(Minghui.org)  ¡Saludos Venerado Shifu! ¡Saludos compañeros practicantes!

He practicado Falun Dafa durante más de veintiséis años. Aunque me consideran un practicante veterano, no he cultivado bien y no tengo mucho que decir. Sin embargo, los practicantes me animaron, así que decidí compartir algunas de mis experiencias.

Las enfermedades de mis padres desaparecieron poco después de que empezaron a practicar, y nuestra familia disfrutó de la gracia de Dafa. Aunque aprendí Falun Dafa a una edad temprana, no entendía realmente en qué consistía la práctica.

Practicábamos con los lugareños a las tres de la mañana y hacíamos los ejercicios de pie dos veces. Escuchábamos las conferencias de Shifu o leíamos Zhuan Falun por las tardes, lo hacía todos los días. Creía que la práctica podía ayudarme a volver a mi verdadero ser, y que había venido aquí por Dafa.

El Partido Comunista Chino (PCCh) inició la persecución a Falun Dafa el 20 de julio de 1999. Yo estaba en el primer ciclo de secundaria y el director quería que todos los alumnos firmaran una declaración de renuncia a la práctica de Falun Dafa.

Me negué a firmar y la maestra me hizo ir a su casa para interrogarme. Le dije: “Practico Falun Dafa, y los practicantes son buenas personas. Todo lo que pone en la declaración de renuncia es falso”.

Me miró muy sorprendida y me dijo: “¿Por qué practicas a tan temprana edad?”. Le contesté: “La práctica ayuda a las personas a volver a su verdadera naturaleza y a regresar a sus verdaderos hogares”.

Poco después, nuestro vecino nos denunció a las autoridades y la policía registró nuestra casa. Mi padre se vio obligado a abandonar la casa y yo dejé la escuela para ayudar a mi madre en las tareas agrícolas. Líderes del pueblo, policías y funcionarios de la Oficina 610 del condado nos acosaron.

Cuando llevaron a mi madre al centro de lavado de cerebro del condado, la policía me preguntó si tenía algo que decir. No tuve miedo y respondí: «Falun Dafa es un Fa de Buda y sus practicantes son buenas personas. Deberían apoyar nuestra creencia y dejarnos practicar libremente». Aunque mis padres no estaban, mi hermana pequeña y yo no lloramos y nos ocupamos de la casa.

Cada semana recorría en bicicleta unos quince kilómetros hasta la casa de un practicante para recoger el Minghui Semanal y entregarlo a los practicantes que vivían cerca. Una vez, la policía me estaba esperando cuando volvía. Los practicantes pensaron que no era seguro y que era demasiado trabajo para mí, así que me enseñaron a conectarme a Internet e imprimir la información.

Debido a mi limitada experiencia, seguía teniendo problemas con el ordenador y la impresora. Antes del Año Nuevo Chino, los practicantes necesitaban mucho material para aclarar la verdad, pero el ordenador y la impresora no funcionaban. Estaba ansioso y no sabía qué hacer, y nada funcionaba por mucho que lo intentara.

Por fin me acordé de pedir ayuda a Shifu. Así que junté las palmas de las manos (en heshi) y le pedí que me ayudara con el ordenador y la impresora. Entonces al pulsar el botón del ordenador este arrancó y la impresora también se conectó. Me eché a llorar y le di las gracias al Shifu.

Han pasado más de veinte años y ahora tengo familia e hijos. Sin embargo, no soy tan diligente como antes, y mis apegos siguen apareciendo.

Cuando estalló la pandemia a finales de 2019, tenía la cara cubierta de acné y ampollas. Empezó alrededor de la nariz y la boca, y luego se extendió por toda la cara, los párpados y el interior de las fosas nasales. Supuraban un líquido amarillo y  se secaban unos días después, la piel empezaba a desprenderse, capa tras capa, y entonces aparecían más ampollas. Esto duró un año.

Pensé que se debía a la mascarilla y no me di cuenta de que se debía a mis apegos. Incluso fui al médico para que me diera medicamentos y probé diferentes pomadas, pero ninguna funcionó. Empeoró y me salieron ampollas debajo de los párpados y dentro de la boca.

Una noche soñé con dos águilas posadas en el marco de la ventana. Para entonces, tenía los ojos tan hinchados que apenas podía mantenerlos abiertos. Los practicantes enviaron pensamientos rectos, yo estudié el Fa, hice los ejercicios y busqué en mi interior.

Me sorprendió encontrar apegos a la autocomplacencia, al resentimiento, a la ostentación, a la lujuria, y el mayor problema era que no creía en Shifu ni en Dafa.

Tiré los ungüentos, abandoné mi mentalidad humana y seguí el camino de cultivación dispuesto por Shifu. En cuanto me decidí sentí mi cuerpo más ligero. Esa noche tuve otro sueño: las dos águilas volaban. Y las ampollas de mi cara desaparecieron gradualmente.

Seamos diligentes. No nos perdamos en la comodidad del mundo humano ni olvidemos nuestros votos históricos.

(Escrito seleccionado para celebrar el Día Mundial de Falun Dafa en Minghui.org)