(Minghui.org) Mi nombre es Bao Xuezhen. Nací en Shanghái el 18 de enero de 1950. Tengo un título universitario. Trabajé como ingeniera en una empresa estatal, pero me despidieron de mi trabajo después de que comenzó la persecución a Falun Gong en 1999. Ahora resido en Dinamarca.
Tenía muchas dolencias y estuve a punto de quedar incapacitada, pero me recuperé después de comenzar a practicar Falun Gong en mayo de 1995. Como me negué a renunciar a mi fe, me sentenciaron a tres años y medio el 1 de junio de 2001. Cumplí condena en la Prisión de Mujeres de Shanghái y fui liberada a finales de 2004.
A principios de 2003, la prisión realizó exámenes físicos completos a todas las practicantes de Falun Gong detenidas allí. Años después, cuando me enteré de la sustracción forzada de órganos a practicantes vivos, me di cuenta de que los exámenes que nos hicieron en 2003 eran para ver si alguna de nosotras era apta para la sustracción forzada de órganos.
Había más de 100 practicantes detenidas en la prisión. Vi cuatro autobuses estacionados frente a la entrada. Todos ellos estaban equipados con dispositivos médicos avanzados.
La Prisión de Mujeres de Shanghái tenía cinco pabellones y nos formaban en fila por pabellones. Los guardias nos vigilaban mientras esperábamos y después de que subiéramos a los autobuses, una por una, para ser examinadas. Nos examinaron de la cabeza a los pies, incluidos los ojos, el corazón, el hígado, los pulmones y los riñones. Nos tomaron muestras de sangre y orina. Los tubos para extraer sangre eran muy grandes. Los médicos también nos hicieron ecografías y exámenes ginecológicos.
Mientras me hacían una ecografía, el médico pareció sorprendido. Llamó a varios médicos y guardias para hablar de mi caso. Escuché a uno de ellos decir: “Esto [refiriéndose a uno de mis órganos] no sirve. Está lleno de piedras, no sirve”. Luego me preguntaron: “¿Cómo sientes en esa zona?”. No respondí. Se miraron entre sí y no dijeron nada más.
Tardaron varios días en terminar de examinar a todas las practicantes de la prisión. El guardia Shi Lei nos dijo: “Miren qué bien los trata el gobierno [a ustedes los practicantes de Falun Gong] y les ofrece exámenes tan completos. Sólo ustedes [los practicantes de Falun Gong] tienen ese ‘privilegio’. Nadie más lo tiene, ni siquiera nosotros, los guardias de la prisión”.
En aquel entonces, no se había informado sobre la horrible sustracción de órganos, pero me di cuenta de que, poco después de los exámenes físicos, desaparecieron algunas practicantes que venían de fuera de la ciudad y que habían sido detenidas en Shanghái. Estas practicantes del interior se negaban a revelar sus nombres y se les mencionaba por números. Pensé que las habían trasladado a otros lugares, pero ahora me doy cuenta de que es posible que las hayan asesinado para obtener sus órganos.
Unos días después del examen, los guardias me informaron que necesitaban revisarme los ojos otra vez. Me quedé perpleja porque no tenía ningún problema con los ojos. Me mintieron en la cara: “¿No pediste que te revisaran los ojos?”. Les dije: “¿Cuándo dije eso? Mis ojos están bien. ¿Por qué voy a querer que me los revisen?”. Los guardias permanecieron en silencio y me arrastraron hasta la entrada de la prisión, esperando que un auto me recogiera.
El coche no llegó. Seguí preguntando por qué tenían que volver a examinarme los ojos, pero no me respondieron. Después de esperar unos 20 minutos, el coche todavía no había llegado, así que me llevaron de nuevo a la celda.
Después de que me liberaron, logré huir a Dinamarca. En 2015, hice algunas averiguaciones por mi cuenta llamando a hospitales chinos. Dije que era familiar de un paciente que necesitaba un trasplante y pregunté de dónde provenían los órganos.
Durante una llamada que hice al Hospital Taizhou en la provincia de Zhejiang en la primera mitad de 2015, me recomendaron al doctor Wu Songjiang, un experto en trasplantes. La persona que respondió al teléfono también sugirió que podía ir a Shanghái o ponerme en contacto con la Facultad de Medicina de la Universidad de Zhejiang para el trasplante, ya que en ambos lugares había muchos órganos. Admitieron que los órganos eran de practicantes de Falun Gong y que podrían encontrar rápidamente mi tipo de sangre y programar la cirugía de trasplante
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Categoría: Hechos de la persecución