(Minghui.org) Antes de practicar Falun Dafa, yo era un joven de mal carácter, resentido con toda la gente y con todo. Este resentimiento pesaba en mi corazón, me causaba mucha desdicha y hacía que otras personas se distanciaran de mí. Después de practicar Falun Dafa, aprendí a mirar a mi interior en lugar de a los demás, y me mantuve en un nivel más alto.
Una vida llena de resentimiento
Siempre que me enfrentaba a una situación difícil. Me quejaba y lanzaba insultos al azar por aquí y por allá, siempre culpando a alguien o a algo más incluso cuando se trataba de los problemas más insignificantes. A veces, cuando me sentía impotente, dirigía mis frustraciones hacia los objetos, rompiendo mesas, pateando puertas, dando puñetazos a la pantalla del ordenador, etcétera. Incluso pensaba erróneamente que era poderoso cuando me enfadaba, que la gente se echaría atrás y me respetaría cuando enfurecía; sin embargo, prácticamente no tenía autocontrol. Lo único que me impedía desahogarme más a menudo era el miedo a que mi padre me castigara y a quedar mal ante mis amigos.
Crecer inmerso en Internet y jugando a videojuegos no ayudó, sino que ahondó aún más este resentimiento. Hoy en día, muchos protagonistas de películas y videojuegos se presentan como personas respetadas y de espíritu libre: siempre hacen lo que quieren, dicen lo primero que se les ocurre y resuelven todos sus problemas a puñetazos. En muchas ocasiones, he deseado poder resolver mis problemas a puñetazos como ellos. En cambio, en las redes sociales, al ser anónimas, mucha gente hacía comentarios de mal gusto e irresponsables para iniciar conflictos y herir a los demás. Me enfadaba fácilmente si veía comentarios con los que no estaba de acuerdo. Mis emociones eran como una montaña rusa y algo que veía en Internet podía arruinarme el día. Las palabras y acciones de los demás dictaban cómo me sentía y pensaba.
Debido a ese fuerte resentimiento, fortificado con fuertes ideas humanas erróneas, hice llorar en numerosas ocasiones a algunos de mis profesores con mi actitud revoltosa. Una compañera de trabajo de mi madre le dijo que yo no era normal. Este comentario se le quedó grabado a mi madre durante bastante tiempo y la preocupó, ya que entonces no sabía cómo tratar conmigo. Mi padre me azotaba de vez en cuando con un palo. Mi hermano pequeño me respetaba muy poco y no me hacía mucho caso. Algunos de mis amigos a menudo dudaban en jugar conmigo a juegos de mesa, pues temían que volviera a perder el control de mi temperamento cuando las cosas no salieran como yo quería. Curiosamente, a menudo me pedían que revisara sus trabajos escolares en busca de errores, viendo que yo siempre era capaz de encontrar hasta el más mínimo error y a menudo estaba lleno de críticas. A menudo sentía resentimiento por todos ellos, por la compañera de trabajo de mi madre, por los de mi familia y por mis amigos. No quería mirar en mi interior y descubrir que tenían razón.
Por supuesto, mi salud no era nada buena; a menudo no podía conciliar el sueño. Siempre que me acostaba, conteniendo mi rabia, dormía más y me despertaba agotado, sin ganas de hacer nada en esos días. Mirando mis viejas fotos de entonces, uno de mis amigos dijo que antes tenía un aspecto «miserable y viejo» y todo el mundo está de acuerdo en que ahora tengo mucho mejor aspecto.
Aprender a pensar primero en los demás
Mi madre empezó a practicar Falun Dafa y a menudo me contaba historias de cómo otros practicantes de todos los orígenes entraban en la práctica y se convertían en mejores personas. Sentí curiosidad después de saber que incluso personas con carreras científicas se cultivaban en Dafa, y que hay muchos principios científicos inéditos en el libro Zhuan Falun. Mi madre me prestó una copia de Zhuan Falun y empecé a leerlo. Tardé un año en leerlo por primera vez. Sin embargo, me asombraron todos los principios que me desvelaba el libro, así que decidí que quería ser cultivador.
Poco a poco, aprendí a controlar mi ira y a dar prioridad a los demás a la hora de hacer cualquier cosa. En el pasado, hice llorar a mucha gente diciendo cosas muy directas y horribles, utilizando a veces las palabras más agresivas que conozco y pensando que sólo estaba siendo sincero.
Sin embargo, Shifu me enseñó:
“La Escuela Dao realiza el xiulian de Zhen-Shan-Ren poniendo énfasis en la cultivación de Zhen. Por eso, la Escuela Dao habla de cultivar la verdad y nutrir la naturaleza, decir la verdad, actuar de acuerdo con la verdad, ser una persona verdadera, volver al origen y retornar a la verdad, y finalmente cultivarse en una persona verdadera. Pero hay también Ren y Shan, solo que el peso cae sobre la cultivación de Zhen” (Primera Lección, Zhuan Falun).
