces me di cuenta de que sus pensamientos negativos eran en realidad el resultado de mis propios factores malos. Miré en mi interior y descubrí que mi actitud no era 100% correcta cuando salía a vender entradas. Me preocupaba que mis padres tuvieran pensamientos negativos, y pensaba en cómo inventar excusas de por qué estaba haciendo tanto voluntariado para Shen Yun. Mi estado mental no era el adecuado.
Un día, pensé que no hay mucha gente en Calgary que sepa vender entradas, y me encanta hacer esto. Sé exactamente lo que me espera a mí y a los seres que ven Shen Yun; realmente quiero salvar a los seres conscientes y conozco el valor de lo que estoy haciendo; y tengo que hacerlo porque me encanta. Aquel día, cuando me iba a vender entradas y me despedí, mi madre me miró y me dijo: «¿Cómo voy a decirte lo que tienes que hacer cuando tienes una sonrisa tan grande en la cara? Parece que realmente amas lo que haces». Cuando dijo esto, me puse aún más contento.
Shifu dijo:
«Decimos que lo bueno o lo malo surgen de un pensamiento de la persona, y la diferencia de este pensamiento también trae distintas consecuencias.». (Cuarta Lección, Zhuan Falun)
Desde entonces, mis padres me han apoyado mucho y su actitud ha cambiado por completo. Incluso empezaron a animarme a hacer más por Shen Yun.
Vieron el espectáculo de Shen Yun dos veces. Sus actitudes han sido muy positivas hacia Dafa y dicen que están muy orgullosos de mí y agradecen a Shifu.
Aprender a perdonar a los demás
La compasión es el estado de un ser iluminado, y muchos arreglos en nuestras vidas son hechos por Shifu para ayudarnos a desarrollar compasión a través de conflictos que prueban y templan nuestros corazones. Aprendí que para tener compasión, necesito ser más tolerante y desarrollar un corazón de misericordia, y pensar primero en los demás.
Cuando trabajaba en un restaurante, mi jefe siempre me pedía dinero porque estaba pasando una mala racha y necesitaba ayuda. Le presté mucho dinero y me lo fue devolviendo poco a poco.
Era alcohólico y mentía para sacarme dinero. Me dijo que no se lo contara a nadie. En realidad estafaba a todo el que podía en nuestro lugar de trabajo, y debía mucho dinero a la gente.
Yo estaba muy disgustado porque tenía que trabajar con él todos los días. Era mi jefe, pero siempre me trataba mal aunque me debía cientos de dólares.
Me di cuenta de que la situación me conmovía emocionalmente. Me di cuenta de que era una oportunidad increíble para desarrollar la compasión y la misericordia. Me dije que su sufrimiento debía de ser duro, trabajando todos los días sobre una estufa caliente y luchando contra la adicción como una persona corriente. Le perdoné y quise ayudarle.
Cuando me gritó y me culpó por no hacer el bien, y me mintió descaradamente para intentar conseguir más dinero, sonreí y me alegré porque estaba descargando su dolor conmigo. No dejé que el dinero que me debía, sus mentiras o sus insultos me afectaran; sólo quería que descargara toda su rabia y tristeza conmigo para sentirse mejor.
Aunque dejé de darle dinero, me lo seguía pidiendo. Me di cuenta de que tenía que hacer algo más. Al final tuve una conversación muy seria con él sobre cómo no podía seguir estafando a la gente, porque le costaría su trabajo y su virtud. Lloró y me dijo que le conmovía mi tolerancia, y que nunca le había debido tanto dinero a alguien pero que aun así le trataban con tanta amabilidad.
Después de nuestra conversación empezó a pagarme. Quería ir a rehabilitación y ser una buena persona. Se relajó y su tono se volvió más tranquilo en el trabajo.
Aprendí a ser más tolerante y benevolente a partir de esta experiencia. Me recuerdo que siempre debo tener pensamientos positivos sobre los demás, por mal que me traten.
Gracias, Shifu. Gracias a todos.
(Presentado en el Fahui de Canada 2024)
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