Un Dao hace hincapié en la cultivación de Zhen (o Verdad), pero ese Zhen también debe incluir Shan y Ren (Benevolencia y Tolerancia). ¿Cómo puede un Dao decir cosas malas para hacer llorar a los demás? Me di cuenta de que tampoco había sido sincero conmigo mismo. Si hubiera pensado de verdad en las necesidades de los demás antes de hablar, habría considerado el efecto de mis palabras. Habría pensado en si los demás podrían asimilar lo que estaba diciendo. Sólo quería vengarme de los demás y hacerles daño para satisfacer mi rabia del momento. Mi intención era mala. Después me volví más reservado y cuidadoso con lo que decía.
Los principios del Fa sólo se me enseñan a mí
Un día de 2022, estaba jugando al ajedrez con mi entonces compañero de piso. Durante la partida, cuando le puse en una situación difícil, me dijo que era sólo porque yo había cambiado mi jugada anteriormente, cosa que no recuerdo haber hecho ni siquiera ahora. Cuando le pregunté qué jugada había cambiado durante uno de mis turnos, dijo que no lo recordaba pero que estaba bastante seguro de que lo había hecho, rodeando con el dedo medio tablero de ajedrez y afirmando que «estaba en algún lugar de esta zona». Le insistí un poco más en su afirmación y estalló, diciendo que no quería jugar más conmigo, que yo había ganado, y se fue inmediatamente a su habitación, lo que me molestó un poco. Pero no me sentí mal por ello.
En mi habitación, las voces de enfado llenaban mi cabeza y me recordaba que era un practicante y que no debía perder el control de mí mismo. Intenté pensar en las buenas cualidades de mi compañero de habitación, pero me quedé en blanco, incapaz de pensar en nada en absoluto. De repente, le oí quejarse de mí a su madre cuando hablaba con ella por teléfono, acusándome de tramposo y cobarde por no admitir mi engaño. Estallé de inmediato, gritando en voz alta en mi habitación y preguntándole por qué me acusaba de algo de lo que no tenía ningún recuerdo. Por supuesto, se defendió con algunas palabras y se negó a salir de su habitación para enfrentarse a mí. Fue como dijo Shifu:
“Por ejemplo, hay una persona que, al llegar a su oficina, oye a dos personas hablando mal de él de manera muy fea, y esto lo pone muy furioso. Sin embargo, hemos dicho que siendo una persona que refina gong, hay que llegar a no devolver el golpe ni los insultos, hay que exigirse con un estándar alto. Entonces, él piensa: «El Maestro dijo que nosotros, quienes refinamos gong, no actuamos igual que los demás, debemos comportarnos con una actitud elevada». Por lo tanto, no discute con esas dos personas. Pero generalmente cuando viene un conflicto, si a uno no lo irrita hasta lo profundo del corazón, no vale, no sirve para elevarse. Si dentro del corazón no puede dejarlo, se siente irritado; es probable que esto se aferre en su mente, causando que todo el tiempo quiera darse vuelta para ver las caras de esas dos personas hablando mal de él. Al voltear la mirada hacia atrás, ambas personas tienen expresiones feroces y justamente están hablando acaloradamente; de repente no puede soportarlo más, la sangre se le sube a la cabeza y probablemente comience de inmediato a pelear con ellos” (Cuarta Lección, Zhuan Falun).
Aquella noche no pude dormir. Todo tipo de malos pensamientos surgían en mi mente, preguntándome cómo una persona podía ser tan irrazonable y egoísta. Cuando decidí leer Zhuan Falun, Shifu me iluminó:
“Yo no me ocupo de este asunto específico; les expongo el Fa a personas que refinan gong, no estoy explicándole ligeramente a la gente común cómo vivir” (Séptima Lección, Zhuan Falun).
En ese momento me di cuenta de que yo era practicante y que los principios del Fa me fueron enseñados sólo a mí y no a mi amigo, con quien estaba resentido. Si no fuera practicante de Falun Dafa, me habría comportado mucho peor que él, basándome en cómo era yo en el pasado. Además, cómo se comportan otras personas es asunto suyo y tienen sus propios principios a la hora de hacer las cosas. Si yo me mantengo fiel a los principios del Fa y si realmente creo en ellos o no, es mi propia elección independiente. Lo segundo no depende de lo primero.
En ese momento, sentí un profundo alivio en el corazón, como si mi corazón se hubiera aligerado físicamente. También sentí alegría y gratitud por ser practicante, por poder liberarme del odio y de esa mentalidad que hace sufrir a la gente, preocupado sólo por lo bueno y lo malo de determinadas situaciones. Si no me hubieran enseñado los principios del Fa, me habría peleado con mi compañero de piso durante un tiempo y le habría guardado un profundo rencor, tal vez para siempre.
Curiosamente, a la mañana siguiente, me saludó como si nada hubiera pasado entre nosotros. Luego me dijo que se había dado cuenta de algo: que, para empezar, no debería haber jugado al ajedrez conmigo. Yo sonreí y no dije nada, pues me sentía satisfecho de ser un practicante.
Esto es mi entendimiento en mi nivel actual. Por favor, ten la amabilidad de señalarme cualquier cosa que no esté de acuerdo con el Fa.
(Experiencia seleccionada para celebrar el Día Mundial de Falun Dafa en Minghui.org)
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